Aunque fueron los gobiernos panistas quienes primero se dieron cuenta del potencial político, económico y electoral de la migración guanajuatense en los Estados Unidos, debieron de pasar casi tres décadas para que una administración de ese signo cumpliera el viejo sueño, realizado antes en entidades como Zacatecas y Michoacán, de elevar al nivel del gabinete estatal la política pública dirigida a los migrantes.
Miguel Márquez Márquez, quien convirtió una leve estancia de emigrado VIP durante su juventud en el estandarte de “primer gobernador migrante”, no dio ese paso decisivo y se limitó a convertir una dirección de la Secretaría de Gobierno en un instituto descentralizado, con escaso presupuesto y con directivos y consejeros designados a dedo y entre los cuates del propio mandatario.
