Las elecciones del 2018 fueron dominadas por un solo tema: la corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto que vino a coronar el mal recuerdo que de por sí tenían los mexicanos del PRI del siglo XX y al que solo una enorme distracción, impulsada por los grandes medios de comunicación, le permitió regresar al poder.
Ilustración: @PincheEinnar
El debate sigue vive y se está evidenciando en la negociación de la Fiscalía General de la República con el ex director de Pemex, Emilio Lozoya, símbolo del saqueo peñista, donde se cuestionan los privilegios que ha recibido a cambio de sus delaciones.
Incluso, el posible uso político de la información que proporcione Lozoya, está produciendo un terremoto. Perdonar a un corrupto a cambio de parque mediático para combatir a los críticos del régimen, no parece la forma más aceptable y eficiente de combatir la gran lacra del país que le dio a Andrés Manuel López Obrador la oportunidad de llegar al poder.
Al llegar a la treintena de años en el poder estatal, les falta uno, el partido Acción Nacional ya ha visto pasar tres generaciones diferentes de políticos. La historia no parece haberse acumulado para generar una experiencia positiva para la población, si en cambio para que se acentúen vicios y se genere una clase política plagada de complicidades y que se decanta a la corrupción cada vez con mayor cinismo.
A los Fox y Medina los relevaron los Oliva y Márquez. El empujón inicial de la visión empresarial y la llegada del primero a la presidencia de la República consolidaron el impulso al proyecto de atracción de inversión extranjera como el principal eje rector del proyecto panista en Guanajuato.
Los operadores electorales que siguieron a los políticos empresarios no tenían la misma visión, pero sabían como ganar elecciones y como generar clientelas electorales más o menos permanentes.
1.- Miguel
Márquez: la corrupción no quita popularidad
Hay por lo menos seis casos emblemáticos de la opacidad y la cancha abierta a la corrupción con la que se manejó el gobierno de Miguel Márquez Márquez, el gobernador que engañó a la mayor parte de los guanajuatenses y se retiró del gobierno con la mayor popularidad de un mandatario en tiempos recientes ya habiendo dejado a un delfín que le sigue rindiendo pleitesía.
Nadie parece estar haciendo el recuento, pero la cadena de incidentes vinculados a corrupción e ineficiencia que se han presentado a lo largo de los 4 años de gobierno de Héctor López Santillana ya está rompiendo récords. Revisemos.
Gobierno pequeño, publicidad enorme. Foto: Municipio de León.
Todo empezó en el
Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León, donde el alcalde avaló el
empoderamiento del empresario zapatero y amigo suyo Pedro González, permitiéndole
tomar el control total del organismo al colocar a un director sin perfil: Leonardo
Lino.
Bárbara Botello Santibáñez fue alcaldesa de León gracias sobre todo a dos historias de corrupción. Después vendría la suya propia.
La primera, la
mayor, fue la de Juan Manuel Oliva, alimentada con toneladas de tinta por el
diario A. M. de León, tras las investigaciones sobre la compra de los terrenos
de la refinería de Salamanca a sobreprecio; así como el despilfarro que
significó la construcción del parque bicentenario de Silao.
La mala política ambiental y el deterioro global, entrevista con Ruben D. Arvizu, presidente para América Latina de Ocean Futures Society. La polémica sobre la conferencia de Mauricio Clark en León. Auditoría revela irregularidades del municipio de Guanajuato y el Sistema de Agua Potable en connivencia con empresario televisivo.