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PRI-PAN, la historia da un vuelco

In Análisis Político, POPLab on noviembre 23, 2020 at 11:27 pm

Aunque la vieja cultura política priista se vio gravemente ofendida por la concertación salinista de 1991, que desbancó de una elección ganada a Ramón Aguirre Velázquez y aupó a un sorprendido Carlos Medina a un interinato que alcanzó las dos terceras partes de un sexenio, el tiempo ha hecho su tarea y esas heridas están curadas.

Foto: Twitter

El mayor bálsamo para esa evolución ha sido la debilidad de los priistas ante quien tiene poder.

Los próceres del tricolor en la última década han sido alegres compañeros de aventura de los gobernadores azules, quizá con la única excepción de Juan Ignacio Torres Landa, dos veces candidato y encendido liberal que buscó afanoso alianzas con el PRD, sin haberlas podido conseguir nunca.

Los priistas en el Congreso son una leal oposición, le aplauden al gobernador y validan sus decisiones, evitan cuestionar la marcha de políticas fracasadas, como la de seguridad, y obtienen intercambios ventajosos de cada voto y cada reproche guardado in péctore.

El escaso decoro para seguir llamándose oposición podría dar paso, sin embargo, a una alianza formal, ante el peligro del emergente Morena que en Guanajuato pone más en riesgo al marginal PRI que al hegemónico PAN.

Y hay una primera figura pública que podría verse beneficiada por esa nueva etapa de la política guanajuatense, alguien que ya tiene antecedentes de colaboración bipartidista. Se trata de José Luis Romero Hicks, el presidente de la Fundación Colosio en Guanajuato y ex secretario de finanzas en el gobierno del panista Vicente Fox.

El pasado fin de semana corrió como reguero de pólvora el anuncio de que el alcalde de Guanajuato, Alejandro Navarro, fue vetado por su partido (es decir, por el gobernador) para intentar reelegirse. A manera de compensación se le ofreció la candidatura a la diputación local para su esposa, Samantha Smith.

Surgieron las versiones sobre quién podría sustituirlo y en automático se posicionó como un posible aspirante el Secretario General del Congreso, Ricardo Narváez, ex secretario particular de Miguel Márquez y representante ante la Conago de Juan Carlos Romero cuando fue gobernador. Actualmente, la esposa de Narváez es regidora en el cabildo capitalino y, aunque llegó por el PAN, constantemente ha mostrado distancia con Navarro e, incluso, franca oposición.

Las versiones unían lo que parecía un gran activismo del ex gobernador Romero para buscar el cambio de candidato en la capital con la cercanía que el funcionario legislativo guarda aún con Márquez.

Sin embargo, con el paso de las horas las especulaciones tomaron otro rumbo. Bajar de la candidatura a Navarro para favorecer a Narváez parecía demasiado riesgo y muy poco cambio en realidad. Navarro es dueño de las estructuras del PAN capitalino y Narváez solo ha hecho una campaña electoral que por cierto perdió.

Otra versión empezó a cobrar sentido. En realidad Juan Carlos Romero no se estaba esforzando tanto en vetar a Navarro por favorecer a Narváez, sino por propiciar una jugada política de más alto calado: la conformación de una alianza PRI-PAN, urgente en muchas entidades del país aunque no en Guanajuato, con un candidato con nombre y apellido: José Luis Romero Hicks.

Otras indagaciones arrojaron resultados: la alianza se venía cocinando hace tiempo en San Lázaro, donde Juan Carlos oficia como coordinador de la exigua bancada panista y a lo largo de estos dos años ha debido extremar sus dotes diplomáticas para construir un bloque opositor medianamente funcional de las fracciones minoritarias frente a la mayoría de Morena y sus aliados.

El otro Romero Hicks, José Luis, sabe también que sus posibilidades en Guanajuato son escasas ante la nueva dirigencia local que no le perdona su alianza con Gerardo Sánchez y José Huerta Aboytes. Además, la caída en la votación del PRI haría inviable cualquier proyecto por ese solo partido.

Todo cambia si con fundamento en una alianza nacional se logra torcerle la mano a la militancia local del PAN e incluso a la del PRI, a la que desde luego no le disgustaría nada construir una opción ganadora, así sea yendo como cabús, donde no tienen posibilidad alguna.

Intercambié un chat con el propio José Luis Romero para conocer su impresión de estas versiones. Con gran seguridad me respondió: » No estoy buscando cargo de elección popular alguno en el 2021.»

Y tiene razón, pero solo es la mitad de una explicación. La otra es que son los partidos quienes están buscando candidatos desesperadamente.

La nueva circunstancia nacional, la debacle política de los partidos tradicionales en el 2018, la necesidad imperiosa de construir una oposición creíble frente a la todavía incombustible popularidad de López Obrador, traerá consigo situaciones y escenarios que parecían inimaginables hace no mucho.

Quizá estamos ante la incipiente edificación de otra nueva «normalidad», esta política, aunque a muchos les suene todavía improbable o, peor aún, francamente aberrante.

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