* De la “unidad nacional” al “ayúdeme señor presidente”
* Diputados renuncian a la evaluación y aplauden al fiscal a rabiar
* Etapa crítica de COVID bajo un mando titubeante en salud



1.- A Diego Sinhue se le acaba la gasolina de la rebelión
La confrontación que quiso abrir el gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez, con el presidente Andrés Manuel López Obrador, por los señalamientos de que “se ha dejado crecer el problema de la inseguridad”, duró menos de una semana.
Apenas había dado el mandatario estatal el Grito de Tampico, para pedir unidad nacional en torno a la batalla contra el crimen organizado y rechazar la “politización” del combate a la inseguridad, cuando su fiscal favorito y hombre fuerte del gobierno exhibió su incapacidad al no poder mantener en prisión a las mujeres de la familia del Marro, cuya detención fue el mayor trofeo exhibido de la catastrófica operación de la víspera del Día del padre.
Con Carlos Zamarripa exhibido a nivel nacional, con detalles tan grotescos como el de la perito que nunca llegó a rendir declaración, ya no cabía el discurso confrontador e independentista basado en el slogan “En Guanajuato si sabemos cómo hacerlo”.
Al fracaso de Zamarripa le siguieron los misiles disparados por López Obrador desde la mañanera contra el fiscal de 11 años y después los de Alejandro Gertz Manero sobre la decisión de abrir una investigación tras la fallida operación en San Isidro de Elguera.
En esas andábamos, siendo el pitorreo del país entero, cuando se produjo la terrible matanza del anexo de Arandas en Irapuato, exhibiendo la incapacidad del estado para prever la actuación del crimen organizado, pese a tres avisos previos de ataques en establecimientos del mismo tipo.
El estremecimiento provocado por el atroz crimen se magnificó por la polémica vigente desde el operativo del 20 de junio, la atención nacional se volcó sobre Guanajuato y el gobierno de Sinhue no salió bien librado del escrutinio nacional, aunque en la entidad un cada vez más encerrado panismo local salió a tratar de defender al mandatario con intentos de campañas en redes sociales que no llegaron muy lejos.
En realidad, lo que está haciendo crisis es un modelo de gobierno que decidió dejar de lado los problemas reales para enfocarse en una fachada construida con efectismo publicitario que se rasga al primer zarpazo de la realidad.
Sinhue no puede confrontarse al mismo tiempo con el secretario de Seguridad Alfonso Durazo, con Gertz Manero, con el secretario de la Defensa Luis Crescencio Sandoval y hasta con el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto Castillo, en defensa de un fiscal que no le está dando resultados, y esperar salir airoso de la prueba.
Si el estado no estuviera con los índices de violencia e inseguridad en los niveles de alarma, si el sistema de procuración de justicia funcionara y si el estado no fuera la arena de batalla de dos grupos del crimen organizado que no ceden terreno, Sinhue y los panistas de Guanajuato podrían jugar a la insurgencia, pero no irán muy lejos cuando su tejado es de cristal.
La justificación de que el estado sufre un abandono del gobierno federal en materia de seguridad, tan cara a aliados empresariales como el cada vez más entregado presidente del Consejo Coordinador Empresarial, José Arturo Sánchez Castellanos, se debilita cuando se le dota de un sesgo ideológico antiamlo, siendo que en el pasado reciente nunca se empleó ese argumento como bandera pese a que el gobierno de Enrique Peña Nieto tampoco se caracterizó por apoyar al estado en la materia.
La confrontación política estado vs.gobierno federal tendría más sentido si aquí estuviera haciéndose la tarea y entregando buenas cuentas. Pero si solo se trata de pegarle a quien puede ser el único aliado para revertir la situación, la apuesta parece suicida.
Por lo demás, en el sistema PAN- Gobierno estatal parece vivirse una esquizofrenia: mientras Zamarripa y Alvar Cabeza de Vaca se llenan de elogios para la colaboración con el gobierno federal y se ahorran cualquier clase de crítica, desde el comité estatal panista se desatan diatribas contra “la trampa” tendida por el gobierno federal.
Si se tratara solo de jugar al policía bueno y malo, parecería trivial la maniobra, pero no es así, en medio de ese doble discurso se encuentra lo más valioso a que podemos aspirar como sociedad: la paz y la tranquilidad, de momento extraviadas, en buena medida por la inacción de gobernantes triunfalistas que solo se han dedicado a simular un progreso con pies de barro.
2.- Respaldo de diputados a Zamarripa llega al sometimiento
La línea para los diputados del PAN y sus partidos satélites fue clara: nada que meta en problemas al fiscal Carlos Zamarripa y todo el respaldo a su actuación. Sin embargo, muchos de los legisladores se sobreactuaron y del apoyo pasaron a la abyección y dejaron al poder Legislativo exhibido, como si hiciera falta.
Lo del viernes ya no fue un “cheque en blanco”, sino una abierta complicidad con una dependencia que a todas luces está fracasando en su encomienda principal: perseguir el delito con resultados que inhiban su crecimiento en Guanajuato.
Con el agravante de que esa dependencia ya ni siquiera depende del Poder Ejecutivo, gracias a la autonomía de la que le dotó una reforma aprobada por el Legislativo, el único poder que puede fiscalizarla.
De modo que al armar un coro de felicitaciones, reconocimientos, admiración y apapachos, los diputados panistas y sus socios de Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza, Verde, PRD y PRI, lo único que hicieron fue renunciar a su facultad constitucional de evaluar el funcionamiento de la Fiscalía General Autónoma.
En el caso de los panistas, al asumir una consigna partidista y del titular del Ejecutivo, olvidaron su papel de representantes populares y no fueron capaces de articular la exigencia ciudadana de seguridad, que en muchas regiones se convierte en clamor desesperado, con una estrategia de respaldo político.
Incapaces de discernir entre su función como voces de la ciudadanía y miembros de un partido político, panistas y comparsas, se erigieron en convalidadores y justificadores de una estrategia que está fracasando de acuerdo al sentir ciudadano y a evidencias palpables en el creciente deterioro de la paz en Guanajuato.
Como hay además, unos diputados más creativos que otros, los respaldos fueron variando de tono hasta convertirse en un concurso de zalamerías que rayó en el ridículo. Olvidándose de que los observaban ciudadanos, los diputados parecían solo en una carrera por hacer méritos frente a quienes van a palomear sus intentos de reelección o de brincar a otro cargo de elección.
El PAN, al llegar a la treintena de años en el poder estatal, se revela con esclerosis aún más agudas que las padecidas por el PRI de 70 años y que condujo a este partido no solo a su derrota sino que lo tiene en la actualidad en una ruta de extinción que ya nada parece detener.
Los panistas del Congreso, plenos de soberbia, se manejan como si fueran los dueños de la voluntad política de los ciudadanos de Guanajuato y la pudieran entregar envuelta para regalo a un funcionario que da muestras evidentes de su fracaso día tras día. ¿Será así? ¿Les seguirá funcionando esa actitud? Estamos a muy poco de saberlo.
Mientras tanto, lo único seguro es que la tranquilidad de Guanajuato no regresara pronto, por lo menos no de la mano de quienes ni siquiera se dignan a asomarse a su realidad, desde sus altos sueldos y sus múltiples privilegios.
3.- COVID-19: empieza el calvario cuando la estrategia se agota
Los llamados a la contención y el autoconfinamiento no están funcionando, la movilidad de los principales municipios de Guanajuato es casi normal, mientras hay una renuncia explícita de la autoridad a mantener el aislamiento social como estrategia para el freno de los contagios.
Presumiendo su capacidad en hospitales, en camas y en ventiladores, el secretario de Salud de Guanajuato, Daniel Díaz Martínez, parece no entender que lo esencial es frenar los contagios al máximo, pues de continuar el crecimiento de la curva con la dinámica exhibida hasta ahora, no habrá capacidad para enfrentar las consecuencias.
Y al igual que a nivel nacional, en el estado seguimos escuchando discursos triunfalistas y llamados a la responsabilidad individual que son desoídos. Mientras, se ha decidido dar cancha abierta a la reapertura del clúster industrial, principalmente el de la industria automotriz, negando los riesgos de esa reapertura.
Los funcionarios de salud, como Daniel Díaz, prefieren escurrir el bulto de su responsabilidad y culpar al ciudadano común de contagiarse “en fiestas y reuniones familiares”, eludiendo el papel del estado en las políticas de salud que son relevante siempre, pero vitales en una emergencia como la que vivimos.
Donde no pueden eludir su responsabilidad es en los descuidos ocurridos en nosocomios como el Materno Infantil de Celaya, donde el brote de contagios propiciado por las inadecuadas medidas del director José Luis Hernández Reguero, ya ha afectado a más de 30 trabajadores, entre médicos, enfermeras y técnicos.
Sin embargo, el doctor Hernández Regueros se maneja a su aire protegido por el poderoso subsecretario de administración de Salud, Fernando Reynoso Márquez, con lo que Daniel Díaz topa en pared.
Una situación similar ocurre en el Hospital de Valle de Santiago, donde los contagios superaron los 20 y el brote no había sido enfrentado por la dirección del hospital. Se trata de una pandemia y los riesgos están por todas partes, peor una vez que se localiza un foco de contagios, se supone que existe la capacidad para enfrentarlo y cortar la cadena de transmisión.
Lo importante del tema es que en las próximas semanas, ante el relajamiento permitido por la lenidad gubernamental, los hospitales estarán llegando a sus máximos y el personal de salud será exigido de forma extraordinaria. El secretario de salud del estado debería estar pensando seriamente en pasar del discurso propagandístico a acciones más contundentes para las complicaciones que se avecinan.
Un foco rojo, como hemos dicho aquí desde el inicio de la pandemia, es el Laboratorio Estatal de Salud Pública, al mando de Rosario Sánchez Navarro, donde el tema de las pruebas sigue siendo administrado, como se observa cada fin y principio de semana, donde no es que los contagios disminuyan, sino que las pruebas se limitan por falta de capacidad, algo que no sería admisible en una estrategia rigurosa de contención.
Sánchez Navarro, otro alfil del círculo marquista incrustado en Salud, no puede ser llamada a cuentas por Daniel Díaz, como tampoco Fernando Reynoso o Fátima Melchor, familiares directos del todavía influyente exgobernador.
Así, con criterios políticos, nepotismo transexenal, descuidos de directivos y personal médico dando positivo a COVID-19 en brotes preocupantes, llegamos al momento más delicado de la pandemia. Extrememos precauciones.