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Crisis en municipios, nuevo lastre panista

In Análisis Político on octubre 14, 2011 at 3:48 am

 

Uno más de los escenarios que se vienen complicando para el mantenimiento de la hegemonía panista, que recientemente cumplió dos décadas en Guanajuato, es la creciente crisis que se vive en las principales alcaldías detentadas por este partido en el corredor industrial, justamente donde habita la mayor cantidad de población urbana y de votantes panistas de la entidad.

En Celaya, por citar el caso más dramático, la alcaldesa Rubí Laura López Silva ha llevado al extremo la incompetencia de un grupo político sectario y excluyente dentro del propio PAN, identificado con la derecha más extrema y que se ha cerrado no sólo a la sociedad sino incluso a otras corrientes panistas.

Una situación que no pasaba de generar quejas en el círculo rojo, ahora acrecentadas al extremo, también ha pasado a convertirse en una molestia persistente para núcleos amplios de población: inseguridad, insensibilidad política, ineficacia gubernativa y, sobre todo, la alcaldesa secuestrada por su grupo de apoyo, tienen al panismo celayense en un grave predicamento.

Las cosas llegan a tal extremo que tanto en los equipos de campaña de Miguel Márquez como de José Ángel Villalobos se tiene la clara conciencia de que para poder mantener Celaya en la esfera panista se necesita un candidato externo postulado por designación.

Para ello se ha pensado en el empresario Mauricio Usabiaga Díaz Barriga, quien se desempeña como presidente del Consejo Coordinador Empresarial en ese municipio.

Sin embargo, el PAN no es el único al que se le ha ocurrido esa idea. También el aspirante priista Juan Ignacio Torres Landa, que ha avanzado un plan para uncir su aspiración a la designación de un equipo fuerte de candidatos a alcaldes, precisamente en el corredor industrial, ha pensado en Usabiaga Díaz Barriga como alternativa para su partido.

Los problemas se han agudizado con el desenlace del informe de Rubí Laura, donde una provocación infantil del regidor independiente Leonardo Gutiérrez, provocó un zafarrancho en el que se involucraron el secretario del Ayuntamiento, Juan Maldonado Patlán, quien ya debió dejar su cargo, y el jefe de policía, Fabián Mascott, a quien la edil sostendrá contra viento y marea. Todo hace pensar que el clima no se compondrá en las próximas semanas.

Otro caso complicado es el de León, donde la disputa entre el alcalde Ricardo Sheffield y el precandidato Miguel Salim Alle, mantiene a los panistas en una tensión constante y augura un choque de trenes entre el también director del ISSEG y la todavía secretaria del Ayuntamiento, Mayra Enríquez Vanderkam.

Las cosas se complican por el gran desgaste de la administración municipal, enfrentada a problemas como los permisos de los casinos, la asignación exprés de un contrato para la recolección y procesamiento de la basura, las inminentes renuncias de varios funcionarios medios y altos que van a buscar nuevos cargos de elección.

El tema complica la percepción de la población y de los círculos de opinión sobre el PAN, directamente, tras de casi un cuarto de siglo de gobiernos provenientes de ese partido, lo que se suma a los focos rojos a nivel estatal.

Finalmente, en la semana que pasó se agudizó la pugna entre dos grupos de panistas en Salamanca: el alcalde Antonio Ramírez Vallejo tronó en contra de la alianza conformada por sus antecesores Justino Arriaga Silva y Genaro Carreño Muro, lo que significó el aterrizaje de los acuerdos entre una fracción del pacto de la Loma y el gobernador Juan Manuel Oliva, para respaldar al diputado federal Justino Arriaga Rojas, como aspirante a la candidatura municipal.

Ramírez Vallejo tiene su propio candidato en la persona del ahora ex director de Desarrollo Económico, Rafael Torres Ramos, quien además es su yerno, lo que anuncia una temporada complicada para el panismo salmantino, pues parece que ninguno de los dos grupos se detendrá ante nada para lograr sus objetivos.

Así, a los conflictos que ha desatado la disputa por la división en el grupo de Juan Manuel Oliva, después de la elección del presidente del comité estatal; así como a la tensa pugna por la candidatura al gobierno del estado entre Miguel Márquez y José Ángel Córdova, ahora el PAN tendrá que cargar también con el desgaste de las confrontaciones municipales, que apenas inician. Por si algo faltara.

Botepronto

La infantil discusión en la que se han enzarzado públicamente el presidente del PRI estatal, José Luis González Uribe, y el secretario de Gobierno, Héctor López Santillana, deja mucho qué desear de dos personajes a los que más allá de todo, se les reconoce un cierto profesionalismo.

Contagiados quizás por el mal momento que vive la política estatal; o, a lo mejor, contaminados por las insustanciales discusiones de la legión de precandidatos que buscan cargos de elección antes de tiempo, el líder partidista y el funcionario estatal dieron una imperdonable muestra de irascibilidad y falta de tacto.

Una cita mal procesada, un protocolo roto, quizá sólo un malentendido, deberían ser cosas que dos políticos con responsabilidades serias  podrían pasar por alto para dedicarse a los temas de verdadero fondo.

No fue así, por quítame allá estas pajas, López Santillana le externó un reclamo a González Uribe por no acudir solo a una cita, sino con los demás dirigentes partidistas del estado: el priista se ofendió y se retiró de la mesa. Ambos acudieron a los medios para defender quién le sacó la lengua primero al otro. Vaya futilidades.

¿Así irán a seguir las cosas, con los políticos comportándose como divas pasadas de moda, como en una película de Billy Wilder? Tendremos que hacer acopio de paciencia.

arnoldocuellar@zonafranca.mx

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