Sin un candidato excesivamente carismático, aunque poseedor de dos características que pueden estar sirviéndole mucho: la de ser repetidor y provenir del PAN, el PRI se dispone a recuperar la alcaldía de Irapuato tras una sequía de 15 años fuera del poder en la segunda urbe de la entidad.
Jesús Félix Servín es un político sobrio y consistente. Conoce como pocos las entrañas de la administración pública de Irapuato tras haber sido responsable de la seguridad pública, el gobierno interno y la secretaría del ayuntamiento. Estuvo a muy pocos votos de ganar en la pasada elección y aguantó estoicamente tres años de travesía por el desierto, antes de volverse a postular.
Difícilmente ninguno de los políticos priistas, vigentes o de la vieja guardia, podría haber hecho el papel de Félix Servín en la pasada y en esta elección. Le ayuda el desdoro en que ha incurrido la administración del alcalde Jorge Estrada Palero, a la que se suma el desgaste panista en el estado y en el país. Pero no es el PRI el que capitaliza los votos de castigo, sino directamente el ex funcionario blanquiazul.
La encuesta publicada por el diario estatal Correo le otorga a Félix Servín 8 puntos de ventaja sobre el imberbe candidato del PAN, Sixto Zetina; otra encuesta que no fue realizada para consumo público, amplía esa brecha a 14 puntos.
Y ni siquiera es un efecto de la campaña. Sin duda Zetina ha estado más activo, entre otras cosas gracias a su gran energía y dedicación. El candidato del PRI, en cambio, ha llevado un ritmo pausado a causa, entre otras cosas, de problemas de salud.
Sin embargo, a tres semanas de la elección, la suerte parece echada, tanto que Irapuato le ha merecido al candidato panista a la gubernatura Miguel Márquez una atención considerablemente menor a la otorgada a Celaya, otro municipio en problemas para el PAN.
Parece no andar errada la visión de algunos estrategas nacionales del PRI: en Guanajuato, para que la cuña apriete a los panistas, tendría que tomarse del mismo palo.