Cada vez más rebasados por el nuevo espacio público digital, los medios tradicionales se atienen a sus viejas reglas y creen que solo ellos hablan por una opinión pública que en realidad nunca representaron.
Como chiste de mal gusto, pero también como una rancia verdad de facto, los barones de los medios de la pasada generación aseguraban que “la libertad de prensa era solamente de los que tenían una prensa”.
Los periódicos antes, los medios electrónicos después y por un breve lapso los portales digitales, monopolizaron el ejercicio de la opinión pública. Allí se decidía que se convertía en noticia y que pasaba absolutamente desapercibido.
Una regla de oro era de la que “perro no come carne de perro”, para evitar entrometerse en los asuntos de la propia industria de los medios. En otras palabras “entre bomberos no se pisaban las mangueras”.
Eso acabó con la irrupción de las redes sociales, donde millones de ciudadanos o cientos de miles en los países menos conectados digitalmente, pueden expresar sus opiniones, certeras o equivocadas, comedidas o exaltadas, e, incluso, criticar a los propios profesionales de los medios que no ven con fascinación y temor esta irrupción de voces múltiples, casi siempre estridente y cacofónica, pero mucho más viva que la uniformidad del papel impreso y los noticieros acartonados.
Desde luego, a nuestra quietud provinciana, siempre con el reloj atrasado, ni siquiera la llegada de inversiones del otro lado del mundo con plantas fabriles robotizadas ha logrado sacudirla del todo.
Esta semana se registró uno de los ataques más arteros a la libertad de expresión de los tiempos recientes, quizá solo comparable a los que eran normales en los tiempos del PRI – gobierno, hace más de un cuarto de siglo. Me refiero a lo ocurrido cuando el presidente municipal de León, Héctor López Santillana vetó en los hechos a una comunicadora de su propios espacio radiofónico, a fin de conceder una entrevista que muy probablemente fue facturada.
En la costumbre de invisibilizar las violaciones de derechos o verlas como asuntos anecdóticos, pareciera que no hay ahí un gran tema. Es la normalidad en nuestro entorno, aunque se ejerza de formas más sutiles. Sin embargo, la torpeza con la que fue operado el tema por los comunicadores de López Santillana y la valentía de la periodista Socorro Bernal ha visibilizado lo que constituye no solo un atentado a la libertad de expresión, sino un ejercicio indebido de la función pública y un atropello de derechos humanos, además de una evidente violencia de género.
No parece casualidad que las agresiones en contra de periodistas en Guanajuato se estén concentrando en comunicadoras: Karla Silva, Carmen Pizano, Socorro Bernal al sufrir en distintos grados la violencia de funcionarios del género masculino, se han convertido en víctimas de violencia política de género.
Lamentablemente esto no se encuentra tipificado porque en la ley que se acaba de aprobar a nivel nacional las mujeres de la política solo se han incluido a sí mismas como potenciales víctimas, sobre todo al sufrir discriminación en la lucha por las posiciones políticas.
Y, salvo el caso de Karla Silva que unificó a los medios y que generó una presión que obligó a las autoridades de justicia a ir al fondo de los hechos, en los otros episodios se pone en evidencia la invisibilización que ejercen los medios de comunicación tradicionales de lo que son abiertos y evidentes actos en contra de la libertad de expresión.
Sin embargo, pese a dicho muro de silencio, que termina beneficiando a agresores que son además contratantes de convenios publicitarios en dichos medios, de todas formas la indignación por las agresiones y la exigencia de medidas que las contengan y las eviten en el futuro, han crecido entre sectores de la sociedad que apuestan a la erradicación de las malas prácticas en la política y al combate a la violencia de género.
Cada vez queda más claro que es necesario transparentar y discutir sobre el monto de los recursos que las distintas dependencias públicas de prensa y propaganda dedican a la publicidad, la imagen y, nada sutilmente, al control de opiniones y líneas editoriales en los medios.
Se trata de dinero público que no tiene porque seguir en la opacidad, lo que hasta ahora solo ha ocurrido porque los propios medios resultarían afectados si se conoce con certeza cuánto y porqué razones facturan a los gobiernos. Ir en contra de esa tendencia vulnera a los propios medios para abordar el resto de la agenda pública, pues nunca podrán explicar porqué exigen transparencia en otros temas pero no en los que les atañen directamente.
Defiende periódico de la OEM discurso misógino
Y para muestra de los niveles que puede alcanzar el debate público que se exhibe en los medios de comunicación tradicionales, les comparto una perla publicada ayer, domingo 23 de abril, en la columna Aconteceres, firmada por Pepe Grillo en el Sol de Irapuato:
QUE SE DISCULPEN
Ojalá y esto no sea mas que un exabrupto del líder blanquiazul irapuatense (al que se sumó el secretario del Ayuntamiento Javier Alcántara sólo para quedar bien), porque de tratarse de algo más serio el PAN quedará muy, pero muy mal, porque si un militante no está de acuerdo en esa iniciativa feminista, pues lo más normal es que lo externe, pero si a la primera le ponen un tremendo descontón, pues… En todo caso si don Isidro expresó “opiniones misóginas”, los otros son una bola de intolerantes. Sea misógino o no, debe ser respetado. Están como aquellos que dicen ser homofóbicos y ¡aguas!, porque casi los linchan. ¿Dónde está el respeto a la diversidad? Nomás lo quieren para un lado.
La columna critica la reacción del PAN municipal de Irapuato de iniciar un proceso por la agresiva alocución del militante Isidro Flores en contra del proyecto de candidaturas paritarias por género que expuso esta semana en Irapuato la diputada Libia Denisse García Muñoz Ledo.
Así que, contra todo el discurso de perspectiva de género que se ha venido difundiendo en los últimos años y que los periodistas estaríamos obligados a conocer por simple responsabilidad social, además de cultura política, el columnista de la casa en el Sol de Irapuato afirma con toda la barba: “Sea misógino o no, debe ser respetado”.
Eso se llama promoción de los discursos de odio y para un medio profesional de comunicación tendría que haber hasta sanciones. Bueno, quizá si no nos gobernaran algunos políticos que muy probablemente estén de acuerdo con Pepe Grillo o, quizá, hasta consideren que se queda corto.