La política mexicana es incomparable, el multimentado “estado de derecho” es tan flexible, la opinión pública es tan maleable. Lo pienso y lo ratifico cada día: el gen de la antidemocracia, el corporativismo, la censura y la corrupción que el PRI construyó, ha sobrevivido en el PAN que nos gobierna hoy en Guanajuato.
El jueves que pasó, algo ocurrió en el Centro de Readaptación Social de Valle Santiago, conocido como el CERESO Mil y que en su momento fue considerado un prototipo de rehabilitación y funcionalidad.
Desde luego, como es costumbre ya en la administración de Diego Sinhue Rodríguez, no había explicación, aclaración o información oficial de ningún tipo, pese a que en el lugar se efectuaron disparos, el incidente tuvo una duración de al menos 12 horas y debió requerirse la presencia de policías estatales adicionales para controlar la situación.
Foto: Facebook
Motín, asonada, pleito entre grupos rivales, nada se aclaró oficialmente durante los hechos, toda la tarde-noche del jueves. Tampoco el viernes, ni el sábado. Cuando la noticia comenzó a correr, primero como un rumor que preocupaba a familiares de internos, abogados y a los propios ciudadanos de Valle de Santiago, la respuesta del gobierno a la pregunta de lo que estaba pasando fue: “son rumores, no hay postura”.
Los “rumores”, incluían el ingreso de tres internos del centro penitenciario al hospital Bicentenario de Valle de Santiago, con heridas de proyectil de arma de fuego.
Uno es el estado que están viendo desde los altos podios donde les gusta plantarse, personajes como Diego Sinhue Rodríguez y Carlos Zamarripa. Otro el que ven sus gobernados.
Según los informes, los mensajes publicitarios, los equipos de prensa gubernamentales, Guanajuato es un lugar de ensueño apenas opacado por dos o tres incidentes menores que no les merecen mucha atención.
Foto: Juan José Plascencia
Aquí la criminalidad disminuye, aseguran, salvo por ese pequeño inconveniente de los homocidios dolosos, forma técnica de llamar a las masacres inmisericordes, las ejecuciones cotidianas y las muertes colaterales de víctimas inocentes. Eso no los despeina ni les quita el sueño.
El síntoma es generalizado: los descendientes de los políticos que pretendían cambiar la faz del estado y las formas de gobernar, hoy se encuentran en fuga. El PAN no es más el partido que quería llevar la voz ciudadana a los espacios de decisión, hoy es más que nunca una clase dirigente a la defensa de privilegios y alejado de las penurias de sus gobernados.
Como en el gobierno estatal, en San Miguel de Allende otro gran protagonista de la era panista en Guanajuato y su asalto al escenario nacional, Luis Alberto Villarreal, ve como su alcaldía hace agua, en buena medida por su propia frivolidad, pero también por el asalto de una violencia descontrolada en la que asoman todas las contradicciones del oropel que se ha querido construir sobre las desigualdades que oculta “la mejor ciudad para vivir”.
Doble tragedia en San Miguel de Allende: la violencia y la insensibilidad oficial. Foto: News San Miguel
La muerte de Magdalena, una mujer que caminaba con su pareja por el centro de la ciudad, tras un ataque premeditado contra un hombre que caminaba pasos adelante, quiso ser disfrazada como un incidente que “no afecta a los visitantes”, pretendiendo hacer pasar a la víctima como residente local.
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