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Así mueren las libertades, con una amplia complacencia

In Botepronto on mayo 30, 2014 at 8:45 am

Algo muy delicado está ocurriendo en León con el ejercicio de las libertades elementales, en este regreso del PRI al gobierno municipal. Lamentablemente, los retrocesos que vivimos se consuman con enormes complicidades, incluso de las fuerzas políticas y las organizaciones civiles que teóricamente deberían estar convertidas en un contrapeso natural.

A principios de esta semana el legislador federal y empresario transportista Juan Carlos Muñoz denunció la censura de que fue objeto una campaña que patrocinaba para oponerse al incremento al transporte público en la ciudad.

El despliegue de los mensajes, que duraron expuestos poco más de una semana, se realizaba en los espacios publicitarios de las propias estaciones del SIT, el cual es manejado por los concesionarios del transporte, a través de la empresa Transportistas Coordinados de León, S. A. de C. V.

Inopinadamente, la campaña fue retirada, no obstante encontrarse pagada. El diputado panista fue informado de la imposibilidad de continuar, sin mayores razones. Sin embargo, cuando trató de contactar a otros proveedores de espacios publicitarios en la ciudad, la respuesta fue la misma: “no queremos problemas con el municipio.”

Muñoz decidió hacer pública su denuncia, la cual recibió espacios mínimos en los medios de comunicación. A los pocos días, el tema estaba olvidado.

Lo más preocupante, fue que el propio partido Acción Nacional, tan crítico de la actuación de Bárbara Botello, hizo mutis en torno al tema. NI Alfredo Ling Altamirano, quien normalmente fundamenta sus señalamientos en meras sospechas, hizo referencia al hecho. Tampoco aparecieron los regidores panistas, acusados en esta misma semana de tibieza frente a los excesos de la alcaldía priista.

Juan Carlos Muñoz no es militante del PAN, apenas anda en esas. Fue patrocinado por Juan Manuel Oliva para arribar a la diputación y hace unos meses tomó distancia del ex gobernador para jugar del lado de Gustavo Madero en la reciente elección interna del PAN.

Probablemente, esos devaneos han influido en la distancia que toman los panistas del legislador, quien tampoco recibe el respaldo de la corriente de Mayra Enríquez, de donde ven su arribo al maderismo como tardío y oportunista.

Sin embargo, lo que está en juego en un posible acto de censura de la administración municipal, algo que no se veía hace muchos años en León, debería estar muy por encima de las coyunturales rencillas entre los integrantes de un partido que surgió, entre otras cosas, para hacer valer las libertades ciudadanas frente a las tendencias controladoras del priismo del siglo pasado.

Probablemente, la campaña de Juan Carlos Muñoz tenía no solo la intención de combatir el alza al transporte, sino también de promocionar su nombre con vistas a las precampañas del año próximo a la alcaldía, en una situación que podría ser revisada por la autoridad electoral y hasta por los órganos internos panistas.

Sin embargo, eso no fue lo que ocurrió, sino que fue una decisión arbitraria de concesionarios privados donde puede sospecharse una presión desde la autoridad municipal, la que bloqueó los mensajes.

Esa situación constituye un flagrante ataque a la libertad de expresión, se trata de un acto de censura. Hace no muchos años, el ADN panista repudiaba ese tipo de arbitrariedades, más allá de las circunstancias asociadas.

Hoy ya no es así: el retroceso que se marca con la llegada del PRI al poder es tolerado, quizá hasta aplaudido, por algunos miembros del PAN que consideran un posible rival al empresario Muñoz.

Aquella frase apócrifa de Voltaire, tan citada por algunos teóricos del periodismo local: “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”, es ya solo un hermoso anacronismo.

Así, el fortalecimiento del renaciente autoritarismo priista, el huevo de esta nueva serpiente, se nutre de la omisión y también de la complicidad de quienes ya no ven en la política y en el ejercicio de la opinión nada más que vehículos para las ambiciones y las utilidades.

Lo que los panistas de otras corrientes políticas y la propia dirigencia municipal y estatal de ese partido no parece estar viendo es que, más pronto que tarde, ellos serán víctimas de vejaciones similares. Entonces, seguramente, querrán alzar la voz y reclamar solidaridades. Para entonces ya podría ser demasiado tarde.

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