En el día que Guanajuato rompe el récord de muertes por COVID-19, con 27 fallecimientos, el gobernador y su secretario de Salud aventuraron la versión de que la entidad se ha formado ya en la fila para comprar una vacuna cuyas primeras pruebas apenas se realizan. Parece demasiado adelantarse.

No fue el único dislate del día. El otro se presentó en una de las eventuales conferencias de prensa que el doctor Daniel Díaz Martínez ofrece cada vez que empeoran las cifras de la pandemia y en las que solo se pueden enviar preguntas por redes sociales y esperar a que pasen los filtros, sin ninguna posibilidad de solicitar aclaraciones o profundizaciones.
En la cita de este miércoles, la doctora Elia Lara Lona, asesora del secretario de Salud, señaló que la adquisición de 20 mil pruebas serológicas a la empresa Intermet, tenía objetivos clínicos y epidemiológicos.
Sin embargo, al solicitar al titular que explicara los objetivos propiamente epidemiológicos, la aclaración fue que las pruebas se aplicarían a trabajadores del sector salud y del servicio público en funciones de riesgo, para saber si habían desarrollado anticuerpos, lo que parece una solución funcional pero no propiamente un asunto epidemiológico, pues poco aportará sobre el comportamiento de la pandemia.
Más adelante en su explicación, el secretario reconoció que se está analizando la utilidad de las pruebas, lo que de ninguna manera justifica el hecho de que ya se hayan comprado 20 mil de ellas a un costo de 5.9 millones de pesos.
Es notable que se gaste el dinero público con tan ligereza, cuando el estado ha manifestado que le faltan recursos para sus programas de obra y ha sido necesario adquirir deuda. Seis millones de pesos no parece una cantidad desmesurada, pero parece demasiado cuando se carece de un objetivo claro para su gasto y cuando las necesidades de la sociedad aumentan por efectos de la misma pandemia.
Horas antes había sido el propio Diego Sinhue Rodríguez, en un foro virtual, quien anunció que Guanajuato invertiría mil millones de pesos para comprar un millón de vacunas “cuando estén listas”, calculando un precio de mil pesos por una vacuna inexistente aún y sobre la cual solo hay previsiones de que pudiera ser funcional hasta el próximo año.
Sin embargo, el gobernador que da esas salidas de “política ficción”, es incapaz de mandar un solo mensaje coherente para pedirle a sus conciudadanos que eviten las actividades no esenciales, en una entidad que está a un paso de la normalidad prepandemia.
El mandatario tampoco ha sido capaz de activar con eficacia el apoyo económico a las empresas afectadas por la contingencia, pese a que ya se destinaron recursos por 4 mil millones de pesos, en parte por una burocracia rebasada y en parte porque se decidió pedir requisitos que muy pocas entidades económicas pueden cumplir a satisfacción.
Utilizar la propaganda como una herramienta de la política, parecería algo normal; en cambio, no lo es tanto sustituir la política con pura propaganda y terminar creyéndose los discursos que se hacen para edulcorar la realidad.
Entre un presidente que está seguro de que “domó a la pandemia” y un gobernador que ya tiene presupuesto para adquirir lo que hoy por hoy no es sino un buen deseo, mientras se muestra incapaz para poner un alto a flagelos reales, como la violencia asesina y la misma propagación del virus, no hay para donde hacerse.
La mala noticia no es la tormenta, sino navegar en ella sin timoneles.