Miguel Márquez Márquez no se planteó utilizar el emblemático plazo de cien días que para posicionar su imagen. No es que sea obligatorio, pero se ha vuelto una costumbre para sembrar un parteaguas entre dos administraciones y posicionar las líneas de conducción del gobierno que se inaugura.
Sin embargo, pese a no pensarse como plan, la nueva gestión estatal de Guanajuato sí quedó marcada por sus primeras urgencias que, como hemos señalado aquí, bordaron sobre los temas de seguridad y sustentabilidad. Nos referimos, como se puede suponer, a los proyectos Escudo y Guanajuato Iluminado.
Se trata de dos áreas de la acción gubernamental que tienen pleno crédito entre la ciudadanía,. Nadie en su sano juicio podría oponerse a programas que buscan incidir en mejorar la seguridad, sobre todo en estos tiempos; y a buscar un ahorro de energía que no sólo repercutirá en un tema ambiental, sino también en economías de recursos.
Y, no obstante las bondades de ambos temas, el gobierno de Márquez ha sufrido constantes tropiezos en la instrumentación de ambas iniciativas, en buena medida a causa de decisiones que pudieron haber sido evitadas.
En el caso de Escudo, sembró la duda la apresurada contratación de una compra de equipos y servicios por un monto de 2 mil setecientos millones de pesos, que comprometerá al Estado durante los próximos seis años. Además de la compra sin licitación y a escondidas, las cosa se complicaron por el inicial ocultamiento de información, en una historia que todos conocemos.
En el caso de Guanajuato Iluminado, los conflictos han surgido de la inadecuada negociación con los alcaldes, sobre todo los de oposición, que se sintieron presionados y, también, marginados de los detalles de la información en torno a otro contrato que supera los 4 mil millones de pesos.
En los dos casos, ha sido necesario que intervenga de manera personalísima y directa el gobernador Márquez, utilizando como argumentación sus proclamas personales de honestidad y transparencia, lo que ya provoca un desgaste político del mandatario, cuando aún no cumple sus primeros seis meses de ejercicio.
Se trata de un tema que debe ser revisado a conciencia por el equipo de análisis del gobierno estatal. Márquez llega a la mitad de su primer año sin una bolsa de protección política y con un gabinete que no parece muy preocupado por acuerpar al gobernador.
Desde luego, quien primero tendría que revisar lo que funciona y no funciona en el equipo que eligió para que lo acompañara es el propio titular del Poder Ejecutivo.
Pero lo que no puede seguir, sin riesgo de una crisis mayor, es la dinámica de un gobernador que sale a rescatar a sus funcionarios de sus errores y omisiones, mientras estos se muestran tan campantes pensando sólo en gastar dinero que, como en el caso del proyecto Guanajuato Iluminado, ni siquiera es de ellos, sino de los municipios.
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