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El factor Bárbara

In Análisis Político on julio 22, 2011 at 5:01 am

La cercanía que ha logrado la priista Bárbara Botello con el dirigente de ese partido a nivel nacional, Humberto Moreira, visible en su designación como secretaria general adjunta, la ha llevado en las últimas semanas a proponerse con toda seriedad como aspirante a la candidatura a gobernador.

La ex candidata a la alcaldía de León ha comunicado dicha decisión a su entorno cercano, a integrantes de su círculo profesional e, incluso, a algunos periodistas.

Con ello, la abogada Botello se suma a la lista en la que están  por derecho propio Francisco Arroyo Vieyra y Juan Ignacio Torres Landa y a la que aún se podría agregar Gerardo Sánchez.

No resulta sorpresivo. En primer lugar, el hecho de que las expectativas favorables para el PRI en 2012 se estén acentuando, por lo menos para volver la contienda competitiva, incrementa el interés de los militantes de ese partido por hacerse un lugar.

Y los que pueden participar, en definitiva, son los que han tenido vigencia en los años recientes, lo que sin duda ha hecho Bárbara Botello y no ocurre, por ejemplo, con personajes como José de Jesús Padilla.

En la lista tampoco abona mucho Miguel Ángel Chico, sobre todo por su aparatosa derrota del 2006 y por el hecho de que Bárbara representa mejor a su corriente. Los personajes restantes que se autopostulan, como los alcaldes Leonardo Villanueva y Nicéforo Guerrero, con administraciones al borde del desastre, no alcanzan a llegar a anécdota.

Quizá sea precisamente ese crecimiento en sus expectativas, lo que tiene a Botello tan lanzada hacia delante, realizando toda clase de reuniones políticas, invitando a personajes como Eliseo Mendoza Berrueto y ajustando cuentas con algunos de sus adversarios políticos, como el regidor Arturo Sánchez Castellanos.

Sin embargo, no todas las luchas que escoge la ex dirigente partidista parecieran recomendables para el objetivo de hacer crecer su presencia en la sociedad de Guanajuato.

Así ocurre, por ejemplo, con la cruzada en la que se ha montado Bárbara Botello  y, con ella, cuatro regidores priistas en León, para oponerse a la realización de una cesión de terreno a favor de la Universidad De Lasalle en dicho municipio, en el que se instalaría un centro de competitividad e innovación.

Cuando el municipio de León se ha visto afectado por el bajo índice de instalación de nuevas empresas y la captación de inversión extranjera, sobre todo de industria pesada, resulta incongruente oponerse al fortalecimiento del sector educativo, sobre todo en sus áreas destinadas a elevar competitividad.

Pero, además, plantear una falsa lucha entre educación pública y privada, como se ha querido hacer, resulta casi delirante cuando se tienen los datos duros de la incapacidad de la universidad pública para cubrir siquiera una parte mínima de la demanda existente.

El hecho de que el debate no se centre en las formas en que puede apoyarse a las instituciones educativas públicas o privadas y qué deberían resarcir éstas a la sociedad, sino únicamente en la descalificación de las instituciones particulares a las que se quiere describir despectivamente como “negocios”, nos habla de un PRI que se retrotrae hasta las épocas del populismo echeverrista.

En ese sentido, es perfectamente entendible que el regidor Sánchez Castellanos, ex presidente de Coparmex y empresario él mismo, haya dado su voto favorable a la cesión del predio por el ayuntamiento leonés, como un gesto congruente del sector empresarial con la creación de condiciones para producir riqueza.

No se entiende, en cambio, que un PRI que se ha mantenido como la segunda fuerza política en León, que además quiere recuperar espacios en esta ciudad, adopte posiciones cercanas al lopezobradorismo y trate de convertir este debate en una lucha de pobres contra ricos.

Se entendería una posición así en Gerardo Sánchez, el líder campesino originario de la entidad, pero no en la urbanizada litigante que creíamos identificar en Bárbara Botello.

Sin duda la abogada leonesa está en su derecho de buscar abanderar a su partido en la competencia electoral de 2012, pero también hace falta que estructure un discurso y una propuesta que vayan más allá de la muy elemental circunstancia de ser la favorita de Humberto Moreira, algo que puede resultar, como a menudo ocurre en política, una cuestión demasiado efímera.

Botepronto

A las caiditas, como suele gustarle, el ex gobernador de Guanajuato Juan Carlos Romero Hicks se anda colando a la carrera por la candidatura al senado del Partido Acción Nacional.

Desde hace algunos meses había manifestado la intención de manera verbal, sin pasar de allí. La búsqueda coyuntural de acomodarse el tercero en discordia en la sucesión de la dirigencia panista en la entidad, hizo pensar que había abandonado la idea.

El proyecto, por llamarlo de algún modo, ha renacido, sin embargo, tras las reacciones de enojo del gobernador Juan Manuel Oliva con la integración del nuevo comité estatal panista.

En esa coyuntura, Romero ha estado recibiendo el impulso del gobernador, quien ha puesto a su disposición a operadores como Genaro Carreño y José María Anaya, dos miembros del gabinete que ya sólo nadan de muertito, tras la persecución a la que los tiene sometidos Luis Ernesto Ayala, el selectivo contralor del gobierno estatal.

Sólo queda desearle suerte a Romero, sobre todo tras apreciar los buenos oficios de que hicieron gala estos operadores en el reciente consejo estatal del PAN.

arnoldocuellar@zonafranca.mx

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