Juan Manuel Oliva, gobernador de Guanajuato a punto de pedir licencia al cargo que ganara en julio de 2006, en una elección que hoy se ve muy lejana, se ha construido una fama de operador electoral, reconocida por propios y extraños.
Sin embargo, una revisión objetiva, informada, acuciosa, de los resultados que han venido construyendo ese blasón, arroja contraluces.
En efecto, Oliva era el presidente del PAN cuando Vicente Fox ganó la gubernatura de Guanajuato en 1995; sin embargo, el arrastre de votos fue, absolutamente, una atribución del candidato, mientras que sus operadores políticos sólo tuvieron que hacerse cargo de cuidar ese capital.
Y nadie puede negar que Oliva era el coordinador de la campaña en el año 2000, cuando Juan Carlos Romero Hicks derrotó de manera abrumadora a Juan Ignacio Torres Landa, pero también allí el efecto Fox operó, al impactarse de manera decisiva la votación de Guanajuato por el hecho de que jugaba la candidatura presidencial quien había ocupado la gubernatura del estado un lustro antes.
Oliva también obtuvo una ventaja histórica cuando él mismo fue candidato a gobernador en 2006, frente al priista Miguel Ángel Chico, pero nadie que conozca de estas cosas puede negar que Guanajuato fue una notable caja de resonancia de la campaña del miedo, emprendida por un sector de la iniciativa privada en contra de Andrés Manuel López Obrador.
Ahora, en 2012, en un escenario completamente distinto, donde la marea nacional en torno a la elección parece inclinarse por primera vez en dos sexenios a favor del PRI, de acuerdo a todos los sondeos de opinión, Juan Manuel Oliva será puesto a prueba en una verdadera prueba de fuego.
La gran pregunta es si el inminente gobernador con licencia dispone en verdad de un as bajo la manga o de algún amuleto mágico que le ayude en el trance. O si va a pasar a convertirse, como se ha visto en exceso en estos días, en otra mala decisión de Josefina Vázquez Mota, la candidata de su partido a la presidencia de la República. La respuesta en esta ocasión no sólo está en las manos de Oliva, sino como en el pasado, tendrán mucho que decir las circunstancias.
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