Por segunda ocasión consecutiva en seis años, dos precandidatos panistas a la gubernatura repiten esquemas: la fortaleza interna iguala a Miguel Márquez con Juan Manuel Oliva; mientras que la popularidad y el conocimiento hacia el exterior, asemejan a José Ángel Córdova con Javier Usabiaga.
Además, los contendientes de hoy están empeñados en hacer prevalecer sus puntos fuertes y despreciar los del contrario, tal y como ocurrió en 2006.
¿Significa esa circunstancia que la película podrá repetirse, estamos ante un déjà vu? Parece que no. Más bien habría que recordar la sentencia de Carlos Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, cuando afirmaba que la historia tiende a repetirse, una vez como tragedia y otra vez, como farsa.
Hace casi seis años, el PAN no tenía prácticamente oposición al frente. Por más que a nivel nacional enfrentaba la amenaza de Andrés Manuel López Obrador, en Guanajuato las circunstancias eran distintas, con una izquierda prácticamente inexistente y un PRI disminuido como principal fuerza opositora por su mengua nacional.
Ahora, los panistas guanajuatenses, aunque se resistan a aceptarlo, están en una situación de riesgo. Los porcentajes de preferencia que muestran las encuestas nacionales al día de hoy, nos dicen que una marea electoral a favor del PRI impactará necesariamente en Guanajuato, lo que vuelve más importante el desenvolvimiento de las circunstancias locales, en las cuales podría estar la diferencia.
Sin embargo, ese panorama está pesando sólo negativamente y no para unir a los panistas. Uno de los contendientes, el doctor Córdova, ha manejado la hipótesis de que la candidatura de sus adversarios internos podría poner en riesgo la hegemonía panista en Guanajuato, lo que dicho así sólo logra aumentar los enconos.
La estrategia seguida por los tres contendientes visibles, incluyendo a Ricardo Torres Origel, tiende a crear un clima de tensión, interna y externa, que puede llegar a tener consecuencias, como ocurre con el manejo de las encuestas en carácter de armas de propaganda.
Los estrategas de Córdova saben que deben explotar el mayor reconocimiento de nombre de su candidato y así lo han hecho, no sólo propiciando eventos de promoción de los estudios de opinión existentes, sino incluso convirtiendo los medios en los que se difunde esa información en propaganda volante.
Si llegara a permear este mensaje, como seguramente ocurrirá, en sectores amplios de la ciudadanía de Guanajuato se estaría estableciendo la certeza de que el médico leonés es el mejor candidato posible de Acción Nacional, aunque la mayor parte de esos ciudadanos no tengan ninguna posibilidad de intervenir en las decisiones de ese partido.
Por su parte, Miguel Márquez parece haber escogido el camino seguro de afianzar los grupos de control de las corrientes internas del PAN,, dejando de lado el trabajo hacia fuera del partido. Sus estrategas confían en que habrá tiempo en la contienda constitucional para posicionar una mejor imagen del ex secretario olivista pero que, por el momento, la prioridad es ganar la elección interna.
Ricardo Torres Origel, situado en la imaginaria de esta lucha, independientemente de sus logros a través de un mayor tiempo en precampaña, ya ha mostrado sus cartas: al tratar de meterse en la pelea ha elegido como adversario a Córdova y no a Márquez, en un claro indicio de lo que siempre se ha pensado: que terminará negociando con su vieja corriente.
¿Qué puede resultar de esta confluencia de decisiones tácticas y visiones estratégicas?
En primer lugar, Acción Nacional podría enfrentarse a un escenario que se antoja el menos favorable en el arranque del proceso constitucional, al postular a un candidato que no es considerado el óptimo y con una clara sensación, en el electorado más activo y en los medios de comunicación, de que dejó fuera a su mejor jugador.
En segundo lugar, dentro del debate nacional en que se convertirá la sucesión presidencial, el PAN de Guanajuato aportaría elementos negativos, por la misma percepción descrita arriba, para la defensa de la continuidad de ese partido en el gobierno federal, de por sí gravemente amenazada, si hacemos caso a la evolución de las encuestas.
Visto desde fuera y ante la obstinación que se observa en las diversas trincheras panistas, el que describimos puede ser el escenario más probable para el desenvolvimiento de los comicios de julio del 2012, independientemente del papel que desempeñe la oposición, algo que también revisaremos en próximas entregas.
Botepronto
Finalmente, este próximo sábado se reinaugura la Expo Bicentenario en las instalaciones ubicadas en Silao, justo a los pies del cerro del Cubilete.
Conteniendo una parte apreciable de las colecciones exhibidas el año pasado, algunas mediante réplicas, el recinto festivo vivirá una verdadera prueba de fuego ya sin la euforia del 2010, pero también sin el soporte de los conciertos masivos y las facilidades de transportación ofrecidas en aquella ocasión.
La buena museografía y la inversión realizada por los gobiernos federal y estatal, tanto en la impresionante infraestructura de la Expo como en los contenidos que se exhibirán, deberían ser un aliciente para asistieran visitantes de los diversos municipios, sobre todo los fines de semana.
Una vez que pase esta etapa, como sin duda ocurrirá, la lógica indica que esas instalaciones merecen ser aprovechadas de forma cotidiana, pues de todas maneras implican un costo de mantenimiento que no debe ser barato.
Muchas dependencias gubernamentales en diversos municipios pagan rentas cuantiosas en inmuebles particulares. Ocurre con Cofoce, con el Iplaneg, con la Secretaría de Turismo, con su homóloga de Desarrollo Económico, con la Propaeg que se instaló en Salamanca con un criterio meramente populista que de nada ha servido a esa ciudad.
Alguien en la administración estatal podría, en ratos de ocio, hacer sumas y restas y descubrir que, en efecto, con decisiones mínimas podrían darse ahorros significativos. ¿Es mucho pedir? A lo mejor sí.