El candidato del PRI a la gubernatura, Juan Ignacio Torres Landa, fue el primero en proponer la realización de foros temáticos para integrar planteamientos ciudadanos a su propuesta de campaña; a los pocos días le siguió el panista Miguel Márquez Márquez.
Se trata de una estrategia muy socorrida en los tiempos del PRI hegemónico y venida a menos desde que es oposición. En aquellos tiempos, los foros de consulta constituían más que nada un mecanismo legitimador de un candidato que no hacía campaña para ganar, sino para placearse y darse a conocer.
Hoy es distinto, los candidatos de las dos principales fuerzas políticas son políticos locales que no requerirán de campañas que legitimen su vinculación con el terruño, sino de prácticas que busquen efectivamente escuchar y hablar a la sociedad.
Los foros priistas de otras épocas servían para el lucimiento de una burocracia que también quería ser vista por el candidato y tomada en cuenta en la integración de sus equipos. La ciudadanía sin partido, a menudo, sólo era espectadora de esos ejercicios de simulación.
Como buena imitadora del priismo, la maquinaria panista tampoco ha sido muy ducha en hacerse llegar insumos de información de capas amplias de la población, a fin de conformar sus planes de gobierno.
Desde luego, en los inicios del régimen panista, la aportación de sectores sociales marginados por el priismo, empresariales muchos de ellos, otros provenientes de una clase media alejada de la gestión gubernamental, trajeron aire fresco a la administración pública. Dos décadas después puede decirse, sin mucho margen de error, que ese impulso se agotó.
Ahora, el priista Juan Ignacio Torres Landa, cuya campaña sigue manteniéndose más en el discurso que en la cobertura territorial efectiva, propone la realización de 13 foros de consulta con temas que abarcan un amplio espectro de políticas públicas, bajo la consigna: “Quiero escucharte…”
La idea resulta atractiva, sobre todo si logra cuajar la posibilidad de que asistan a esos eventos ciudadanos verdaderamente preocupados por los temas que se plantean y no una claque de acarreados que sólo luzcan en la foto.
Para fines de participación social y de democracia efectiva, incluso serían mejor recibidas esas consultas si derivaran en verdaderos diálogos entre ciudadanos y candidato, evitando las mesas tumultuosas en las que incluso resulta complicado el intercambio.
Debe reflexionarse que uno de los principales problemas del PRI en Guanajuato, en estos momentos, es su dificultad para volver a conectar con la sociedad, de volverse confiable, lo cual sólo podría derivar de un intenso trabajo de campo y de contacto directo con los liderazgos generados por la propia sociedad. Estos foros pueden ser una oportunidad.
Para el PAN, donde aún no se dan a conocer temáticas ni lineamientos para sus consultas ciudadanas, el problema no es menor. Miguel Márquez ya ha detectado que necesita renovar las promesas con las que el panismo llegó a ser gobierno tras un largo tránsito como oposición.
Tiene a su favor el control corporativo que se ejerce desde la administración pública sobre numerosos espacios sociales, el mismo que tenía el PRI en su momento. Esa ventaja se convierte en un obstáculo si sólo se usa como una escenografía formal y, como ocurría en el viejo priismo gobernante, en el espacio del lucimiento para el ascenso burocrático.
Los foros a los que convoquen los candidatos del PRI y del PAN nos darán otra oportunidad: la de verificar la madurez de la democracia que vivimos. ¿Podrán asistir los mismos personajes de las organizaciones gremiales, de las no gubernamentales, de los sindicatos, de las asociaciones civiles, a las convocatorias de ambos candidatos?
Ya la presencia del líder del Consejo Coordinador Empresarial de León, José Abugaber Andonie, en un foro de reactivación económica convocado por el candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, levantó ámpula y desató reacciones de intolerancia en los círculos panistas, evidenciando que lo que se pelea no es una elección, sino prácticamente una guerra.
¿Podrá verse en el estado un clima de madurez para que la sociedad pueda dialogar con estos dos y con otros candidatos, sin que se preste a represalias y descalificaciones?
Parte de la respuesta se encuentra en los propios convocantes a los diálogos con la ciudadanía. Si los foros de consulta se plantean como espacios de intercambio sin sospecha de proselitismo o de propaganda disfrazada, podrá haber mejores resultados. Si sólo se trata de chamaquear a los asistentes para exhibir su asistencia como trofeo, la iniciativa se habrá vulnerado a sí misma y traerá efectos contraproducentes.
A final de cuentas, el diálogo es uno de los componentes básicos de una democracia, siempre que se de entre iguales y con tanta disposición a exhibir argumentos como a escucharlos.
Desde su planteamiento, en su desarrollo y por sus resultados, los foros ciudadanos en las campañas por la gubernatura serán otro termómetro para conocer la madurez de nuestra democracia y la estatura de quienes corren en esta contienda como candidatos a conducir el estado los próximos años.
Twitter: @Arnoldo60