Los tres años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador no parecen haber impacto en Guanajuato para bien o para mal. las elecciones de 2021 son asombrosamente parecidas a las de 2018, pese al manejo de programas sociales y pese a la encendida campaña de partidos y cámaras empresariales contra la Cuarta Transformación.
Tomando como base la votación del domingo pasado para conformar el congreso local, el PAN obtuvo cerca del 42 por ciento de los votos emitidos, poco más de 800 mil; Morena logra cerca del 23 por ciento, con casi 440 mil votos; mientras que el PRI roza el 12 por ciento con 230 mil votos.

Ilustración: Juan José L.Plascencia
Hace tres años, el PAN en alianza con el PRD llegó a un 41.9 por ciento de la votación con 866 mil votos; Morena y sus aliados Encuentro Social y Partido del Trabajo, obtuvieron el 21.42 por ciento con 442 mil votos; el PRI descendió por primera vez a tercera fuerza política con el 14.15 de la votación que significó 301 mil sufragios.
Adicionalmente, el PVEM que venía protagonizando un crecimiento hasta 2018, cuando llegó casi al 9 por ciento, bajó al 4.6 por ciento, casi la mitad, este proceso.
La primera lectura deja ver que Morena creció quitándole votantes a las otras oposiciones: primero al PRI, que parece haber llegado a un piso en el 12 por ciento, y ahora a otros partidos como el PVEM y el propio PRD que sin alianzas ya difícilmente sobreviviría, esta vez incluso puede perder el registro y su presencia en el Congreso.
Para Morena representa un fracaso el hecho de que los tres años de gobierno federal no le hayan dado mayor presencia en Guanajuato, lo que seguramente se debe a la notable disfuncionalidad de las dependencias federales a través de sus delegaciones, empezando por el superdelegado Mauricio Hernández Núñez. Las delegaciones federales se encuentran acéfalas o con encargados de despacho y programas relevantes diluyen su impacto público.
Sin embargo, para el PAN tampoco representa un éxito el que después de la dura campaña de la alianza de partidos, de los principales organismos empresariales y de la mayor parte de los medios en contra del gobierno federal de Morena, su votación se mantenga en los mismos niveles del 2018.
Se trata de un estancamiento, una especie de suspensión en el tiempo que probablemente habla del pasmo de los guanajuatenses, atrapados en medio de dos gobiernos que no dan mucho para presumir, de una lamentable crisis de inseguridad y de violencia en la que tienen responsabilidad no solo los dos, sino los tres niveles de gobierno.
Por lo demás, tanto Morena como el PAN, el PRI y los otros partidos deberían concentrarse en un asunto grave de cara al futuro: la desestructuración de sus organizaciones políticas a nivel estatal.
De Morena mucho se ha escrito sobre su disfuncionalidad patológica, sus constantes demandas y contra demandas en una verdadera guerra civil, sus debilitadas dirigencias, su auto sabotaje continuo. Ahí se encuentra la razón de muchas de sus candidaturas fallidas donde podían haber tenido mejores representantes.
Pero no son los únicos. El PAN de Román Cifuentes se echó en brazos del ex gobernador Miguel Márquez y validó su estrategia de cooptar liderazgos de otros colores políticos y desplazar a los panistas históricos allí donde no tenían posibilidades de ganar. Con esos “fichajes”, el PAN puede haber introducido graves problemas a sus estructuras políticas internas, incluso vínculos con la narcopolítica.
La vigencia de Márquez, el ex gobernador que ungió como su sucesor a Diego Sinhue continúa metiendo mucho ruido sobre el liderazgo Diego Sinhue Rodríguez que, pese a quejarse tímidamente de ello, sigue permitiendo esa injerencia y, no solo eso, sino que se reúne a menudo con Márquez en cabalgatas en el rancho del exmandatario en tierras de Jalisco.
El PRI vive su propio infierno con una dirigencia que se planteó como provisional y que terminó apropiándose de las candidaturas plurinominales seguras sin dar espacio a otras corrientes. Ese agandalle convertirá en un infierno la próxima elección de comité estatal y dejará a su minibancada como una extensión del PAN en el Congreso.
De poco servirá el logro de Mauricio Trejo Pureco en San Miguel Allende, cuyo estilo de gobernar no difirió mucho en el pasado del de los hermanos Villarreal, ya hoy tuitea de la mano de propagandistas cercanos al PAN que está listo para trabajar con el gobierno panista. Incluso puede ser que el nuevo alcalde priista sea más cómodo para Diego Sinhue que el siempre soberbio Luis Alberto Villarreal.
En el Partido Verde el sabor a retroceso no se quita pese a las tres alcaldías que ganaron. Los 96 mil votos de ahora están lejos de los 172 mil de hace tres años, la debacle en León de Sergio Contreras, sin ningún regidor en el próximo ayuntamiento; y la disminución a un solitario diputado los deja en carácter de comparsas del debate público estatal.
Del proceso de 2021 surge un panorama político más degrado que el que teníamos anteriormente, con partidos en crisis, dirigencias débiles y un gobierno que no busca alianzas o confluencias, sino complicidades.
La única novedad del proceso ha sido el arribo de mujeres a gobiernos de ciudades más grandes. Si ese logro viene a significar una oxigenación de la vida pública de Guanajuato, lo sabremos pronto, sobre todo si esas nuevas protagonistas evitan reproducir los errores de sus colegas varones y no se dejan influir por ellos.
Pronto lo sabremos.