La intervención del gobernador en las definiciones electorales del PAN de Guanajuato podría ser muestra de autoritarismo, pero en realidad solo lo ha sido de ineficiencia.
Después de ver los tremendos enredos que ha generado la intervención de Miguel Márquez, gobernador del estado, en los procesos internos del PAN para elegir candidatos a los diversos cargos en disputa en la próxima elección, no puede más que extrañar (y preocupar) la euforia y la autocomplacencia que muestran sus colaboradores más cercanos , asegurando que todo les ha salido “como lo tenían planeado.”
No me extenderé mucho en el caso de los candidatos a alcaldes, pero resulta claro que el gobernador no logró colocar a sus hombres de mayor confianza en posiciones clave: Héctor López Santillana no es uno de sus alfiles, dueño de una voluntad propia y de firmeza de carácter, algo que incluso le provocó celos en el gabinete marquista.
No tiene tampoco a políticos cercanos en las candidaturas de Irapuato, donde Ricardo Ortiz reparte su lealtad histórica entre Juan Carlos Romero Hicks y Juan Miguel Alcántara; de Salamanca, que obedece a Justino Arriaga y, a través de él, a Luis Alberto Villarreal; ni de San Miguel de Allende, donde se postula el propio Ricardo Villarreal.
El famoso “método” inventado por Márquez y para conducir el cual contrató a una prestigiada empresa de marketing político y relaciones públicas de la ciudad de México, no solo no funcionó, sino que casi ninguno de los que aceptaron jugar con él, terminó como candidato. El método por cierto, fue el responsable de la exhumación política de Ricardo Sheffield.
En las diputaciones locales, el aparente diseño de un liderazgo para Éctor Jaime Ramírez Barba, debilitado ya por su poco lucidor paso por Sedeshu, su batalla perdida frente a Bárbara Botello y su pésimo resultado en la contienda interna por León, se verá fuertemente cuestionado por un veterano con el colmillo de Ricardo Torres Origel o por Juan Carlos Muñoz, quien tendrá apoyos desde el CEN panista.
En las diputaciones federales, donde el gobernador quiso cobrarle los agravios a Gustavo Madero y se metió con todo en las contiendas de siete distritos, lo único que logró fue desahuciar al exrector Arturo Lara López, a quien le queda mal por segunda ocasión, al darle a la comisión permanente del CEN maderista la justificación ideal con el argumento de la equidad de género.
Hoy Miguel Márquez, quien nunca ha sido una adepto de la equidad (solo tiene una mujer en el gabinete), anda buscando como “bajar” a la candidata del distrito once, Martha Cíntora, lo que debe ser complementado con un relevo en otra entidad del país de un hombre por una mujer.
El mandatario guanajuatense ha utilizado el falaz argumento de que la equidad es nacional y que no importa si no la hay en Guanajuato, mientras se conserve en la planilla de todo el país. Con esa lógica, la ausencia de mujeres en su gabinete también se podría compensar si en Sonora o en Pueba hacen a más mujeres titulares de secretarías.
Lo peor de todo es el papel en el cual coloca Márquez a Arturo Lara, quien en caso de llegar con “forceps” a la candidatura lo haría afectando a una destacada panista de su distrito, lo que no abonaría al buen clima de su campaña. Incluso, tengo dudas fundadas de que el prestigiado académico pudiese aceptar una situación como esa, de la que ninguna necesidad tiene, máxime cuando el no buscó la candidatura, sino que lo buscaron.
La responsabilidad del bloqueo al doctor Lara es absolutamente de Miguel Márquez y de su operador político Christian Cruz, quienes se dedicaron con singular alegría a impulsar la candidatura de David Padilla para que venciera a Karen Michel González, un compromiso que tuvo su origen en la candidatura de unidad de Juventino López Ayala, a quien se le limpió el camino como abanderado a la alcaldía haciendo promesas a otros postulantes, uno de ellos, el exalcalde Padilla.
Al desbancar a la única mujer que competía con un hombre, en el distrito ocho de Salamanca competían dos mujeres y en el resto solo hombres, se eliminó la posibilidad de que en las designaciones cupieran dos varones, cuando ya se sabía que Ricardo Sheffield estaba seguro por su cercanía con el grupo maderista.
Así que la eliminación de Arturo Lara en la lista de designaciones dada a conocer este lunes no fue obra de la prepotencia o maldad del grupo dominante en el CEN panista, sino un absoluto error de cálculo de Miguel Márquez y de Christian Cruz, producto de un compromiso político de corte absolutamente municipal, justo del municipio del gobernador.
Decían un veterano legislador norteamericano en un aforismo que se ha vuelto clásico, que toda política es local. Y aunque parece, definitivamente, que sí, sería importante no llevarla a niveles aldeanos.