Este fin de semana fue particularmente paradigmático en la exhibición de las contradicciones que enfrenta el estado de Guanajuato y que le impiden un regreso a la normalidad de la que gozábamos hace no mucho.
La seguridad es un acertijo indescifrable. El record de asesinatos del mes de enero parece continuar en el segundo mes del año, pero además las cosas se complican al advertirse las profundas diferencias que privan entre los niveles local y federal.

En Celaya, el domingo por la tarde, se suscitó un enfrentamiento entre corporaciones tras un atentado contra elementos de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Los elementos del estado impidieron que policías municipales se acercaran a la escena, cuando en teoría son el primer respondiente, algo que nunca ocurrió durante los largos años que la policía de Celaya estuvo dirigida por enviados de la Secretaría de Seguridad Pública.
Desde hace unas semanas, el secretario de seguridad de ese municipio atenazado por la violencia es un policía federal con licencia, Miguel Ángel Simental, quien fuera comisario de esa corporación en Guanajuato el sexenio pasado. La gran pregunta es si eso tiene algo que ver en la virulenta respuesta del estado ante la intervención de los policías municipales, dos de los cuales se encuentran detenidos en su fiscalía de delitos de alto impacto.
Nada se sabe, no hay información oficial, ni sobre la agresión sufrida por los oficiales del estado, ni tampoco sobre las razones del conflicto entre corporaciones y las causas de la detención de dos policías preventivos, ni siquiera el propio Simental lo sabe, de acuerdo a sus declaraciones de ayer.
En Irapuato, un empresario deportivo fue asesinado en un restaurante atestado en una de las zonas residenciales de la ciudad, la colonia La Moderna, alrededor del mediodía. El evento fue traumático para los empleados y los comensales que convivían en el lugar.
Por la mañana de ese mismo domingo, una marcha recorrió las calles de León, encabezada por integrantes de la familia Le Barón, con el reclamo de la seguridad. Ese mismo fin de semana se dieron nuevas desapariciones de personas, hay datos de una familia de 4 integrantes en Salvatierra, tres de los cuales son menores, sin que se haya generado una Alerta Amber setenta y dos horas después.
En contra partida, ¿dónde se encontraban los personajes más conspicuos de la política estatal?
El gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo decidió realizar una “gira” a la zona de Los Ángeles, en California, pretextando una reunión de familiares de migrantes de la tercera edad en la ciudad de Fullerton. La actividad la impulsó el alcalde de Huanímaro, uno de los dos munícipes migrantes de Guanajuato, Armando Solís, quien justamente tenia residencia en esa comunidad de California antes de incursionar en la política.
Sin embargo, las actividades del gobernador se limitaron a una reunión con la cónsul de México en Los Ángeles, Marcela Celorio y al evento denominado “Minero de Plata”, dentro del programa que propicia el reencuentro entre familiares de migrantes que tienen años sin verse, las cuales se realizaron el viernes 31 de enero, justo en el arranque del puente.
Y aunque el gobernador realizó publicaciones en sus redes sociales incluso el domingo 2 de febrero, las de otros actores como la embajadora Celorio y el alcalde Solís, evidencian que el único día con agenda pública fue el viernes. No es difícil pensar que el gobernador se haya tomado el puente haciendo turismo en Los Ángeles o en el cercano Anaheim, donde se encuentra el parque original de Disneylandia, nada anormal por supuesto, pero tampoco nada para ocultar.
Sin embargo, el hecho de que la agenda del gobernador en California se haya manejado con tanta secrecía, motivo algunas inconformidades de líderes migrantes de la zona que tienen la suposición de que el gobernador quería evitar reclamos, principalmente, por el tema de la inseguridad en el estado, algo que también les afecta en sus visitas y a sus familiares.
Y este domingo, el área de comunicación social del gobierno del estado decidió despacharse con la cuchara grande y contrató tres anuncios en momentos clave de la transmisión del Super Bowl 2020, a un costo que sería muy sano conocer pero que no es nada barato.
El gobierno decidió promover las ciudades turísticas de la entidad y también el próximo rally automovilístico del mes de marzo. Pareciera ser una estrategia para tratar de contrarrestar la caída en la imagen de la entidad producida por el auge de la violencia del año pasado y el inicio de este.
En un régimen responsable, con un apego a políticas transparentes, se podría saber cuánto costaron esos promocionales y qué se espera de ellos, así como el balance final entre inversión y resultados. Por el momento, en Guanajuato eso parece imposible, aunque de cualquier manera hemos hecho la pregunta al Estado por los mecanismos de transparencia.
Además, aprovechando que el patrón andaba lejos, sus colaboradores más cercanos no perdonaron las diversiones que ofrece la feria de León y este sábado pudo verse al jefe del gabinete estatal, el poderoso Juan Carlos Alcántara, departiendo en el palenque donde actuaba Alejandro Fernández y dándose a la costumbre milenial de tomarse selfies con sus admiradores panistas. Total, parece que para estos jóvenes llegados a la cumbre del poder, Guanajuato es una fiesta.
No lo es para empresarios, precisamente del ramo turístico, como los propietarios del restaurante bar La Chopería en Celaya, que ayer mismo anunciaron el cierre del establecimiento a causa del clima de inseguridad que priva en la región.
En el fondo, lo que vemos es la misma dicotomía entre la realidad del estado, complicada, difícil y sin que los responsables políticos exhiban estrategias que estén arrojando resultados, y la apuesta, digamos “light” por una política de “buenas noticias” que lo único que parece lograr es tender cortinas de humo llenas de rasgaduras.
Sería mejor tener a un gobernador que aceptase la realidad, que se desvelara para que sus gobernados durmieran tranquilos y que presionara a sus colaboradores para que entreguen resultados a los guanajuatenses.
No sería tampoco mucho pedir al responsable del Poder Ejecutivo , en las actuales circunstancias de la entidad, que confiara en la transparencia y la rendición de cuentas como instrumentos de gobernabilidad y de generación de confianza con sus conciudadanos.