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De nuevo, el pacto Salim – Bárbara

In Botepronto on septiembre 18, 2013 at 4:37 am

Los acercamientos entre la presidenta municipal de León, la priista Bárbara Botello Santibáñez, y quien fuera su principal contrincante en la pasada elección, el panista Miguel Ángel Salim Alle, no son casuales ni tampoco son inéditos.

La relación Salim – Bárbara no es nueva. Existe una añeja colaboración política que data de la época en la que el ex candidato blanquiazul era presidente de este partido en el municipio de León.

El mayor acicate para un acercamiento, que no pocas veces se tradujo en acuerdos de posicionamientos en el cabildo de parte de los priistas barbaristas, era el común adversario de ambos: el entonces alcalde panista Ricardo Sheffield Padilla.

Además de otros factores, uno de los mayores obstáculos para impedir el proyecto de Sheffield de solicitar licencia a la alcaldía  y salir en busca de la candidatura a senador por el PAN, fue la posibilidad real de que el interino que lo iba a suceder no estuviera en sus manos, sino en los de la alianza Salim – Botello, lo que le iba a colocar en un serio predicamento.

Una evidencia de la fluida relación entre ambos políticos ocurrió en el momento del debate electoral del año pasado, cuando Botello abordó el caso del chofer que resultó dueño de una distribuidora farmacéutica que surtía al ISSEG en la época en que lo dirigía Salim, ubicándolo como «chofer de Miguel Salim». La respuesta del panista evidenció a Bárbara: «Tu has estado en mi empresa y conoces a mi chofer», le espetó.

Ya después de la elección de julio pasado y de su dolorosa derrota, Salim, fiel al pragmatismo que ha caracterizado su paso por la política, volvió a entablar diálogos continuos con Bárbara Botello. La propuesta en ese momento fue la de ofrecerle un pacto de civilidad y gobernabilidad en el cabildo, a través del voto de los regidores que más que panistas han resultado salimistas.

En ese momento las cosas no se concretaron, sobre todo por estar aún vigente el acuerdo Botello- Sheffield, el mismo que fue clave en los momentos previos a la elección y durante la misma, para garantizar el triunfo de la priista. Sobrevivían, como muestras de ese acuerdo, el shefielista Ignacio Ramírez Sánchez como presidente del Implan; Manuel López Santamaría, en la dirección de Turismo y la recientemente defenestrada Lisette Ahedo, en el Instituto de Cultura.

A la vuelta de casi un año, esa complicidad ha sido dinamitada por la alcaldesa priista, para quien a estas alturas Sheffield ya no representa más que la posibilidad de justificar su lento arranque, culpándolo de los rezagos recibidos. Muestras de deslinde son despidos como el de Ahedo y represalias como la clausura del despacho de Mayra Enriquez.

Pero eso no es lo único que está ocurriendo en el municipio. la alcaldesa y algunos de sus colaboradores más cercanos han empezado a sabotear sistemáticamente los acuerdos con el Partido Verde, al que consideran, por una parte, demasiado caro; y, por otra, muy remilgoso con algunas de las acciones de la administración, sobre todo aquellas en las que se emprenden cruzadas contra enemigos reales o imaginarios.

Así pues, este es el mejor escenario para que reaparezca Miguel Salim. El voto de los regidores panistas, por lo menos tres de ellos, contribuiría a una gobernabilidad que prescindiría de los verdes. La tentación es mucha, sobre todo para quien pretende mostrar que sigue teniendo vida poítica más allá de las inhabilitaciones y el desdén de su partido.

Bárbara, por su parte, ha mostrado que no tiene muchos escrúpulos a la hora de hacer pactos coyunturales. Sabe, de cualquier manera, que siempre los puede romper. Allí está Sheffield como poderoso botón de muestra.

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