La violencia de género empieza con las palabras antes de llegar a ser extrema; ahí también hay que frenarla
Hace casi seis años en el marco de una campaña electoral reñida, el diputado federal priista Francisco Arroyo Vieyra creía subir el tono de la contienda municipal por la capital de Guanajuato al llamar denigratoriamente a la aspirante panista Ruth Lugo Martínez «Señora Weiler», en busca de un juego de palabras que asociara a la candidata con la raza canina Rottweiler.
Afecto a un humor político que quería ser ácido pero terminaba siendo denigratorio y rebajando el nivel de una contienda civilizada a un pleito de barriada, Arroyo, quien había presidido el Congreso de México en esa legislatura y se aprestaba a dar un salto a la diplomacia en la que representaría a nuestro país en Uruguay y en el Mercosur, no hacía sino mostrar un añejo vicio de los políticos mexicanos: la resistencia a la participación de las mujeres e la esfera pública.
Las cuotas de género abren espacios a las mujeres en la política, pero no cambian las mentalidades; el machismo prevalece en la escena pública y funcionarios de todos los signos se resisten a la igualdad en los hechos aunque la empleen en el discurso.
Como la vieja izquierda, la derecha católica también arrastra un fuerte desprecio por la igualdad de oportunidades para las mujeres.
La crisis del modelo misógino que hizo evidente el exabrupto del exdirigente sesentaiochero Marcelino Perelló pone en el tapete de las discusiones una asignatura pendiente para la modernidad política de México: el combate al machismo en todas sus expresiones y vertientes, de las más brutales a las más sutiles. Lee el resto de esta entrada »
Pareciera que un repentino ataque de sensatez y corrección política invade a los tradicionalmente omisos diputados priistas, quienes han encontrado en el discurso de equidad de genero y de exigencia de derechos para las mujeres, un inesperado bastión de defensa para la muy probable violación de la ley de responsabilidades de los funcionarios públicos en que habría incurrido el Presidente de la República. Lee el resto de esta entrada »
No lo entienden muy bien los gobiernos panistas, tampoco los jerarcas de la iglesia y mucho menos en los ámbitos de la procuración de justicia: el combate a la misoginia, el reclamo de equidad de género, la demanda de políticas públicas de protección a las mujeres y de sanción a sus agresores, sean golpeadores o asesinos, llegó para quedarse.
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Si fuéramos cada una en un automóvil, sí que causaríamos tráfico.
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