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DÍAS DE GUARDAR Domingo 13 de noviembre de 2022

In Análisis Político, Días de Guardar, POPLab on noviembre 13, 2022 at 12:30 pm

* Celaya: la vida bajo la metralla

* Violencia opaca la sucesión

* Alejandra: la imagen es el proyecto

Arte: @PincheEinnar
Arte: @PincheEinnar

1.- Ciudadanos condenados a la intranquilidad en el Bajío

Lo que pasa en la zona central de Guanajuato, los municipios de Celaya y sus colindantes, ya es inenarrable. Los adjetivos se han agotado, incluso para los diarios amarillistas que no buscan explicar el fenómeno o informar a los ciudadanos, sino alarmarlos para vender ejemplares.

Lo más grave es que la violencia ha pasado a formar parte de la cotidianidad, que ya es parte del folclor que empresas de transporte suspendan sus servicios en la región, que las escuelas cancelen las actividades y los ciudadanos vivan en toque de queda permanente.

Tres días de violencia callejera sin presencia contundente del estado, finalmente lograron una leve declaración del gobernador Diego Sinhue Rodríguez, quien primero había tratado de eludir el tema enviando a la secretaria de Gobierno, Libia Denisse García, y a la responsable del sistema estatal de seguridad, Sophia Huett López, para lanzar mensajes que los hechos desmentían al día siguiente.

La situación es que el fenómeno criminal extendido que vive la región Laja – Bajío no puede ser controlado solo con una estrategia de relaciones públicas.

Han pasado ya tres años de la primera intervención en Santa Rosa de Lima y 26 meses de que se decretó el fin de la operación “golpe de timón” con la detención del Marro (José Antonio Yépez), sin embargo nada de eso ha ayudado a devolver la paz a la región.

Quizá tenga que ver el hecho de que el gobienro insiste en la estrategia de la propaganda y no en la de los hechos.

El anunció de construir un instituto de formación policial en Santa Rosa de Lima se limitó al levantamiento de una barda; la zona no ha recibido impactos del cuantioso gasto social del estado, por lo menos no de forma significativa; en cambio la represión policial y la criminalización de los jóvenes de la región ha continuado, empujándolos a ver en la actividad delincuencial una opción.

“Jóvenes de 18 años o menos”, dijo el gobernador sobre los detenidos por las quemas de vehículos y comercios, los cuales serán acusados de “terrorismo” por el implacable fiscal Carlos Zamarripa que se ensaña con la carne de cañón de la ofensiva criminal y no con las cabezas.

La detención de esos jóvenes no será ningún golpe mortal a las bandas violentas que tienen rota la paz de la región desde hace años, muy en contrario, esos detenidos serán fácilmente reemplazados gracias al enorme ejército de reserva que le proporciona a los capos el abandono en que viven miles de jóvenes en Guanajuato, presos de las adicciones y de la falta de oportunidades.

Más allá de si la presencia de más efectivos policiales o militares podrán inhibir el clima de impunidad y de violencia, el verdadero debate se centra en el modelo de desarrollo que han privilegiado los gobiernos de Guanajuato a lo largo de los últimos años, que tiene consecuencias medidas y probadas en el aumento de la desigualdad, de la pobreza y de la marginación, factores todos que inciden en el crecimiento de la violencia, la criminalidad y la expansión del mercado de drogas.

Frente a ese complejo fenómeno al alza, las respuestas del estado no solo son insuficientes, sino que son falaces: ni el edulcorado programa de charlas y conferencias denominado Planet Youth, ni el aumento de la represión dan respuesta: son como la barda de concreto de Santa Rosa de Lima: esfuerzos inacabados para la fotografía de redes sociales que se olvida al día siguiente.

El tema, frente a un gobierno que ya ha entrado en su última recta, es si habrá la madurez y el sentido de la oportunidad para que quienes aspiran a suceder a Sinhue, en todos los frentes partidistas, al menos se planteen una revisión al modelo de evasión y propaganda seguido hasta ahora.

Sería lo menos que deberíamos esperar, sabiendo que las soluciones mágicas no existen, pero que el primer paso siempre será aceptar la magnitud del problema, imposible ya de soslayar.

2.- Entre las balas, se pierde el interés en la sucesión

Ineludible, la realidad empieza a pasar factura. La guerra en calles y carreteras ha relegado a un segundo y hasta tercer término al proceso de relevo de poderes al interior del partido gobernante en Guanajuato.

El juego sucesorio que inició hace algunos meses el gobernador Diego Sinhue Rodríguez, con el destape del secretario de Desarrollo Social y Humano, Jesús Oviedo Herrera; seguido de la incorporación de Libia Denisse García, la secretaria de Gobierno; la autopromoción de la alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez; y los equívocos en torno a la figura del subsecretario de operación de Sedeshu, Aldo Márquez, palidece hoy frente a quiebra rampante de la paz en el estado.

Ninguno de estos prospectos ha manifestado una postura ni mucho menos alguna idea de qué hacer frente al mayor reto que vive la entidad para volver a la senda de un crecimiento en paz.

Lo ha enfrentado la secretaria de Gobierno como parte de su responsabilidad, pero solo para repetir discursos manidos sobre la responsabilidad federal y la impotencia del estado para enfrentar la complejidad del problema.

Aún se recuerda como la alcaldesa de León utilizó la jornada negra de quema de Oxxos del pasado agosto para filmar un comercial para redes sociales subida al helicóptero de seguridad pública y luciendo unos lentes oscuros de piloto aviador. Las reacciones en las mismas redes criticando el exceso fueron de antología.

Por su parte, los funcionarios de desarrollo social que compiten por la posible y cada vez más remota candidatura masculina a a gubernatura, solo guardan silencio, y al parecer es lo mejor que pueden hacer.

¿Será posible que algún político pueda construir una candidatura seria sin aludir al mayor problema que enfrenta Guanajuato? Se ve difícil y esta vez no valdrán los eufemismos como el “golpe de timón” con el que Diego Sinhue eludió hablar de frente de la herencia negra de Miguel Márquez, que aceptó y continuó.

Del lado de la oposición las cosas no están mejor. Antares Vázquez, Ricardo Sheffield y Ernesto Prieto han tocado el tema solo en tono de reproche al panismo gobernante, pero sin hacerse cargo de la responsabilidad que también le cabe al gobierno federal morenista ni tampoco para avanzar ideas nuevas en torno al problema.

El PRI anda hecho bolas con las cambiantes posturas de su dirigente nacional, el vapuleado Alito Moreno. Y aunque a Alejandro Arias, el coordinador parlamentario y poder atrás de Ruth Tiscareño, le escuece ir contra el PAN, tuvo que votar a favor de la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa, para acatar la línea dictada desde Insurgentes Norte.

Ante el hundimiento del estado de derecho en Guanajuato y la crisis casi permanente de violencia en los municipios del corredor Laja-Bajío, la clase política de Guanajuato, de todos los partidos, se ha visto ajena, omisa y carente de empatía.

Está visto que en el tema de la pérdida de la paz, los políticos de Guanajuato son parte del problema, no de la solución.

Veremos qué facturas les pasan los ciudadanos.

3.- Alejandra Gutiérrez: simular no gobernar

En la presidencia municipal de León pueden estar funcionando mal muchas cosas, pero parece haber una sola preocupación: la de la imagen pública, el retrato cotidiano de la alcaldesa Alejandra Gutiérrez mostrando su preocupación por el contacto con los gobernados o exhibiendo su aplicación en las tareas de gobierno, con fotos de reuniones al por mayor.

Es decir, no importa el trabajo en sí mismo y la producción de resultados inobjetables como consecuencia del mismo, sino presumir el proceso, la imagen publicitaria, la simulación.

La conclusión es evidente y cae por su peso: no estamos ante una visión ejecutiva que quiera apresurar el paso para mostrar resultados contundentes, estamos ante un histrionismo permanente que quiere convencer de que se trabaja mediante fotos y videos para la exhibición pública.

El problema es que la política es una actividad de resultados, más que de imágenes. Si alguna historia reciente ha mostrado la fragilidad de construir carreras políticas a golpe de lucimiento, es la de Enrique Peña Nieto, el político que incluso aceptó simular un matrimonio por amor con una actriz, que resultó más tarde un simple asunto contractual pagado a precio de oro.

Peña Nieto es hoy uno de los presidentes más desprestigiados y repudiados de la historia de México, incluso por encima de Carlos Salinas de Gortari, pese a un gasto estratosférico en publicidad e imagen.

Y sin embargo, el mal ejemplo cunde. La alcaldesa Gutiérrez ha considerado que uno de sus primeros cambios de gabinete debería ser, precisamente, en el área de comunicación social, probando por si hiciera falta que el eje de su gobierno no es la sustancia, sino la apariencia.

Antes había caído el titular de Cultura, Mario Méndez, acusado de acoso laboraly de tolerar malos manejos financieros, pero eso no parece haber sido una decisión estratégica, la prueba es que ni siquiera se ha designado a un nuevo titular, mostrando el habitual desprecio de los gobiernos panistas por la promoción de la cultura.

En cambio, en comunicación, el cese fulminante del periodista Edmundo Meza dio paso al instantáneo nombramiento de Manuel Mora Macbeath, quien tiene en su palmarés haber sido vocero de Bárbara Botello y de Luis Aberto Villarreal, políticos amantes de los reflectores, una priista y el otro panista, ninguno de los cuales pudo continuar en la carrera política después de su paso por las alcaldía de León y de San Miguel Allende, en este caso como repetidor y aspirante a la reelección.

Es decir, si fuera porcentaje de bateador, el de Manuel Mora no parece muy impresionante.

Por otra parte, Edmundo Meza no puede quejarse de falta de apoyo, pues manejó con manga ancha la contratación de servicios publicitarios y de redes sociales, incluso de monitoreo de las mismas. Si las guerras, incluidas las publicitarias, se ganan con dinero, Edmundo Meza perdió la suya nadando en la abundancia, como Peña Nieto, toda proporción guardada.

Se sabe en los pasillos del municipio que las verdaderas decisiones se toman en un cerrado círculo de confianza que conforman el conyuge de la alcaldesa, Eduardo Ramírez; el secretario de vinculación que realmente vincula poco, Daniel Campos Lango; la regidora Jared González Márquez, cónyuge del anterior; y el asesor de imagen Huberto Ruiz Peláez, beneficiario de generosos contratos de la administración.

Y pese a convertirse en el hombre de paja al servicio de ese poderoso comité, Meza no logró permanecer. Ese es el reto al que se enfrentará Manuel Mora, con el poderoso antecedente de haber lidiado con personajes como la priista Botello y el panista Villarreal, ninguno de los cuales fue una pera en dulce.

La diversión parece garantizada, la candidatura quién sabe.

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