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Expo Bicentenario, subsidios y mentiras

In Botepronto on noviembre 25, 2014 at 8:17 am

Hasta donde todos sabemos y lo consignan los manuales de administración, la rentabilidad es un concepto que no admite ambigüedades. Se le puede definir como la relación existente entre los beneficios que proporciona una determinada operación o cosa y la inversión o el esfuerzo que se ha hecho.

Más técnica es la definición económica: “Rentabilidad Económica es el rendimiento promedio obtenido por todas las inversiones de la empresa. También se puede definir como la rentabilidad del activo, o el beneficio que éstos han generado por cada peso invertido en la empresa”.

La definición que prefiero, por su claridad, es la de rentabilidad de negocio: “la capacidad que tiene algo para generar suficiente utilidad o ganancia; por ejemplo, un negocio es rentable cuando genera mayores ingresos que egresos, un cliente es rentable cuando genera mayores ingresos que gastos, un área o departamento de empresa es rentable cuando genera mayores ingresos que costos”.

En ninguna de estas acepciones puedo ubicar la definición de rentabilidad que utiliza el Secretario de Turismo de Guanajuato, Fernando Olivera Rocha, para justificar la administración que realiza de la elefantiásica infraestructura conocida como Expo Guanajuato Bicentenario, donde si bien los gastos fijos se han disminuido de casi 100 millones de pesos a 50 millones de pesos al año, los ingresos totales no superan los 5 millones de pesos.

Fernando Olivera llegó a la burocracia federal, antes que a la estatal, proveniente de la iniciativa privada en el mismo sector turístico. Dirigió hoteles de corporativos internacionales y empresas de reservaciones a nivel global. Me gustaría mucho verlo explicando a sus accionistas en aquellas épocas que un déficit de 45 millones de pesos al año, en el mejor de los casos, es “rentabilidad”. Probablemente no duraría en el puesto muchos días después de eso.

En cambio, en el sector público, los mejores ejecutivos terminan por acostumbrarse al cómodo mundo del presupuesto y la aún deficiente rendición de cuentas. Si se está bien con “el jefe” no hay que explicarle nada a nadie más, ni siquiera a los contribuyentes cuyo dinero se está despilfarrando.

En una entrevista realizada este lunes en el marco del Congreso Mundial de Calzado, Olivera Rocha regaño a los reporteros que lo entrevistaban y les espetó un altanero “no me estás escuchando”, cuando se le insistía en que expresara una opinión sobre el hecho irrefutable de que la Expo Bicentenario, como en los mejores tiempos de Juan Manuel Oliva, sigue siendo un gigantesco tiradero de dinero público.

Hay que decir que sí estamos escuchando a Olivera en las escasas explicaciones que se digna dar, en un gobierno cuyo compromiso con la transparencia se reduce a discursos cada vez más tenues y a convenios con universidades nacionales para obtener certificados de buena conducta.

Lo que no estamos es entendiendo es lo que pretende hacer el Secretario de Turismo con la Expo Bicentenario. Sin duda ha logrado ahorros significativos en el gasto, atribuibles más a haber puesto orden en el gran despilfarro que allí se practicó en la pasada administración que a un plan razonable para hace reflotar ese monstruo.

No tengo dudas de que Olivera haya disminuido los gastos de la Expo Bicentenario de 100 millones a 50 millones en dos años y tendría aún menos dudas si publicara sus estados financieros y el desglose de sus gastos en su página Web, donde la última información accesible, muy incompleta además, corresponde al año de 2011.

Lo que si me genera muchas dudas es que la línea asumida por Olivera junto con el Consejo a modo que teóricamente gobierna la Expo, pero que en realidad hace lo que el secretario quiere, vaya a producir ya no “rentabilidad”, sino siquiera un precario equilibrio.

Este año, la Expo gastará 50 millones en mantenimiento y otros 20 millones más, si bien nos va, en la compra de exposiciones de cultura chatarra, por el contenido, los alcances y los objetos que contienen. Ese gasto de 70 millones frente a las entradas menores a 5 millones, deja un agujero de 65 millones de pesos que no permiten sostener la altanería con la que Fernando Olivera quiere regañar a los medios.

Si bien al gobernador Miguel Márquez y a los diputados al Congreso de Guanajuato, incluyendo la oposición, el audaz titular de Sector ha logrado venderles espejos y convencerlos de su eficiencia, se equivoca mucho si pretende que su mentira logre engañar a toda la opinión pública de Guanajuato.

No estaría mal que en esas inútiles y farragosas comparecencias que los diputados suelen inventar para justificar sus altos salarios, solo por no dejar, alguno de ellos le preguntara a Olivera sobre sus planes a futuro en la Expo Bicentenario y lo que espera lograr a cambio de esta millonaria inyección de subsidios que mucha falta harían en otras áreas de los servicios públicos, incluyendo la descuidada promoción cultural.

Y en vía de mientras, no estaría mal que la Expo Bicentenario y su flamante Consejo pusieran al día la información que debe ser pública por ley en su página de Internet. Por cierto, esa omisión ya debería estar motivando una intervención de la Secretaría de la Transparencia de Isabel Tinoco, pero parece que eso es más complicado que volver a la Expo rentable de verdad.

Por lo pronto, debo decirle a Fernando Olivera que sí lo escucho, y con mucha atención; pero que sus argumentos me parecen absurdos.

  1. DESGRACIADAMENTE HEMOS TENIDO SEXENIOS DE OPACIDAD Y DESHONESTIDAD, Y LA VERDAD NO EXISTE NI HA EXISTIDO LA TRANSPARENCIA DE ESTE GOBIERNO ESTATAL, BASTA CON VOLTEAR A VER LA FORMA EN QUE LOS FUNCIONARIOS PUBLICOS NO CUENTAN CON EL PERFIL ADECUADO MUCHO MENOS CON LA EXPERIENCIA SUFICIENTE. SE HA OBSERVADO MUY CLARAMENTE COMO A ISABEL TINOCO SE LE PUSO EN ESA SECRETARIA NO PARA TRANSPARENTAR SI NO MAS BIEN PARA TAPAR LO HOYOS QUE SE HAN DEJADO Y SE SIGUEN DANDO, BASTA CON SABER QUE LA DIRECCION DE QUEJAS Y DENUNCIAS NO HA HECHO NADA EN RELACION A SUS FUNCIONARIOS PUBLICOS, HA SOLAPADO A MONTON DE VIVIDORES CON AIRES DE GRANDEZA, SE CONTINUA CON EL DIZMO EN LA SOP, SE PRIVILEGIA A SOLO ALGUNOS CON OBRAS MAGNAS, CONTINUA HABIENDO AVIADORES EN DIFERENTES DEPENDENCIAS, DESDE LA SALIDA DE MA. ELENA MORALES A LA FECHA NO SE HA OBSERVADO NADA RELEVANTE.

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