El presidente municipal de Irapuato, Sixto Zetina, se solaza haciendo alarde de la precocidad de su carrera política. Fue el diputado federal más joven de su generación y, probablemente, hoy sea uno de los ediles más jóvenes del país. Esa, sin embargo, es más una circunstancia que una virtud política.
A Sixto habría que recordarle que no por mucho madrugar amanece más temprano. Ya estuvo a punto de colapsar su adelantada carrera política en la pasada elección municipal, cuando la negativa del PVEM a pactar con el PRI en Irapuato, aunada a la confusión de los electores, provocaron miles de votos nulos que en otras circunstancias hubieran podido producir su derrota.
Para su fortuna, pudo librar esa aduana y encaminarse a ejercer la presidencia municipal de la segunda comunidad más importante del estado y la mayor en manos de su partido, tras la derrota en León.
Sin embargo, parece haber encontrado el chivo expiatorio ideal en su antecesor, el panista universitario Jorge Estrada Palero, a quien a casi diez meses del cambio de poderes, se le sigue cuestionando en términos mediáticos, aunque en realidad no parezcan prosperar los litigios formales en su contra.
Parece un problema de soberbia y de vanidad, más que otra cosa. Zetina se muestra, un poco al estilo de la priista Bárbara Botello en León, dispuesto a encontrar quien pague los platos rotos por la falta de resultados en su administración. Esa receta, sin embargo, termina por agotarse más bien pronto.
Sin embargo, en el entorno del joven alcalde irapuatense, muchos empiezan a darse cuenta de que no todas las culpas pueden ser atribuidas a errores de terceros. También Sixto Zetina comienza a abonar al gris paso de su administración.
Un factor que no se entiende, por ejemplo, es la tendencia a ser opaco con asuntos de mínima importancia. Zetina no anunció su salida de vacaciones, aunque se apresuró a adelantar compromisos como la sesión de ayuntamiento.
Las inundaciones que se suscitaron en zonas urbanas y rurales de Irapuato evidenciaron su ausencia y debió ser la secretaria del Ayuntamiento, Lorena Alfaro, la que salió a dar la cara por la administración, mientras su jefe sólo se dignaba mandar algunos tuits de compromiso.
¿Es una necesidad política que Sixto oculte la razón de sus ausencias? No lo parece, tiene derecho a vacaciones como cualquiera de sus colaboradores y es un asunto que puede informarse sin mayores problemas.
La complicación es ocultar las cosas o, como se dice coloquialmente, “hacer cosas buenas que parezcan malas.” A menos que el alcalde irapuatense ya esté copiando algunas de las conductas que tan criticadas le fueron a su antecesor, como ir a celebrar sus cumpleaños en Las Vegas.
Si no es así, si la ausencia de Sixto de Irapuato se debe a una programación normal de su descanso vacacional, no se entiende que se trate de ocultar o de disfrazar como “viaje de gestión a la ciudad de México”.
Es allí donde el edil panista muestra no tanto su inexperiencia, como su soberbia, dejando en claro que no le tiene que rendir cuentas a nadie, ni a sus compañeros de Cabildo, ni a los ciudadanos y mucho menos a la opinión pública.
Sin embargo, también puede ser que Sixto no quiera arriesgarse a recibir críticas a causa de los estropicios provocados por las lluvias en Irapuato, mientras el se divierte en algún destino turístico exclusivo. En ese caso, estamos hablando de mala conciencia, que ya es otra cosa.
Un día, cuando era candidato en campaña, Sixto Zetina me dijo en entrevista que la mejor garantía de que daría lo mejor de sí en favor de sus conciudadanos, era su intención de hacer una carrera política ascendente, dando a entender que la presidencia municipal solo era un peldaño más en ese camino.
Lo que no quedó claro en la charla es que el éxito en político no depende sólo de las intenciones que se tengan y las ganas que se le echen. También hay una responsabilidad en el gobernar que tiene que ver, fundamentalmente, con el respeto a los representados.
Eso es lo que parece estar faltando en el caso del alcalde de Irapuato, donde el problema no parecen ser los pocos años, algo que tiene remedio, sino el desdén hacia la alta responsabilidad que se está ejerciendo, algo sin lo cual no parece haber mucho futuro en el horizonte.
Yo estoy bastante descontento, no sólo por la inundación que es cosa severa y si no lo cree que le pregunte a los cientos de personas que tuvieron que caminar con el agua hasta las rodillas y enfermándose, sino porque su ciudad “sin baches” me costo cerca de 800 pesos. Más allá de la molestia que provocan los baches son los daños colaterales que las personas sufrimos por su ineficacia, que además hacia varios presidentes que no ocurría esto, por lo que puedo decir, es el peor presidente de irapuato que yo recuerde. Entonces quisiera contemplar que sí esto me ocurre a mi, le debe de ocurrir a cientos de personas, costos en medicinas, mecánicos, accidentes etc. Sólo me queda decir que el problema no es que tenga un carrera política, esas se construyen con mentiras, lo que me queda por decir es que para mi y para muchos de los ciudadanos solo será recordado como el presidente que estafaron cobrando le muchísimo dinero por una foto en la que sale horrible.