La vida ha cambiado de forma casi total en Guanajuato. El autocuidado y la creación de rutinas para eludir el riesgo son hoy la realidad cotidiana hasta para ir a comprar botanas a una tienda de conveniencia o medicamentos a una farmacia.
Pero no es lo único: los ataques armados son ya una realidad casi cotidiana en numerosos municipios de la zona sur y centro del estado. Particularmente hay una guerra declarada de grupos delictivos en contra de los agentes policiacos de casi todas las corporaciones.
Solo para la foto. Imagen: gobierno del estado
El milagro económico que vino de la mano de la política de industrialización, la bandera estelar de los gobiernos panistas, no es ya lo que tiene a Guanajuato en las páginas de los medios de comunicación, en cambio las noticias de sangre o los análisis y recuentos sobre la violencia, nos tienen constantemente en el aparador.
Lo que ha ocurrido los últimos días evidencia el fin de un ciclo.
El tradicional control ejercido en la principal institución educativa del estado se ha roto, como lo mostró el paro estudiantil de seis días,
Por otra parte, el precandidato morenista a la gubernatura en 2024, Ricardo Sheffield, ha logrado armar una comida con más de mil 500 operadores en el principal bastión del PAN en Guanajuato, la ciudad de León.
El rector general de la Universidad de Guanajuato, Luis Felipe Guerrero Agripino, acaba de ser reelecto por 4 años más. No lo fue en una elección abierta, ni siquiera en una decisión indirecta que contemple la opinión de la comunidad. Recibió el respaldo de una junta directiva de 11 notables, ocho de ellos empleados de la Universidad y 3 externos.
La junta es endogámica y cooptable. Por ejemplo, a los pocos días de la reelección la hija de uno de sus integrantes, Enrique Navarro González recibía un puesto de privilegio: la coordinación del naciente Museo Universitario, de donde fue removida cuando se hicieron preguntas a través de transparencia sobre su trayectoria y currículo. De cualquier manera, solo fue reubicada.
No es la primera vez que eso pasa. La autonomía de la Universidad, lograda por el ex rector, después gobernador y hoy líder cameral panista Juan Carlos Romero Hicks, logró convertir a la UG en un coto de poder de una clase académica controlada por este prócer panista quien mantiene una gran influencia sobre ella hasta la fecha.
Las mujeres se están cansando y no es para menos. El estado no entiende que nada entiende. Instituciones donde se presume de analizar y transformar la realidad, como las universidades, se muestran anquilosadas, reactivas, insensibles.
Foto: Especial.
Desde la política muchas mujeres han dado la lucha por mayores espacios, pero al llegar a las posiciones de poder no han sido sensibles a las muchas desigualdades que históricamente afectan al género femenino.
Las mujeres en la academia se molestan cuando se les recuerda que lo que enseñan en sus cátedras no tiene nada que ver con la omisión de las instituciones a las que pertenecen.
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