En una imprevista reaparición, esta semana en Guanajuato, el ex candidato del PRI a la gubernatura del estado, Juan Ignacio Torres Landa García, tuvo la oportunidad de dirigirse a los candidatos ganadores de su partido en diputaciones y presidencias municipales, a quienes anunció su intención de permanecer activo en la política de la entidad.
El aspirante que ha obtenido la mayor cantidad de votos en la historia del PRI como partido opositor en Guanajuato, felicitó a quienes le acompañaron en la pasada contienda corriendo por otras posiciones y se asumió, de acuerdo a diversas versiones recabadas, como una especie de “líder moral” del priismo local.
Torres Landa no necesitó ir muy lejos para sustentar su planteamiento. Los más de 900 mil votos obtenidos el primero de julio y la distancia de menos de siete puntos a que quedó del candidato panista Miguel Márquez Márquez, así como la aportación de votos a Enrique Peña Nieto, que convirtió a la entidad en la cuarta que más votos aportó a ese candidato, son los logros de los que echa mano para sustentar su nuevo capital político.
Se trata de una postura radicalmente distinta a la que el propio Torres Landa asumió cuando fue candidato al mismo cargo hace doce años. En esa ocasión ni siquiera presionó para garantizar el liderazgo de la fracción priista para Miguel Montes García, el primero en su lista plurinominal, lo que redundó en la apropiación de la dirigencia partidista por Wintilo Vega y la llegada a la coordinación camaral de Francisco Arroyo Vieyra.
La diferencia, entra ambas ocasiones, es sustancial. En el año 2000 el PRI había perdido la presidencia de la República y existía un clima de debacle en ese partido, parecida al que existe hoy en el PAN.
En cambio, en este 2012 el PRI rezuma optimismo por más que se haya complicado el litigio postelectoral. Torres Landa sabe que esta vez tiene interlocutores en el centro del país y que puede hacer valer su esfuerzo en la contienda.
Quizá de allí provenga el ánimo para esta reaparición. Apenas unos días antes, con un oportunismo digno de mejores causas, el diputado federal Guillermo Ruiz de Teresa, quien se ocupó de la organización de las visitas de Peña Nieto a Guanajuato trató de alzarse con el mérito de los logros obtenidos por el PRI en Guanajuato, a la vez que hacía pública su intención de ser tomado en cuenta para un cargo en la nueva administración federal.
Si a esas vamos, parece decir Torres Landa con su reaparición, los méritos son de quien invirtió en hacer una campaña prestigio personal y responsabilidad política. Ante sus compañeros candidatos ganadores, el iturbidense reconoció la posibilidad que tiene de ser invitado a un cargo en el gobierno de Peña Nieto, pero antepuso a ello su intención de contribuir a que el PRI de Guanajuato viva mejores tiempos.
Se acabaron los “ismos”, les dijo el ex candidato a los próximos diputados y alcaldes, con lo que se refirió de pasada al divisionismo que ha provocado un grave daño al PRI en los últimos veinte años.
Resulta difícil pensar que esa era terminará solo porque lo diga este político, pero puede haber la posibilidad de la hegemonía de un “ismo”, el torreslandismo, si de verdad mantiene su intención de asumir un liderazgo moral, si este se comporta de manera inteligente y, sobre todo, si Juan Ignacio mantiene una comunicación fluida con el próximo presidente de la República, tenga o no cargo en su gobierno.
Veremos, por lo pronto, si este PRI que logro darle el mayor susto al PAN en los últimos 20 años, logra trascender más allá de las circunstancias de la elección que vivimos hace unas semanas.
Twitter: Arnoldo60