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Los escrúpulos de Luis Ernesto Ayala

In Botepronto on octubre 22, 2012 at 3:38 am

Una entrevista del diario a. m. de León con el ex secretario de la Gestión Pública Luis Ernesto Ayala Torres, para abordar el tema de la corrupción en el sexenio de Juan Manuel Oliva, se ha convertido en material de primera mano para analizar tanto la cruzada que libra Miguel Márquez Márquez por la transparencia y las buenas prácticas en el ejercicio del gobierno, como el momento que vive el PAN en Guanajuato.

Aunque las respuestas de Ayala a las incisivas preguntas del reportero Jaime Molinero resultan por demás ambiguas y, en algunos casos hasta evasivas, el tono general del diálogo nos permite un acercamiento al clima interno del gobierno durante la gestión de Oliva.

De acuerdo a la versión de Ayala, los señalamientos sobre prácticas de corrupción en las diferentes dependencias nunca fueron tomados en serio por el entonces gobernador y tampoco por sus secretarios. Durante el tiempo que el ex alcalde leonés tuvo en sus manos la responsabilidad de vigilar el actuar gubernamental, sus planteamientos parecen haber caído en oídos sordos.

Llama la atención un hecho: Luis Ernesto Ayala sustituyó a Miguel Márquez en la Gestión Pública, de donde éste sale para hacerse cargo de la Secretaría de Desarrollo Social y encaminarse a la construcción de su precandidatura al gobierno, todo ello con el beneplácito de Oliva que fue el autor de esos movimientos.

La pregunta que surge inmediatamente es si la corrupción en el gobierno de Oliva comenzó a conocerse hasta que llega Ayala; o bien, si éste recibió investigaciones en proceso provenientes del equipo al que relevó.

Importa saberlo porque si Miguel Márquez tuvo conocimiento de acciones indebidas y se las guardó para no perjudicar sus intenciones de ser precandidato y su necesidad de recibir el apoyo de Oliva en ese proyecto, habría un pecado de origen en el camino que lo llevó hasta donde ahora se encuentra.

Importa saber también los términos en los que Luis Ernesto Ayala dejó su cargo a fines del 2011, pues su afirmación general de que su renuncia obedeció en parte a la falta de respaldo de Oliva para la lucha anticorrupción, deja en predicamentos a otro funcionario: Gilberto Enríquez Sánchez, el titular que concluyó al frente de la SGP en septiembre pasada y quien ha sido recontratado por Miguel Márquez como subsecretario de Finanzas, en la Secretaría de Finanzas, Inversión y Administración.

De acuerdo a sus afirmaciones, Luis Ernesto Ayala abandona la Gestión Pública por la imposibilidad de luchar contra la corrupción que solapa Oliva, pero Gilberto Enríquez no tiene ningún prurito para relevarlo y hacer que las aguas vuelvan a su cauce. Y, al final del día, es a Enríquez y no a Ayala a quien Márquez invita a su gabinete. Interesante, sin duda.

Sin embargo, quizá lo más relevante de la reaparición de Luis Ernesto Ayala en la palestra pública no ha sido lo que dice, donde hay pocas cosas nuevas por más que se haya esforzado el entrevistador, sino en lo que no dice.

En efecto, al puntilloso ex alcalde leonés se le olvida por completo que su gestión como titular de la Gestión Pública coincidió en tiempo con la de su amigo y compañero de aventuras políticas Miguel Ángel Salim como titular del Instituto de Seguridad Social del Estado de Guanajuato, en una de las administraciones más cuestionadas en los últimos tiempos en dicha dependencia.

Ayala formaba parte, como vocal, del Consejo del ISSEG. En ese papel, él o su suplente, aprobaron todas y cada una de las decisiones de Salim que hoy se encuentran cuestionadas como la colocación de 300 millones de pesos del fondo de pensiones en un bono de deuda de un banco francés, que al día de hoy registra una perdida notable.

Luis Ernesto Ayala, o su representante, dio su aval para  la construcción del Centro de Distribución en el Puerto Interior que duplicó su costo programado y constituye un gigantesco elefante blanco.

En octubre de 2011, cuando se separó del cargo por sus diferencias irreconciliables con Oliva, Ayala ya debía tener conocimiento del proyecto para construir el edificio más alto de León en el conjunto Estrella, el cual fue alentado por el consejo de ISSEG no obstante sus notables deficiencias de planeación, que obligaron a su suspensión a las pocas semanas de dejar Salim el cargo.

No sólo eso, sino que como Secretario de la Gestión Pública en funciones, Luis Ernesto Ayala apareció a la diestra de Salim a principios de  julio de 2011, dando su aval moral y apoyando el lanzamiento de su precandidatura en ocasión de separarse del cargo de líder municipal del PAN en León.

Quizás sea cierto que Oliva no dejó a Luis Ernesto Ayala sancionar a políticos panistas como Genaro Carreño de SOP y José María Anaya de SDA. Pero también se observa con gran claridad que el propio Ayala no quiso ni siquiera revisar a su amigo Miguel Salim.

Es probable que de allí provenga la ambigüedad del ex funcionario: sabe que no está libre de culpa como para empuñar con fuerza la piedra que quisieron ponerle en la mano.

En esas están los panistas de Guanajuato: tratando de salvar cada quien su pellejo y buscando chivos expiatorios con gran denuedo. Quizás algunos lo logren, pero lo que hundirán por mucho tiempo será a un partido que alguna vez significó una opción y que hoy tiene sus reservas morales agotadas y no se distingue de aquello que combatió por décadas.

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