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Miguel Márquez: pompa y circunstancia

In Botepronto on marzo 4, 2013 at 4:18 am

El gobernador panista de Guanajuato, Miguel Márquez Márquez, rendirá esta semana su primer informe de gobierno, cuando aún no cumple ni siquiera seis meses al frente de su encargo. Unos días después presentará su programa de gobierno.

Lo obligan a ello los calendarios definidos en el marco normativo, muchos de ellos modificados por su antecesor, Juan Manuel Oliva. En el caso del informe, la modalidad ahora busca presentar resultados de años calendario, de enero a diciembre, por lo que Márquez informará en realidad de hechos del propio Oliva y de Héctor López Santillana.

En los cinco meses que lleva en el gobierno, Márquez ha dedicado un esfuerzo titánico a dos proyectos: Escudo, que consiste en la contratación de tecnología de punta para la vigilancia electrónica en la entidad; el otro es Guanajuato Iluminado, que busca comprar decenas de miles de lámparas ahorradoras para bajar un consumo de energía eléctrica que se solventa en la actualidad mediante el cobro del derecho de alumbrado público (DAP).

El primero de ellos ha avanzado de manera sustantiva. Ya se contrató la prestación del servicio con la empresa privada Seguritech, de la ciudad de México, que hará la inversión y le cobrará al Estado a lo largo de los próximos seis años una cantidad que ronda los dos mil setecientos millones de pesos.

En el segundo caso, Márquez busca involucrar a los municipios, a final de cuentas beneficiarios de una disminución en los cobros de la energía eléctrica, pues una reforma actualmente en suspenso, los obligará a pagar el déficit entre el cobro a particulares y el costo del servicio, con sus propios recursos.

En este caso, la adquisición masiva de luminarias tipo led, de bajo consumo, implicará una inversión que supera los cuatro mil millones de pesos, una cantidad nada desdeñable.

Ha llamado la atención que los principales proyectos abanderados en el arranque de esta administración, o más bien los únicos, se realicen bajo el signo de contratos multimillonarios y de licitaciones que se manejarán de manera discrecional.

En el caso del proyecto Escudo, el argumento de la seguridad se utilizó como el gran pretexto para hacer una asignación directa, la cual recibió impugnaciones iniciales de las oposiciones en el Congreso local, que fueron prontamente allanadas por un activismo personal del propio Miguel Márquez.

En el caso de Guanajuato Iluminado, las objeciones de algunos alcaldes, principalmente los priistas, han sido superadas mediante el respaldo masivo de los alcaldes panistas que siguen siendo mayoría, para dar paso a una acelerada dinámica de definiciones, licitación y contratación.

Por el monto de la adquisición, es probable que muy pocas compañías puedan surtir el enorme pedido y es muy probable que el contrato se entregue a una compañía china con la que el gobernador Márquez ha tenido tratos desde que ocupaba la secretaría de Desarrollo Social, cuando incluso realizó un viaje a ese país para conocer la empresa y sus productos.

Este denodado activismo adquisitivo ha llamado la atención por los antecedentes de Márquez, quien ocupó  en el pasado carteras como el DIF, la entonces Secretaría de la Función Pública y finalmente la de Desarrollo Social, donde generó un perfil de funcionario con un talante social, preocupado por las sanas prácticas de contratación de bienes y servicios.

Nada de eso se aprecia en sus nuevas preocupaciones, ya como gobernador.

Al igual que Juan Manuel Oliva, quien se ha convertido en la Némesis de su ex colaborador, a grado tal que le ha pedido que no lo acompañe en ningún acto público o partidista, Márquez está construyendo escenarios donde el prestigio de su gobierno está atado a proyectos de corte faraónico, con inversiones monstruosas y cuya rentabilidad está por verse.

En el caso de la tecnificación promovida para el área de seguridad, la gran apuesta es que con ella se disminuirá sensiblemente la criminalidad en el estado, tanto la de alto impacto, como la doméstica que, probablemente, es la que más molestia e indignación le causa a los ciudadanos. De no ocurrir, la crítica no se dejará esperar.

En el caso de Guanajuato Iluminado se corre otro riesgo, pues la medida le ahorrará dinero al gobierno, pero no a los ciudadanos, que seguirán pagando un porcentaje de su recibo de luz por el concepto. Tarde o temprano eso traerá reclamos si las economías no se reinvierten en mejoras tangibles para las comunidades.

Pero además se vive otra circunstancia, Miguel Márquez gobierna como opositor frente a la Federación y tiene oposiciones internas en municipios importantes. Cualquier tropiezo en sus millonarias inversiones, a diferencia de lo que ocurrió con Oliva, quedarán expuestas y sujetas a debate de manera más rápida.

Esta situación se ve agravada por cuestiones de índole subjetiva. Por el momento, en el entorno de Márquez nadie parece poder discutirle sus ideas. El gabinete vive un clima enrarecido donde parece estar ausente el debate de posturas. El joven funcionario dicharachero se ha convertido en un mandatario desconfiado e irritable. Ese es el mejor caldo de cultivo para que los errores prosperen hasta generar bolas de nieve imposibles de frenar.

Un ejemplo claro de esto es la situación del compadre de Miguel Márquez, el ya famoso Gallo Barba. Prácticamente nadie en la burbuja de Márquez, ni en las secretarías del gabinete puede alertar al mandatario sobre las andanzas de Rafael Barba Vargas, que ha colocado funcionarios en puestos clave, sobre todo vinculados al área de adquisiciones, en la Secretaría de Finanzas, el ISSEG y la Secretaría de Salud, entre otras.

El gobernador se ha mostrado refractario a cualquier observación al respecto, no obstante que en Irapuato, de donde es originario, se ha generalizado la versión de que quien consigue trabajos en el gobierno del estado es, precisamente, Barba Vargas, quien por si algo faltara se exhibe con una escolta de cuatro guardaespaldas para llevar a cabo sus actividades normales, algo que nunca había hecho en su trayectoria de empresario mediano en esa ciudad.

Oliva tampoco nunca escuchó a quienes le observaban sus excesos. El propio Miguel Márquez fue víctima de esa ceguera cuando se detectaron los primeros problemas en el DIF estatal, a grado tal que decidió replegarse con sus observaciones, igual que lo hizo en el caso de los terrenos para la refinería en Salamanca.

Empero, a diferencia de Oliva, Márquez no tiene la red protectora de un presidente de su propio partido y ya tampoco goza de un margen de maniobra amplio frente a su Congreso y sus alcaldes. Ya veremos en las vísperas de las elecciones de 2015, si todos estos temas no se constituyen en las armas preferidas de los mismos priistas y perredistas que hoy le otorgan su complacencia al mandatario.

Desde luego, nadie aprende en cabeza ajena. Entre su desmesurado interés por gastar dinero público en contratos multimillonarios asignados a empresas sin licitación alguna y su rechazo a escuchar las opiniones de sus colaboradores, Miguel Márquez está mostrando de manera muy temprana que el poder sí cambia a las personas.

arnoldocuellaro@zonafranca.mx

@arnoldocuellaro

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