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DÍAS DE GUARDAR Domingo 5 de abril de 2020

In Análisis Político, Días de Guardar, POPLab on abril 5, 2020 at 12:19 pm

* Los trabajadores de la salud siguen desprotegidos

* COVID-19: la batalla de las cifras

* Ling Altamirano, el todólogo del PAN, ahora a cargo de la formación científica

Ilustraciones: @PincheEinnar

1.- Más hechos, menos publicidad, contra la pandemia

La apuesta por la propaganda y la imagen pública sigue consituyendo la principal línea de respuesta al grave problema de salud pública que enfrenta la sociedad guanajuatense, derivado de un problema global, lo que hace pensar que el doctor Daniel Díaz Martínez, secretario de Salud, está manejando la emergencia con criterios políticos, cuando su labor debería ser estríctamente técnica.

Este sábado fue posible conocer un reportaje de contenido eminentemente propagandístico, concedido como “exclusiva” a un diario leonés, donde se conoce cómo está operando por ahora el hospital COVID-19, ubicado en las viejas instalaciones del Hospital General de León.

La primera noticia relevante es que en las instalaciones remodeladas a toda prisa y sin reparar en gastos y presumidas como “el primer hospital dedicado a atender a los pacientes de COVID-19”, solamente se están tomando muestras para detección del virus, “bajo cita”.

Auque lo hace un equipo de epidemiólogos perfectamente equipados para su protección personal, lo cierto es que esos potenciales portadores del virus que ya debieron haber mostrado síntomas para ser enviados allí, fueron recibidos en un primer contacto por médicos, enfermeras y guardias de las unidades de salud que muy probablemente no estuvieron tan protegidos como sus compañeros del hospital de 20 de enero.

Nada disminuye más la moral de un equipo que saber que existe personal de primera y de segunda, que mientras unos reciben todos los insumos necesarios, a otros se le regatean los apoyos y se les hace firmar por cada mascarilla que reciben.

Quizá por eso esté aumentando la deserción de médicos y enfermeras del sistema de salud estatal, que han antepuesto justificantes médicos, o se han retirado por edad y por padecimientos que los hacen más vulnerables frente al virus, lo que ha obligado al cierre de algunas unidades.

Hace unos días se le hizo una consulta al responsable de comunicación social de la Secretaría de Salud para saber cuánto personal ha solicitado permiso o licencia y si serían sustituidos. La respuesta fue que no se tenían esos datos y que, en todo caso, el número no era significativo.

Sin embargo, días después, el sindicato de la secretaría de Salud, a través de su secretario general, Martín Cano, firmó un oficio conjunto con el director de recursos humanos de la Secretaría de Salud, Juan Manuel Martínez, para endurecer los requisitos para emitir licencias, exigiendo a quienes padecen de enfermedades como diabetes, insuficiencia pulmonar o cardiaca, insuficiencia renal o hepática, hipertensión o inmunosupresión, no solo un dictamen médico, sino también certificados de la evolución y la situación actual de cada caso.

Sin embargo, el mayor problema no es solo el de la salud, sino que también cuenta el estado anímico de los trabajadores de medicina, enfermería y auxiliares, que ven como sus directivos está instalados más el el lucimiento, como si la pandemia fuera una oportunidad para hacer capital político, y no en la toma de decisiones eficientes, efectivas y equitativas.

El caso del Hospital COVID-19 es emblemático. Se le equipó en forma exprés y se le publicitó profusamente como si fuera el barco insignia de la lucha contra la emergencia. Por ello, el hecho de que en la semana 3 de la pandemia se encuentre limitado a recibir, bajo cita, a pacientes sospechosos para hacerles la prueba, a un ritmo máximo de 60 al día, como lo cita el reportaje de A. M., parece muy limitado.

No parece habérsele hecho mucho caso a la recomendación de expertos como el doctor Alejandro Macías, respetado investigador e integrante del Consejo Estatal de Salud, de incrementar la realización de pruebas.

Sesenta exámenes al día a pacientes con cita previa, no parece un gran esfuerzo de testeo y para eso no hacía falta un hospital equipado y reconstruido, ya que sería más efectivo descentralizar la realización de esas pruebas a todo el estado, tomando en cuenta que no todos los pacientes pueden trasladarse a un punto central, ni siquiera en el mismo León.

Lo seguiré diciendo: enfrentar una emergencia catastrófica pensando simplemente en salir bien librado en términos de imagen, es la peor estrategia que puede concebirse. Enfrentarla pensando, incluso, en que es una ventana de oportunidad para acumular capital político, es una irresponsabilidad.

En el caso de la pandemia desatada por el nuevo coronavirus nos encontramos en un territorio inexplorado, donde incluso lo que está ocurriendo en otros países no puede ser aprovechado como enseñanza, pues la acumulación de conocimiento en torno al tema es aún incipiente. Un simple mes de ventaja no parece aportar antecedentes relevantes.

Lo mejor, entonces, debería ser el sumergirse a fondo en el trabajo y las respuestas a los escenarios conforme vaya evolucionando la crisis. Presumir hoy que se “está preparado” es solo discurso. Lo mejor será que en los hechos se ofrezca el mayor esfuerzo, para lo cual estorbala decisión de anteponer el “cuidado de la imagen”.

2.- ¿Son reales las cifras que ofrece Guanajuato?

Sería demasiado riesgoso para la población de Guanajuato y del país que se esté alimentando un subregistro de los casos de COVID-19, tanto por incapacidad, por fallas metodológicas o por intenciones políticas.

El crecimiento de los casos en Guanajuato conforma un patrón demasiado “plano”, que da mucho en qué pensar. Han habido jornadas hasta de 4 días en las que él numero de casos confirmados se mantiene estable. La semana 3 después del primer caso los crecimientos fueron de uno o dos casos, controlando perfectamente el mantenerse por debajod e los 50, que haría aparecer al estado con otro color en el mapa nacional. No hay fallecidos aún en el conteo oficial, pero si 16 recuperados.

Todo coincide con la narrativa previa de que “Guanajuato debe hacer la diferencia”.

Sin embargo, no todo es color de rosa. En círculos médicos del estado se hace mención de una estrategia que habría recibido el visto bueno de la titular del laboratorio estatal de salud, la doctora Rosario Sánchez Navarro, en el sentido de que a los pacientes con síntomas de COVID-19 que padezcan otras morbilidades o que sean mayores de 60 años, no se les realiza la prueba, a fin de no elevar el registro de casos complicados e incluso de posibles fallecimientos.

El peligro de una línea de trabajo dictada en esas condiciones es que estaría exponiendo al contagio a los familiares de los enfermos y al personal médico que los atiende, al no observarse todos los protocolos de protección por no haberse confirmado el padecimiento.

Sería por demás delicado, pero también una maniobra destinada al fracaso pues iría en el sentido opuesto de la multicitada estrategia que funcionó en Corea del Sur: detección oportuna, control de contactos y aislamiento riguroso, pese a locual no pudo evitar la explosión de casos, 10 mil 156 a este sábado, aunque si ha controlado los decesos, apenas 177.

El problema más grave es que el fracaso en el control de la enfermedad, por equivocar el rumbo o por incapacidad, lo pagaríamos todos.

3.- Alfredo Ling Altamirano: el todólogo del PAN

Este viernes, en medio de la pausa provocada por la pandemia y a punto de empezar la semana santa, se nombró en lo oscurito al histórico panista Alfredo Ling Altamirano como director de divulgación y formación científica y tecnológica de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Educación Superior del gobierno del estado.

No es muy probable que el ex dirigente panista a nivel estatal y municipal haya sido invitado por Eusebio Vega, el titular de SICES que, a pesar del pragmatismo de que hace gala, aún no llega tan bajo. Y menos que lo haya sido por sus méritos y trayectoria.

Más factible es que Ling haya llegado al cargo de la mano de Charlie Alcántara, el jefe de gabinete estatal, atendiendo a un encargo del gobernador Diego Sinhue Rodríguez para premiar a los panistas por sus contribuciones de campaña.

Poco importa que el licenciado en pedagogía y grillo profesional que es Ricardo Alfredo Ling, no tenga perfil alguno para dirigir un área de formación científica y tecnológica, donde sin duda existen mucho mejores candidatos.

La prueba de que no es una designación para presumirse, es la forma en que se dio el anuncio, absolutamente en lo oscurito y por intermedio de un subsecretario, el de Fomento a la Innovación, Ciencia y Tecnología, Ignacio López Valdovinos, en ausencia de Eusebio Vega.

Por otra parte, no es el primer caso de premio partidista en una de las áreas que debería estar integrada con el más alto profesionalismo, tomando en cuenta que es la responsable de dar el paso “de la manufactura a la mentefactura”.

En la dirección general de fomento a la economía del conocimiento se desempeña la ex alcaldesa de Jaral y ex diputada local Verónica Orozco Gutiérrez, que tampoco entiende mucho de ciencia y tecnología. Aún se recuerda como la ex legisladora Orozco se significó por su agenda viajera al frente de la comisión de atención a migrantes, sin muchos resultados, por cierto.

Desde luego, con ese equipo se entiende lo discreto, por llamarlo de alguna manera, que ha sido el desempeño de Vega al frente de SICES. Un general vale por lo que valen sus oficiales y parece que dicha dependencia no hay mucha tela de donde cortar.

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