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Noticias de la sucesión 2018 en Guanajuato

In Botepronto on junio 20, 2016 at 3:45 am

El escenario: tres precandidatos, dos con posibilidades reales; uno con respaldo político y económico de Miguel Márquez, otro con el control de las bases panistas y un tercero testimonial.

La inexistencia de una oposición viable en Guanajuato centra las tensiones de la sucesión gubernamental en el PAN y convierte a este partido en la única arena donde se dirimen conflictos ideológicos y de interés, lo que redunda ya en un aceleramiento de los tiempos políticos en la entidad.

Hoy aparecen tres precandidatos claros que ya hacen campaña todos los días: Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, Fernando Torres Graciano y Éctor Jaime Ramírez Barba. Todos tienen posiciones de responsabilidad y un piso común: provienen de la que ha sido la corriente hegemónica en el panismo guanajuatense desde que este gobierna.

En este sentido, la virtual desaparición de la disidencia panista histórica redunda en una mayor confusión: quienes hoy se confrontan han sido aliados en el pasado y todos se conocen demasiado bien.

Rodríguez Vallejo es el titular de la que será la principal cartera del gabinete durante los próximos dos años: la Secretaría de Desarrollo Social y Humano, a la que Márquez le ha encargado una misión que se antoja tardía y un tanto desesperada: frenar la caída del nivel de vida en Guanajuato y el crecimiento del número de familias en pobreza, luego de que ello no se ha producido por la política neoliberal de subsidiar la instalación de plantas fabriles de capital extranjero.

En ese sentido, al dotarlo de un presupuesto que puede alcanzar los 5 mil millones de pesos con las aportaciones obligatorias de los municipios, se ha llegado a pensar que Impulso es solo el disfraz de una campaña política anticipada y que Rodríguez Vallejo es el indiscutible delfín de Miguel Márquez. Algo así como lo que intentó Enrique Velasco Ibarra con Raúl Robles en la década de los 80 del siglo pasado.

Sin embargo, la ventaja es también el reto. La política de desarrollo social potenciada por presupuestos de todas las dependencias estatales, por deuda pública y por aportaciones de municipios, debe empezar a dar resultados pronto, de lo contrario el esquema puede funcionar en contra de su máximo responsable.

Diego Rodríguez tendrá que jugar un partido perfecto, consolidando por una parte las metas de Impulso y, de forma colateral, crear una estructura dentro del PAN que le permita tener opción en una contienda abierta. Si lo hace no habrá quien lo pare.

El senador Fernando Torres Graciano conoce como pocos a Miguel Márquez pues prácticamente fue su mentor hasta antes de su arribo al gobierno. Como dirigente del PAN, Torres Graciano hizo de Márquez su secretario general, sacándolo de la oscura dirección del DIF estatal en el gobierno de Juan Carlos Romero.

Al asumir Juan Manuel Oliva el gobierno, fue otra vez Torres Graciano quien resistió las presiones de Gerardo Mosqueda, encargado de armar el nuevo gabinete, para ubicar a Márquez en la Secretaría de la Gestión Pública. También dio la batalla para acelerar el movimiento lateral a Desarrollo Social; a los pocos meses, se registró la ruptura con Oliva para impedir que Alejandra Reynoso arribara a la dirección estatal del PAN, otra jugada clave para preparar la candidatura de Márquez.

Hoy, Márquez y Torres Graciano se forman en filas opuestas. El gobernador no parece querer como sucesor a su viejo compañero de generación y protector, sino a alguien que le deba lealtad. Por eso la insistencia del mandatario en eludir la consulta directa para el proceso de selección y pugnar por la designación a través del CEN, con cuyo presidente aspira a entenderse en ese trance.

La situación coloca a Torres Graciano en la cómoda posición de defender el derecho adquirido por los panistas de elegir a su candidato a gobernador, mientras el gobernador va cuesta arriba con el intento de segregar a los panistas y someterlos a una decisión centralista.

Y aunque el senador blanquiazul hasta ahora no se ha caracterizado por planteamientos de gobierno novedosos o imaginativos, el solo hecho de que en la precontienda las circunstancias le otorguen la posibilidad de defender el derecho a decidir de los panistas, constituye una innegable ventaja.

Como, además, es quien más consolidada tiene una estructura territorial, producto de sus anteriores encargos y de sus alianzas actuales, al defender la elección en cualquier modalidad, defiende directamente su causa.

Su mayor amenaza es que Diego Sinhue Rodríguez logre consolidar una base dentro del PAN con los millones de Impulso.

Finalmente, la candidatura que se antoja más testimonial es la de Éctor Jaime Ramírez Barba, aspirante desde una posición verdaderamente incómoda: el control panista en la Legislatura, lo que no le da recursos ni exposición. Incluso, el manejo excesivo de su imagen por encima de las de sus pares diputados, puede llegar a generar conflictos en la gobernabilidad del Congreso.

Sin los recursos de Rodríguez Vallejo, lo que podría mostrar ya una preferencia de Márquez; sin el control del partido de Torres Graciano, el médico leonés parece estar participando solamente para buscar una posición compensatoria, que bien podría ser una diputación federal.

Antes de eso tendrá que definir con quién de sus dos contrincantes puede y debe aliarse: si con Diego, por lealtad a Miguel Márquez; o con Torres Graciano en un afán pragmático.

Por lo pronto, todo lo que viene en el PAN en los próximos meses, llámese depuración del padrón, elección de nuevos comités municipales o renovación de consejo estatal, deberá revisarse a la luz de este escenario, donde lo inevitable es que la influencia de Miguel Márquez se vaya diluyendo conforme crezcan los precandidatos, incluso los que él prohíja.

Seguiremos atentos.

 

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