No lo entienden muy bien los gobiernos panistas, tampoco los jerarcas de la iglesia y mucho menos en los ámbitos de la procuración de justicia: el combate a la misoginia, el reclamo de equidad de género, la demanda de políticas públicas de protección a las mujeres y de sanción a sus agresores, sean golpeadores o asesinos, llegó para quedarse.