Muy rápido se agotó el glamour: Humberto Moreira pasó de ser el exitoso y extrovertido ex gobernador que se convierte en líder contestatario, audaz y contundente de su partido, para pasar a ser lo de siempre: un priista marrullero que consiguió sus medallas a base de mentiras, trampas legales, mayoriteo inclemente y compra de opinión pública.
Y usted, estimado lector, podría preguntar: ¿en dónde está la novedad?
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