La táctica, equivocada a mi juicio, de barrer la basura debajo de la alfombra y simular que en Guanajuato no pasa nada y que “todos estamos bien”, hace crisis una semana sí y la otra también.
Los problemas de la entidad son reales: no son federales, ni estatales o municipales, son problemas y hay que buscarles una solución, iniciar un camino, hacer algo distinto de lo que se ha venido haciendo y no ha funcionado.

La resistencia a reconocer los problemas, al parecer porque eso sería un signo de debilidad, ya ha comprometido mucho a este gobierno, el de Diego Sinhue Rodríguez. El rechazo a hablar claramente de las omisiones heredadas, el haber convalidado todo lo hecho antes por la ratificación de Carlos Zamarripa y Alvar Cabeza de Vaca, todo ello marca el inicio del sexenio y lo deja atado a los malos resultados mostrados hasta ahora.
La idea peregrina de que se trata de “un problema de percepción”, que puede ser revertido con relaciones públicas o con campañas publicitarias en los medios, también está fracasando notablemente.
Incluso en los medios que se prestan para ceder sus espacios principales a las estrategias gubernamentales, como ocurre con los diarios de la OEM, Milenio, los principales noticieros de la radio y de las televisoras, la realidad se impone: las masacres reciben grandes titulares y las malas noticias no pueden ser censuradas todos los días.
Hace un mes Diego Sinhue viajó por Alemania para formalizar la contratación de una franquicia de la Feria de Hannover, a fin de intentar que las buenas noticias remonten a los temas de inseguridad y violencia. Hoy, sin embargo, la noticia es que el gobierno alemán les pide a sus connacionales que tengan precauciones al viajar por tierra a Guanajuato.
El tema es que la violencia que se ha vivido en la entidad durante los últimos meses de Miguel Márquez y los primeros del nuevo gobierno, es una situación real, con raíces en problemáticas concretas, que no podrán ser ocultada con cortinas de humo, sino con acciones de gobierno.
Si esas acciones deben ser realizadas en forma conjunta con la Federación y con los municipios, ello deberá dar lugar a una ruta de negociaciones y concreción de acuerdos políticos, lo que de hecho constituye la esencia de la tarea de gobernar.
Sin embargo, para aterrizar políticas tangibles, con asideros en la realidad, se requiere tiempo y se requiere constancia, lo que a veces no es bueno para la foto, para la cápsula de propaganda o para el tuit ocurrente.
Los asesores políticos de Diego Sinhue, sus cuidadores de imagen, incluso sus amigos, deben modificar su discurso superficial y triunfalista, para darse cuenta de que los esfuerzos de imagen sin sustento en la realidad solo serán una pérdida de tiempo y provocarán mayores retrocesos, pues simplemente están bordando en el vacío.
El gobernador Sinhue recibió un estado con fuertes dificultades. A la violencia derivada de la lucha de cárteles por controlar el robo de combustible, los mercados de drogas en nuestras ciudades, los robos patrimoniales e incluso delitos como el tráfico de personas, se suma la desaceleración económica que ha traído consigo la revisión del tratado comercial con Norteamérica.
Además, Sinhue gobierna en un nuevo entorno político nacional, muy distinto al que le permitió a Márquez manejarse a sus anchas. Esos son parámetros objetivos sobre los cuales debe plantearse una ruta de acción que contemple coyunturas y objetivos de largo plazo.
No hacerlo para continuar simplemente pateando el bote mediante el control de los medios de comunicación y eventuales reacciones políticas descompuestas, no traerá mejores resultados que los ya vistos. Aunque vengan los genios de Singapur a concedernos tres deseos.