
* Realidades de Guanajuato aumentan su distancia
* Salida en falso de Diego empantana sucesión
* La única corcholata de Alejandro Navarro
1.- Un secretario de gobernación en una encerrona panista
Con una autosatisfacción digna de mejor causa, el estamento político de Guanajuato se pasó una semana de ensueño. Entre la marcha “en defensa del INE”, local y nacionalmente; la visita de funcionarios del gabinete federal y el festival del globo, nuestros políticos no se dieron abasto para divulgar selfies y placearse en lugares públicos, como si Guanajuato fuera una fiesta.
El gobernador Diego Sinhue Rodríguez metió en su terreno al precandidato presidencial Adán Augusto López y le formó un auditorio mayoritariamente panista y filopanista, ante el cual el también aspirante presidencial bajó el tono beligerante de su discurso previo y tendió puentes de plata.
Fue tan ventajosa la situación para el mandatario local que se dio el lujo de colocarle en primera fila para la foto y los abrazos al fiscal Carlos Zamarripa Aguirre, el funcionario local que ha sido el blanco predilecto de los señalamientos del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, cada vez que revisa el nivel de inseguridad que se vive en la entidad.
En evidencia quedó que la autonomía del fiscal solo sirve para que este no le rinda cuentas a nadie, pero no para tener una separación clara con el estamento político panista que domina el estado hace tres décadas y que ha copado todos los espacios que teóricamente deberían abrir cancha a la sociedad civil, como las instituciones de transparencia, de derechos humanos o de combate a la corrupción.
Adán Augusto, quiso compensar la beligerancia de sus discursos sobre Guanajuato en otras entidades, con una pieza oratoria llena de elogios al gobierno dieguista que hubiera sonrojado al más disciplinado de los diputados panistas del Congreso.
Lástima que la realidad que esos políticos locales y federales elogiaban y autoelogiaban encerrados en un lujoso hotel leonés, no sea la misma que viven los comerciantes de Celaya y Salamanca, víctimas de ataques y asesinatos arteros en esa misma semana de globos y de fuegos artificiales de la clase política.
Mientras el secretario de gobernación se refería al “dinamismo” de la economía estatal, en esas ciudades víctimas de la violencia indiscriminada se anunciaban nuevos cierres de negocios por la amenaza de la inseguridad, al tiempo que la desconsolada clientela de los taqueros asesinados en Salamanca acudía en masa a colocar flores y ofrendas en el lugar de la masacre y como un silencioso peor no menos enérgico ya basta.
Para rematar la semana, funcionarios y políticos le dieron rienda suelta a las poses en el festival del globo, un evento subsidiado con recursos públicos y explotado por una empresa privada que no rinde cuentas, cuyos costos para el público se han elevado y vuelto prohibitivos para grandes capas de población que se limitan a ver los globos de lejos, mientras sufren las complicaciones del transporte público por la realización de ese evento.
Así van las dos realidades de Guanajuato, una en la que los políticos viven, intrigan, se distancian, se reconcilian, alejados de las preocupaciones de mujeres y hombres de la calle. ¿Se pueden seguir separando estas realidades de forma impune? ¿Pueden los políticos seguir en su mundo de ensueño y privilegios, festinando logros abstractos que no traen beneficio alguno a las mayorías?
Ellos creen que pueden seguir así indefinidamente, pero a causa de ese divorcio hemos llegado a la paradójica situación en la que estamos: una región con un alto crecimiento de la inversión y del producto interno bruto pero también con un aumento brutal de la pobreza, la desigualdad y la violencia.
No lo saben o no quieren darse cuenta, pero es como construir sobre terreno minado.
2.- El arranque de la sucesión hizo agua en Guanajuato
La realidad es implacable. La invención del gobernador Diego Sinhue Rodríguez para ungir como precandidato y delfín al secretario de Desarrollo Social Jesús Oviedo Herrera, ha terminado por hundirse en la intrascendencia, lo cual genera un serio problema para la dinámica del fin de sexenio pues la salida en falso denota escaso control, lecturas deficientes de la realidad y, lo peor, exceso de confianza.
Se sabe en el seno de palacio y en todas las oficinas alternas que este gobierno utiliza con gran desprecio por la austeridad, que el gobernador no tolera que le lleven la contra y que esto ha generado un creciente silencio en torno a planteamientos tácticos y estratégicos, pues prácticamente no hay burócrata de alto nivel que se anime a ser crítico de las posiciones del gobernador, aunque perciba con claridad que no son atinadas.
En su primer cargo de poder real al que llegó sin tropiezos significativos que le enseñaran el valor de la autocrítica y de la sinceridad de los colaboradores, Diego Sinhue ejerce un estilo dictatorial que puede conducirle a graves traspiés.
Liberado ya de la influencia que ejercía sobre él su mentor e impulsor, Miguel Márquez Márquez, a quien de cualquier manera le sigue teniendo grandes consideraciones, el mandatario parece estar actuando sin contrapesos en el día a día.
Así pudo haberse producido el error de colocar en Desarrollo Social al cortazarense Oviedo Herrera y proyectarlo como delfín. El funcionario hiló constantes tropiezos, evitó tomar decisiones, eligió mal a sus colaboradores y ni siquiera logró una proyección mediana de su imagen.
En pocas semanas a los propios panistas les parecía cuesta arriba la posibilidad de convertirlo en un candidato carismático, justo cuando se prevé que la ventaja de la marca se reduzca de veinte a diez puntos en las encuestas y obligue a jugar sin errores.
La frase más común escuchada entre los cuadros políticos panistas en estos meses era un preocupante “Chucho no crece”.
Mientras eso pasaba en la dependencia con uno de los más altos presupuestos del gobierno, en la Secretaría de Gobierno, una especie de patito feo en cuanto a recurso público, comenzó a despegar su titular, Libia Denisse García, simplemente por manejar un aguzado sentido de la oportunidad, aparecer cuando se debe, mandar mensajes atinados y realizar un despliegue arrollador en sus redes sociales.
Por otra parte, ahí si con ancha manga en cuanto a uso de dinero público, la alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez, nunca quitó el dedo del renglón en la proyección de su imagen y la clara idea de convertirse en competidora para buscar la candidatura de su partido al gobierno estatal, con el apoyo abierto de Marko Cortés, el dirigente nacional panista que parece pretender lo que ni Vicente Fox ni Felipe Calderón lograron como presidentes de la República: ungir un candidato en Guanajuato ajeno al grupo de poder local.
Vistas las cosas con la distancia de estos meses, el error inicial parece haberse originado en el propio gobernador al sobrevalorar las capacidades y potencialidades de Jesús Oviedo, o sencillamente al pensar que podía ungir a cualquiera con solo quererlo.
Ahora, con la presión de no alargar más los tiempos para no seguir confundiendo a sus huestes, el gobernador panista en quien recae enteramente la posibilidad de construir o elegir a quien deba buscar sucederlo en su partido, Sinhue está obligado a evitar una nueva salida en falso.
Si decide aprovechar el crecimiento de Libia Denisse para que represente la opción local, frente a la opción “externa” que significa Alejandra, urgiría moverla de la Secretaría de Gobierno, un espacio acotado para el lucimiento y de alto riesgo por ser cabeza virtual del tema de seguridad y por la siempre oscilante relación política con los otros dos niveles de gobierno.
Lo que el gran elector del panismo guanajuatense no puede permitirse es un segundo error, pues eso lo dejaría en manos de Marko Cortés y con el peligro de un relevo total del grupo político enquistado en el poder desde el gobierno de Juan Manuel Oliva o, incluso, ante al riesgo de cerrar más la elección frente a Morena.
3.- Guanajuato: Precampaña anticipada, nepotismo y complicidades
El alcalde de Guanajuato, el panista Alejandro Navarro, el mismo que se ha vuelto popular a golpe de ocurrencias y bufonadas, parece haber organizado su sucesión con más éxito que el gobernador Diego Sinhue Rodríguez.
No mejor, pero si menos titubeante.
Navarro está decidido a imponer a su esposa Samantha Smith y tratar de conseguir al menos 9 años de poder familiar, si no es que llega a la docena.
Un evento de centenares de acarreados se celebró esta semana con el pretexto del “informe” de la presidenta del DIF. Es imposible llenar un espacio como el auditorio de Yerbabuena sin recurrir al aparato oficial – partidista y gastar recursos públicos.
El descaro fue tal que las crónicas compradas en los medios de comunicación locales, sin la aclaración de que se trataba de gacetillas, se solazaban refiriendo “el músculo” de la informante y hablando descarada y descarnadamente de “futuras aspiraciones políticas”, que por cierto son más presentes que nunca.
Para redondear la faena, Smith fue avalada en su abierta precampaña por representantes de otras fuerzas políticas: Yulma Rocha, diputada del PRI; Gerardo Fernández, diputado del Verde, además de toda la clase panista de la capital encabezada por Juan Carlos Romero Hicks y Gerardo Trujillo.
Resulta lamentable la normalización de estos usos y costumbres de un panismo cada vez más priista, con sus cargadas y sus dedazos, aunque un poco más degradados, porque hoy los da un marido en favor de su cónyuge.
Extraña que Romero Hicks, tan acucioso en sus críticas a los abusos de la 4 T, se trague competa esta simulación en su terruño. O a lo mejor no extraña: tanto tiempo en la política ya lo convirtieron en todo lo que rechazaba hace muchos ayeres.
Qué pena.