La solución instrumentada por el PRI en Jalisco para resolver la dura pugna interna por la candidatura a gobernador, donde aparecían siete aspirantes que incluían desde los que tienen posibilildades reales hasta los espontáneos que se lanzan al ruedo para pescar en el rió revuelto, marca una tendencia que tendrá su epílogo aquí, en Guanajuato.
La decisión que favoreció al alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, ha sido la forma tradicional de consensar en el PRI: para despejar el camino a un aspirante que cuenta con los favores de quien sea el gran elector en turno o que tiene las mayores posibillidades, se negocia y se ofrecen posiciones a los restantes competidores, de acuerdo a su peso específico y relaciones.
Ese método ya ha generado una cultura: quienes buscan una posición menor se lanzan al ruedo gastando recursos y provocando indisciplinas, saben que a final algo tendrán. Se buscan, además, posiciones seguras: la primera fórmula del senado, la cabeza de las listas plurinominales locales, un lugar entre los diex primeros pluris federales de la circunscripción.
Así, quien resulta candidato a la gubernatura se encuentra con que debe luchar por cada uno de los votos que necesita para ganar, mientras los adversarios que le complicaron la vida ya tene posiciones seguras a las que arribarán incluso si el partido sufre una derrota.
La lógica del “ganar perdiendo” ha permeado hasta la raíz en el PRI. No en balde han sido estos veinte años de derrotas que han construido una clase política que vive de reintegros.
Como los priistas guanajuatenses no parecen tener remedio ni tener la menor posibilidad de generar acuerdos que permitan una plataforma medianamente competitiva frente al desgastado panismo que gobierna la entidad, será necesaria la intervención del CEN y de los hombres del candidato Enrique Peña Nieto, quienes no tienen mucho tiempo para deliberaciones: reparto de posiciones, inconformidad de todas las corrientes con el resultado y el nacimiento de una campaña invadida por discordias, será el resultado de este proceso.
Ya veremos a varios de los que ahora dicen que “van con todo”, ocupando sus candidaturas de consolación; ya veremos al ungido enfrentando sabotajes cotidianos; ya veremos al nuevo PRI tan acartonado como el viejo, pero aún más indefenso. ya veremos al electorado resignándose, como antes, a que más vale yunque conocido que nuevo por conocer.