Miguel Márquez no es un hombre de sorpresas, tampoco será un gobernador que busque ese tono en sus comunicaciones. Su comité de transición refleja esa vocación. Aunque aclaró que ninguno de sus integrantes tiene garantizado un espacio en su equipo de gobierno, es inevitable pensar en estos hombres, pues no hay hasta ahora una sola mujer, como fuertes candidatos al gabinete.
Éctor Jaime Ramírez Barba se mantiene como el hombre fuerte del equipo, lo fue en la precampaña, en la campaña, en lo que va de la transición y, si me apuran un poco, probablemente lo será en el gobierno. No tiene experiencia política, su fuerte ha sido la administración, pero goza de una absoluta confianza del mandatario electo. Con eso basta y sobra, en la lógica del nuevo equipo gobernante. Se le ve encargado de las políticas para el combate a la pobreza y la desigualdad.
Álvar Cabeza de Vaca, coordina el sector de Gobierno y Seguridad. Su inclusión es plenamente explicable, pues actuó como asesor de seguridad el candidato panista y es un hombre que goza de amistad y confianza con Carlos Zamarripa el procurador de Justicia que repetirá en el cargo. Es el representante del tándem que deberá enfrentar las acechanzas en materia de seguridad y criminalidad durante los próximos años, no se le descarta para Seguridad Pública
Juan Ignacio Martín Solís, en Finanzas, es el hombre que representa la alianza de Márquez con Carlos Medina, el refugio que ha buscado para bucear en las esencias del panismo y superar las desviaciones de los últimos tiempos, una apuesta que también tendrá sus riesgos. Martín Solís conoció una secretaría de Finanzas de mediados de los años 90 y, en definitiva, las cosas han cambiado si es que pretende repetir. Aunque debe decirse que le favorece una de sus mayores características: su vocación por el orden.
Alberto García Martínez, responsable del rubro económico, es un empresario tapatío que se desempeña en Irapuato en una distribuidora automotriz y tiene fama de eficiente. Pero también cuenta con un desempeño destacado en las labores sociales que se vinculan a la tarea pastoral de la Iglesia Católica. Ambas vertientes deben ser bien vistas por Márquez. García tiene apenas un avecindamiento de seis años en Irapuato, por lo que su eventual fichaje para el gabinete no representará vínculos con ningún grupo empresarial local. Por su perfil, es actuario y apartidista, se le puede prefigurar para la Secretaría de la Gestión Pública.
Eusebio Vega Pérez, a cargo de Educación, es un viejo conocido en ese sector. Fundó la Universidad Tecnólogica del Norte de Guanajuato y también la Unidad del IPN en Guanajuato. El penjamense Vega tiene vena y carácter para iniciar nuevos proyectos y llevarlos a buen puerto. Parece el candidato idea para construir el nuevo escenario educativo con dos secretarías enfocadas una a la rama básica y otra al nivel superior, el posgrado y la investigación científica. Falta saber que opina la ultraderecha panista, hasta ahora dueña de ese sector en los gobiernos blanquiazules.
José Guadalupe Enrique Ayala Negrete, responsable de la arquitectura jurídica del nuevo gobierno, fue el cerebro del staff con el que gobernó Juan Carlos Romero Hicks, le siguió desde la Universidad hasta el Conacyt, donde la aventura terminó. Márquez lo ha rescatado para responsabilizarlo de diseñar los cambios legislativos que requiere su propuesta y la negociación con un Congreso donde el PAN ya no gozará de las ventajas del pasado reciente. Su perspectiva no parece estar en el gabinete, pues es planta de sombra. Probablemente se le siga viendo en el área operativa del gobernador.
Juan Aguilera Cid, será seguramente el comunicólogo y vocero del nuevo gobierno, es una posición indisputada. Ya salió adelante de precampañas y campañas, al igual que Éctor Jaime Ramírez, y no se aprecian nubarrones en su horizonte, por lo menos hasta que empiece el partido, el próximo 26 de septiembre.
Lo dicho, a Márquez no le gustan las sorpresas.