El “golpe de timón” en seguridad todavía no se define ni se anuncia por parte del próximo gobierno del PAN, pero parece que ya tiene enemigos jurados y están en el mismo lado.
Los nombramientos del gabinete que tomará posesión junto con el gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, el próximo 26 de septiembre, han sido hechos con la máxima cautela, casi se diría que con secretismo y a cuentagotas.
Ninguna filtración adelantó las designaciones de Luis Ernesto Ayala, María Isabel Ortiz Mantilla y Angélica Aguilar, en realidad constituyeron sorpresas, aún en el caso del exalcalde leonés cuyo nombramiento en la Secretaría de Gobierno fue quizá el más lógico de todos.
En la decisión de Héctor Salgado Banda como próximo Secretario de Finanzas había muchas señales por la confianza y la simpatía que se despertó entre el entonces titular de SEDESHU y el director del ISSEG desde que ambos compartieron posiciones en el gabinete de Miguel Márquez, pero ni así se filtró el nombre en columnas o notas periodísticas.
El anuncio de Juan Hernández como el próximo secretario de Movilidad Humana y Migración encontró desprevenidos hasta a los propios líderes de organizaciones migrantes que mantenían una fluida comunicación con Rodríguez Vallejo desde hacía por lo menos dos años.
Por eso llama poderosamente la atención el intensivo manejo de dos potenciales ocupantes de carteras que son centrales para la tarea de frenar la corrupción, enfrentar el reto de la inseguridad y, hablando políticamente, los que tendrán en sus manos los asuntos que podrían convertirse en roces entre el gobernador que llega y el que se va.
Estamos hablando de los titulares de la Procuraduría de Justicia, próxima a convertirse en Fiscalía General del Estado, y la Secretaría de la Transparencia, la responsable de auditar la buena aplicación de los recursos del estado tanto de los últimos ejercicios de la actual administración como de los que vienen.
Daniel Chowell Arenas y Alejandra Gutiérrez fueron sacados a la luz como posibles ocupantes de esos cargos en el blog del columnista de la OEM Israel López Chiñas, quien se tardó dos días en llevar la “exclusiva” al diario estatal en el que colabora como columnista de la casa. A partir de allí la versión creció como la espuma.
¿Podría tratarse de una filtración del equipo cercano a Diego Sinhue Rodríguez Vallejo? Difícilmente si se revisa el patrón de los primeros cinco nombramientos. El gobernador electo de Guanajuato se encontraba en unas largas vacaciones en el extranjero y se antoja muy difícil que tuviese la intención de matarse una nota de ocho columnas muy buena para reabrir su diálogo con una opinión pública que sigue esperando definiciones de su parte.
Más factible se antoja otra intención más bien aviesa: la de “quemar” los nombres del magistrado penal y exprocurador y de la extesorera de León y diputada federal con licencia.
¿Interesados? Hay muchos, pero quizá el más conspicuo es un Miguel Márquez que empieza a sentir el frio que provoca el lento escape del poder entre las manos, ese poder que ha ejercido a placer y satisfacción incluyendo la elección de su sucesor y heredero a quien pensaba tener bajo control, por lo menos hasta en tanto tomara posesión.
Después, ya ve usted, puede esperarse cualquier cosa.
Y si alguien ha sido insistente en el espacio corto y en donde lo quieran escuchar, sobre la necesidad de que Carlos Zamarripa se quede como procurador o si se puede incluso como Fiscal General, es el gobernador Miguel Márquez quien muy bien podría estar utilizando sus amplios recursos para meterle ruido a las designaciones de Sinhue.
Si no es por las buenas, por las malas.
Además, su felicidad sería inenarrable si pudiese seguir una contralora como Isabel Tinoco o lo más que pueda aproximársele.
Y para eso tiene ahí a Enrique Avilés que se las gasta solo para las intrigas de prensa, como ha quedado ampliamente consignado. Hace unos días, por ejemplo, trató de fabricarle algunas críticas a Héctor Salgado Banda por hacer contrataciones de publicidad que él mismo le había sugerido. De que los hay retorcidos, los hay.
La grilla es de párvulos y la primera muestra es que lo que inició como un intento de “tatemar” a Chowell se ha convertido en una amplia demostración de respaldos al jurista desde muchos sectores que creen llegado el tiempo para un golpe de timón de a de veras en la maltrecha procuración de justicia.
En política y más en los largos interregnos de nuestras complicadas transiciones sexenales, parece que nadie sabe para quién trabaja.