Aunque la vieja cultura política priista se vio gravemente ofendida por la concertación salinista de 1991, que desbancó de una elección ganada a Ramón Aguirre Velázquez y aupó a un sorprendido Carlos Medina a un interinato que alcanzó las dos terceras partes de un sexenio, el tiempo ha hecho su tarea y esas heridas están curadas.
Foto: Twitter
El mayor bálsamo para esa evolución ha sido la debilidad de los priistas ante quien tiene poder.
Los próceres del tricolor en la última década han sido alegres compañeros de aventura de los gobernadores azules, quizá con la única excepción de Juan Ignacio Torres Landa, dos veces candidato y encendido liberal que buscó afanoso alianzas con el PRD, sin haberlas podido conseguir nunca.
Cuando en todo el mundo arrecia la preocupación y las exigencias de acciones concretas para detener el deterioro ambiental y sus consecuencias, como el cambio climático, los desastres naturales asociados y el incremento de las presiones migratorias, en Guanajuato parece que seguimos anclados en la irresponsabilidad del pasado.
No puede entenderse que el gobierno encabezado por Diego Sinhue Rodríguez se plantee revoluciones imaginarias, imitación de sociedades distintas y distantes, y la búsqueda de un primermundismo discursivo, cuando la realidad nos devuelve una y otra vez a la precaria situación que vivimos, teñida de desigualdad, de carencia de estado de derecho y de impunidad.
Hoy me limitaré a abordar el tema ambiental, aunque no puedo dejar de mencionar la inquietante realidad que se vive en buena parte de los municipios del centro y sur del estado, donde la actuación rampante de grupos del crimen organizado ha creado de facto un toque de queda producto del terror y de la ausencia de gobierno. Ya hablaremos de eso.
Pero muy poco puede hacerse para combatir la inseguridad cuando el estado renuncia a facultades tan elementales como las de normar el desarrollo equilibrado y sustentable y permitir triquiñuelas para que personajes influyentes lucren con una de las escasas reservas forestales de una entidad que si algo le hace falta son árboles.
Semana de informes, semana de confrontaciones. ¿Quien le debe y quién no le debe a Guanajuato? Los parquímetros en la capital del estado ¿a quién se le ocurre? Reelección en la UG, cuatro años más de boato sin proyecto académico
Veo con
preocupación como casi todos los medios de comunicación de Guanajuato, salvo
honrosas excepciones, se uniformaron en sus espacios principales, el domingo
por la noche y el lunes por la mañana, con la difusión del boletín de la Fiscalía
General del Estado donde se anuncia la captura del presunto asesino del
dirigente sindical del ISSEG Mauricio García Flores.
Usando un florido
lenguaje pródigo en autoelogios, el vocero de la FGE no tiene pena en reseñar
con calificativos como “respaldo científico forense y minucioso análisis de
información”, lo que fue una evidente casualidad.
La detención de
Juan N, vecino de La Sauceda de 51 años, ocurrió después de que fue lesionado
por un arma de fuego y al acudir los agentes localizaron armas que pudieron ser
identificadas como las causantes del deceso de García Flores.
Al igual que le
ocurrió al investigador y analista Sergio Aguayo; o al periodista guanajuatense
Humberto Padgett; incluso al conductor Pedro Ferriz de Con, el abogado Roberto Saucedo
y quien esto escribe estamos en el selecto club de los opinadores denunciados
bajo la figura de daño moral en reclamo de cifras millonarias.
El doctor Aguayo
ya superó, tras un largo y tortuoso periplo legal, la demanda de Humberto
Moreira, el ex gobernador de Coahuila que se ofendió cuando el investigador del
Colegio de México le demostró sus vinculaciones con agrupaciones delictivos de
esa entidad. Sin embargo, con todo y lo delicado de los señalamientos, Moreira
apenas le reclamaba a Sergio Aguayo la friolera de 10 millones de pesos.
Nunca lo ofreció en la campaña, sin embargo, una de las primeras preocupaciones del alcalde capitalino Alejandro Navarro Saldaña, de extracción panista, es la de construir un nuevo palacio municipal que se ubicaría, casualmente en la frontera de la peleada zona de preservación ecológica de La Bufa, para lo cual se pretende endeudar al ayuntamiento con 200 millones de pesos, equivalentes a la mitad de su presupuesto anual.
Resulta demasiado sospechoso que un alcalde que proviene de un grupo familiar vinculado a la industria de la construcción, en lo primero que piense sea en edificar y que pretenda que sean los guanajuatenses actuales y futuros los que sufraguen la obra.
Matar a la ciudad. Foto: Presidencia Municipal de Guanajuato.
Por cierto, se extrañó la presencia del comisionado Juan Sámano. Son poquitos y falta la mitad. Así nomás no se pue… twitter.com/i/web/status/1…1 day ago
Anuncio de conmemoración a soldados caídos durante la “guerra sucia” indigna a familiares de víctimas de la represi… twitter.com/i/web/status/1…1 day ago
Fue una reunión decorosa para empezar: quedaron claras muchas insuficiencias del organismo, atribuidas por ahora a… twitter.com/i/web/status/1…1 day ago