Con menos formalidad y aparato que en el PAN, pero no por ello con menos drama, el PRI procesa en estos días fatídicos la decisión de quién será su próximo candidato a gobernador para enfrentar el reto, otra vez, de doblegar la hegemonía panista que ha cumplido ya dos décadas de vigencia.
Juan Ignacio Torres Landa se mueve, actúa y dispone como si fuera ya el elegido. probablemente lo es in pectore de quienes deben tomar esa decisión, que en el PRI no son los militantes guanajuatenses, sino el nuevo poder que se erige en el centro en torno al candidato presidencial, Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, aún sin el fuero de la nominación, Torres Landa recorre el estado buscando articular su plan prometeico de ir acompañado de una pléyade de figuras como candidatos a alcaldes.
El problema es que en esa tarea, Juan Ignacio se enfrentará a dos obstáculos: el primero es la existencia del partido que lo postula de manera principal, el PRI, el cual aunque no tenga la fuerza para ser una oposición eficiente y contundente, si tiene su propia lógica y sus intereses que chocarán conra las cooptaciones de Juani en la sociedad civil.
El segundo, quizá más grave, es que en su búsqueda del candidato ideal, el vástago del gobernador Juan José Torres Landa ha hablado con más de un aspirante por plaza, generando falsas expectativas y dirigiéndose a un inevitable choque con quienes no sean los escogidos.
Así pasó, por ejempo, en Guanajuato capital, donde Torres Landa ya destapó el ingeniero Luis Gutiérrez Márquez; peor sólo para tener una reunión secreta. días más tarde, con el ex pedemista y ex perredista Rafael Villagómez Mapes, de quien tiene el amargo recuerdo de que le quitó votos en el año 2000 en la capital del estado, al contender como alcalde por el PRD y ganar la posición, mientras Juan Ignacio buscaba la gubernatura.
El nuevo Plan Guanajuato parece no haber contemplado la volubilidad de una militancia que se ha manejado a su propio aire y sin mayores controles, como tampoco respaldos, desde hace dos décadas.
Llama la atención, por lo demás, que en esta tarea, el virtual candidato priista a la gubernatura se mueva prácticamente solo, reconociendo el terreno al mismo tiempo que toma decisiones y sin ningún equipo que lo arrope.
De modo que el PRI parece zarpar en este 2012 con el viento en contra y un timonel que regresa de un largo periodo en tierra firme. No son buenos augurios.