No obstante que el PRI no logró aprovechar en Guanajuato la ola peñanietista, al final menos espectacular de lo que se pretendió antes de la elección, para desplazar al PAN del gobierno que ostenta desde hace 21 años, abundan los priistas que tratan de convertir el incremento de votos en Guanajuato en un patrimonio político propio.
Lejos de que el PRI utilice el nuevo estado de ánimo que prevalece en sus filas, de las bases a las dirigencias, para refuncionalizar al partido, estamos viendo como los priistas que tienen más elementos empiezan a aprovechar las circunstancias, independientemente de sus respectivos méritos en lo que pasó.
Nada de extraño tiene que el ex candidato a la gubernatura, Juan Ignacio Torres Landa, se encuentre en la tesitura de ser invitado a desempeñar un cargo federal en el equipo de Enrique Peña Nieto, con más probabilidades de que sea en el gabinete ampliado.
De alguna manera, Torres Landa puso en juego capital político y personal, manteniendo una dura lucha contra un panismo arraigado y con los recursos que se pueden emplear al tener el gobierno. A diferencia de otras entidades, como el Distrito Federal o Morelos, aquí la pelea se cerró y la suma de votos obtenida fue superior a la media histórica.
En cambio, lo que sí suena a disparate es que un personaje como el coordinador de giras de peña Nieto en Guanajuato, el diputado Guillermo Ruiz de Teresa, pretenda enarbolar los resultados de la pasada elección como puntos a su favor para litigar un cargo en el próximo gobierno federal.
Sin embargo, así ocurrió esta semana, cuando el legislador que llegó a Guanajuato por la circunstancia de haber sido el suplente de Yulma Rocha en una estratagema para burlar la equidad de género, presentó los libros de la campaña del candidato presidencial priista en Guanajuato, consistentes en meros recortes de periódico, para pretender arrogarse los resultados de la votación.
¿Dónde queda el esfuerzo de miles de priistas guanajuatenses, no sólo para esta elección, sino para mantener a su partido presente como segunda fuerza política, a lo largo de estas dos décadas, no obstante el escaso apoyo del PRI nacional?
¿Resulta ahora que el PRI de Guanajuato estaba esperando la providencial designación de Ruiz de Teresa como delegado, cual nuevo mesías, para salir de su postración?
Es probable, así se menciona en medios políticos nacionales, que Guillermo Ruiz de Teresa reciba en efecto un cargo en la próxima administración federal, tan importante como la Comisión Federal de Electricidad. Sin embargo, ello no se deberá a su trabajo en Guanajuato, sino a su cercanía con un político que Peña Nieto busca reivindicar: el ex candidato presidencial derrotado por Vicente Fox en el año 2000, Francisco Labastida Ochoa.
Si así ocurre, será interesante observar si el hoy diputado federal Ruiz de Teresa sigue conservando sus aficiones guanajuatenses y destina algunas de sus partidas de inversión a una entidad que le dio la oportunidad de permanecer vigente en la política nacional en épocas difíciles. Ojalá así ocurra.
Lo que no se vale, en cambio, es el oportunismo rampante de pretender intercambiar los votos a favor del PRI por méritos políticos, sin pensar en la regeneración profunda que requiere ese partido si es que se pretende que conserve su capacidad competitiva más allá de eventos coyunturales.
Tanto Juan Ignacio Torres Landa como Guillermo Ruiz de Teresa pueden resolver sus carreras políticas usando como argumento la votación histórica del PRI en la pasada elección, no obstante no haber alcanzado el triunfo a nivel estatal. Sin embargo, esa medalla de plata servirá de poco si todo el capital logrado se canaliza sólo a unos cuantos premios personales.
Twitter: Arnoldo60