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DÍAS DE GUARDAR Domingo 17 de mayo de 2020

In Análisis Político, Días de Guardar, POPLab on mayo 17, 2020 at 12:41 pm

* El gobernador desaparece de la escena en medio de la emergencia sanitaria

* Obras suntuarias en la pandemia: la remodelación de la feria de León

* ¿Y el timón? Crisis sanitaria, de seguridad y de gobierno en Ceresos

Ilustraciones: @PincheEinnar

1.- Sinhue eligió la propaganda y renunció a la comunicación

El gobernador del estado ha desaparecido de la escena pública.

Se lanzan algunas comunicaciones en redes sociales donde se informa de reuniones con organizaciones empresariales, con algunos gremios, sobre temas relativos a la emergencia económica.

Se han lanzado esporádicos videos con mensajes como el del día del maestro, este viernes pasado. También se lanzan tuits, como la ocurrente invitación a la empresa Tesla para invertir en Guanajuato.

Sin embargo, la comunicación directa entre Diego Sinhue Rodríguez Vallejo y sus gobernados, los ciudadanos de a pie que sufren los estragos de la cuarentena, de la suspensión de actividades económicas y la amenaza del virus, no parece fluir.

Los pequeños y micro emprendedores, los del llano que no tienen acceso a las cúpulas empresariales a las que el gobernador atiende de forma asidua, no han tenido el privilegio de una comunicación directa.

La única vía para hacer llegar los mensajes a la gran masa de los habitantes de Guanajuato es la propaganda oficial, con su tufo triunfalista y megalómano, que no permite interacción ni admite respuestas.

De nada le sirve a un pequeño invrsionista que ve peligrar su fuente de ingresos que le repitan hasta la saciedad que Guanajuato es grandeza, cuando no se logra agilizar el programa de créditos emergentes, cuando se insiste en requisitos que duplican las exigencia de garantías de pago, cuando se actúa no como gobierno sensible, sino como prestamista usurero.

Y, además, no hay ni siquiera con quien quejarse, ni quien oriente. Cabe señalar que los vacíos de información gubernamental, allí donde la propaganda deja de funcionar, han tratado de ser subsanados por instancias externas al gobierno, como el Consejo Coordinador Empresarial de León, donde su titular, José Arturo Sánchez Castellanos, se muestra más proactivo que el secretario de Desarrollo Económico, Mauricio Usabiaga, en la intención de que el programa prospere en beneficio de las empresas y los trabajadores que de ellas dependen.

Así, la ausencia del gobernador en el espacio público, inexplicable si se considera la cantidad de medios tecnológicos a su disposición, deja la entera responsabilidad de las medidas para enfrentar la pandemia a sus subordinados o a los alcaldes, que batallan para hacer cumplir las disposiciones sanitarias de confinamiento y sana distancia.

Ni siquiera la suspensión del ciclo escolar, medida trascendente si se considera que impacta a centenares de miles de familias, le fue otorgada la importancia para ser comunicada por el máximo representante político del estado, quien dejó la estafeta a su secretaria de educación, Yoloxóchitl Bustamante, quien pese a su trayectoria nacional como cientifica y funcionaria, ha guardado un perfil más bien discreto en su desempeño como titular de la SEG.

Cuando entramos a la etapa más complicada de la pandemia, lo que se refleja en el crecimiento de los nuevos casos a una tasa que ronda el medio centenar diario, serían importantes los mensajes del mandatario tanto por el tema sanitario como por sus repercusiones económicas.

No ha sido así. Incluso ni siquiera el secretario de Salud Daniel Díaz, se digna a tener conferencias cotidianas como ocurre a nivel federal y en muchas entidades, para explicar la evolución de la pandemia. La última de sus apariciones fue el pasado 7 de mayo para insistir en la no movilización por los festejos del diez de mayo, lo que lamentablemente no fue acatado por numerosos guanajuatenses.

Sus últimas actividades públicas, registradas solo en redes, son conferencias virtuales con empresarios como los de la Cámara de la Curtiduría, los directivos de Colgate, el representante de la oficina de las Naciones Unidas e México y el del Banco de Desarrollo de América Latina, todo lo cual está muy bien, pero no sustituye a la posibilidad de hablar franco y directo con los ciudadanos de Guanajuato.

La parte más delicada está por venir, sería deseable que se recupere esta comunicación y que los guanajuatenses puedan sentir que hay alguien al frente de sus instituciones públicas, haciéndose cargo de una política para enfrentar las complicaciones, que ese alguien sabe escuchar y que esto ocurra de viva voz y sin intermediaciones. Todos ganaríamos con ello.

2.- ¿En verdad es urgente remodelar la feria de León en este momento?

Con una sensibilidad nula, que por supuesto nadie espera de ellos, el dúo dinámico que dirige el patronato de la Feria de León decidió iniciar una remodelación que costará 500 millones de pesos que muy bien harían falta en otras prioridades del actual momento.

Juan Carlos Muñoz Márquez y Jorge Torres Gómez, presidente y tesorero del patronato, decidieron no detener la aplicación de la primera etapa de estas obras absolutamente suntuarias, en las que se invertirán 235 millones de pesos para construir un edificio que albergará bares y restaurantes.

Justo en los momentos en que la industria de los servicios turísticos y de alimentos vive la más profunda de sus crisis, estos dos empresarios protegidos por Diego Sinhue Rodríguez y Héctor López Santillana, deciden continuar con un plan prepandemia que no toma en cuenta los efectos que la nueva situación traerá a ese tipo de actividades.

Cuando la mayor preocupación de los ciudadanos es la estabilidad económica, cuando todo indica que la capacidad de consumo se verá gravemente afectada por una recesión que no tiene precedentes, cuando las reglas para convivir están sometidas a una brutal revisión en todo el mundo, aquí parece que nada ha cambiado y que saldremos de la pandemia directamente a gastar dinero en los antros que construye el tándem de juniors empresariales con pretensiones políticas.

A Muñoz le urge dejar su huella en la Feria de León, pues todo indica que al término de la próxima edición tenía planeado renunciar para ir a buscar la candidatura a la alcaldía de la ciudad. Era un plan prepandemia, pero para las ambiciones del personaje cualquier virús por peligroso que sea, no significa ninguna contrariedad.

El empresario radiofónico Jorge Torrres, en cambio, es más práctico y seguramente está pensando en las oportunidades de negocio que se le abren con la nada desdeñable inversión en la feria. Si fue capaz de convencer a López Santillana de colocar pantallas en las estaciones del SIT y cobrarle al municipio millones de publicidad por esa tomada de pelo, lo que sigue le parece pan comido.

Qué lamentable, para los planes de ambos, que se haya atravesado el Coronavirus con su secuela de cambios en los comportamientos que veremos en los próximos meses.

¿Alguien se imagina que un plan para echara andar restaurantes y bares de la feria los 365 días del año, mientras que el resto de la industria gastronómica de la ciudad batalla para poder arrancar de nuevo, podrá dar popularidad y votos a estos personajes?

Difícil, sin duda.

3.- Las cárceles, bomba de tiempo por inseguridad y COVID-19

En diversas partes del país se está tensando la situación carcelaria, a causa de la sobrepoblación y la amenaza de contagios de COVID-19. Ya se han presentado conatos de motín en varios de ellos.

Guanajuato no será la excepción. Las cárceles están rebasadas en la capacidad para la que fueron diseñadas, perop adicionalmente hay un factor explosivo: la guerra de cárteles que vive la entidad tiene su correlato en los centros de reinserción de la entidad, sobre todo algunos de ellos como el Cereso Mil de Valle de Santiago.

La pandemia exacerba los riesgos. Las medidas de distanciamiento social agudizan la inconformidad de los internos, pues les restringen interacción con sus familias, sin que solucione el factor del hacinamiento.

Pero, adicionalmente, existe una estructura de corrupción al interior de los penales que ha permitido por una parte el fortalecimiento de los grupos delictivos organizados, con acceso a privilegios comprados mediante dádivas y con capacidad de coerción sobre los guardias mediante amenazas a su integridad que muchas veces se han concretado.

Si a eso se suma la opacidad con la que maneja la situación de las cárceles estatales su principal responsable, el secretario de Seguridad Alvar Cabeza de Vaca, que deja fuera de la información a sus compañeros del gabinete de seguridad, con la excepción de su asociado el Fiscal General, se aprecia la dificultad para que las anomalías en los penales puedan ser abordadas por el resto del gobierno como la situación de riesgo que constituyen.

Cabeza de Vaca consiguió su objetivo de manejar su área de influencia como una burbuja donde no admite injerencias, más allá de sus acuerdos subterráneos con Carlos Zamarripa Aguirre. Ya ni siquiera Sophia Huett, la comisionada de la unidad de análisis y estrategias para la seguridad ciudadana (demasiado título para tan escasos resultados), aparece para cubrir las insuficiencias de comunicación del secretario de seguridad.

Esta semana fue en Celaya, donde se presentó una situación que ameritó el ingreso de un destacamento de policías estatales, sin que se tuviera información sobre los hechos que dispararon esa intervención.

En Valle de Santiago siguen las confrontaciones de dos grupos delictivos perfectamente organizados al interior del penal, que se reparten el control de los dormitorios ya prácticamente sin injerencias del director del penal. La información de “riñas” con la que pretenden explicar lo que en realidad es una disputa por el autogobierno carcelario, ha quedado en evidencia, sin que en el gobierno haya quien se atreva a poner en duda una versión oficial llena de agujeros.

Lo único que ha quedado por demás claro es el pobre papel del secretario de gobierno, el político panista Luis Ernesto Ayala, que nunca quiso o nunca pudo ejercer el encargo de coordinador del gabinete de seguridad, quizá por haber cometido aquel “error” fundamental de vender su empresa de calzado en condiciones inmejorables al empresario Francisco González Espejel, tan cercano a los afectos de Cabeza de Vaca y Zamarripa.

Fue como vender el alma al compadre del diablo.

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