Este fin de semana fue particularmente paradigmático en la exhibición de las contradicciones que enfrenta el estado de Guanajuato y que le impiden un regreso a la normalidad de la que gozábamos hace no mucho.
La seguridad es un acertijo indescifrable. El record de asesinatos del mes de enero parece continuar en el segundo mes del año, pero además las cosas se complican al advertirse las profundas diferencias que privan entre los niveles local y federal.
Guanajuato es una fiesta, por lo menos para algunos. Foto: Facebook.
En Celaya, el domingo por la tarde, se suscitó un enfrentamiento entre corporaciones tras un atentado contra elementos de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Los elementos del estado impidieron que policías municipales se acercaran a la escena, cuando en teoría son el primer respondiente, algo que nunca ocurrió durante los largos años que la policía de Celaya estuvo dirigida por enviados de la Secretaría de Seguridad Pública.
Recibo muchos mensajes de amigos de Celaya con quienes comparto mis columnas, en torno al tema de la inseguridad. La mayoría coincide en que la situación es verdaderamente insoportable y que difícilmente se puede hacer algo de forma organizada, porque la gente vive con miedo y sin un ápice de confianza a las autoridades.
Hace diez años ya conocíamos las incursiones del crimen organizado en Guanajuato. Sin embargo, eran solo eso: avances, tanteos. Nadie se imaginaba la existencia de cárteles locales, ni siquiera el asentamiento de los provenientes de otros estados.
La mitología urbana de la época hablaba de Guanajuato como un estado tranquilo porque “aquí vivían las familias” de connotados capos de otras latitudes.
Hace siete años, Miguel Márquez nos vendió a los guanajuatenses la idea de un sofisticado sistema de video vigilancia cuyo costo, exorbitante, parecía justificarse por el servicio que brindaría: establecer un blindaje para preservar la paz y la tranquilidad de un estado que veía como aumentaba su PIB año con año por la llegada de las inversiones extranjeras y el turismo.
En Guanajuato el problema de la seguridad no ha sido de dinero, ni de recursos, sino de organización de capacidad y de disposición.
Dinero no les ha faltado a Carlos Zamarripa ni a Alvar Cabeza de Vaca. Miguel Márquez abrió la chequera generosamente, muchos pensamos que el tema no es ajeno a practicas de corrupción, para hipotecar al estado en seis años de rentas onerosas destinadas al programa Escudo.
Dos mil setecientos millones de pesos se dicen fácil. Probablemente se haya llegado a los 3 mil millones, pues hubo gastos complementarios, pero la opacidad ha estado a la orden del día.
Este domingo en el consulado mexicano en Dallas, Texas, la dura realidad que viven los ciudadanos de Guanajuato en materia de seguridad, la misma que trata de ser minimizada por el nuevo gobierno, le estalló en las manos a Diego Sinhue Rodríguez Vallejo al enfrentar el justificado y valiente reclamo de unos padres que perdieron a su hijo a manos de policías que dependen directamente del mandatario.
Lo que se pretendía una gira “bonita y lucidora”, con reuniones en Cámaras de Comercio, líderes migrantes progobiernistas y asociaciones de políticos latinos, se convirtió de pronto en una extensión de la tierra sin ley en la que está convertida una parte nada desdeñable de la geografía guanajuatense.
La señora Guadalupe Cayente, madre de Leonardo, sostiene la foto de su hijo en la protesta ante el gobernador Diego Sinhue Rodríguez. Foto: Cortesía.
La última aparición pública del gobernador Diego Sinhue Rodríguez en este fin de año fue el pasado viernes 21 de diciembre: un evento con migrantes en Huanímaro, Guanajuato, donde anunció que las políticas dirigidas a ese sector no se verán afectadas por la disminución de los recursos federales del presupuesto 2019 hacia la entidad.
Antes de eso había subido un video a sus redes sociales y a la Web oficial del Gobierno del Estado con un mensaje navideño en el que lo acompañó su familia.
Celebrando migrantes antes de vacaciones, pero ni una palabra sobre Leo Reyes. Foto: Gobierno del Estado.
Guanajuato sigue siendo un estado de alta migración, pese al crecimiento económico de los últimos años. Tener un trabajo continuo en la industria de la construcción en Texas no se puede comparar con una plaza en cualquiera de las empresas del clúster automotriz de la entidad.
Esa era la historia de Leonardo Reyes Cayente, un joven de 23 años originario de una modesta comunidad de San Miguel Allende, San Damián, donde apenas habitan 50 familias. A los 16 años abandonó familia, comunidad y escuela para iniciar una aventura en Dallas.
Leo Reyes en vida. El vehículo donde fue abatido por policías estatales. Foto: San Miguel de Allende Noticias con Valor
Al PAN Gobierno le gustan las reuniones en lo oscurito. Así han gobernado y así han construido una cultura política basada en la componenda y el arreglo bajo la mesa.
Así, destruyeron prácticamente a toda la oposición en Guanajuato. Así han durado en el gobierno casi tres décadas y van por más.Read the rest of this entry »