El gobernador no tiene tiempo de atender la crisis de seguridad, pero si de inaugurar el Festival del Globo o un evento de bares y cantinas. Eso, precisamente, no es grandeza.

Mientras más insiste el gobernador del estado en eludir el tema de la seguridad en su agenda y en rechazar las opiniones que se le piden cada vez que surge un evento que evidencia la gravedad del problema, más claro queda que no se trata de falta de voluntad o de “estrategia” de comunicación, sino que en realidad hay una profunda irresponsabilidad con el compromiso contraído con la sociedad de Guanajuato después de haber ganado una elección constitucional.
Si bien Miguel Márquez eligió con tino de apache al político que mejor podía garantizar la continuidad no de sus políticas, sino de sus intereses, lo cierto es que a Guanajuato le hizo el peor favor que pueda imaginarse.
Diego Sinhue Rodríguez se resiste a hacer lo más elemental que debe hacer un político elegido con votos: dar la cara ante la crisis más grave que afecta a sus conciudadanos.
No es solo que rehúya hacerse cargo de una política que es de su entera responsabilidad, como la de prevención del delito, sino que además se dedique ostentosamente a tender cortinas de humo en la mayor parte de sus actividades.
Ya sea tomándose selfies en eventos populares o reuniéndose con gobernadores vecinos y funcionarios federales para agendas que no concluyen en nada concreto; ya sea gastando dinero del erario para atraer eventos pretenciosos que no dejan más que el intento de lucimiento, como Hannover Messe o la reunión anual de industriales; ya sea tirando globos sonda como el de usar las reservas del fondo de pensiones estatal para hacer carreteras faraónicas sin mostrar los estudios de viabilidad financiera y de impacto social; ya sea vendiendo la ilusión de que podemos ser como Singapur o como Finlandia en la economía y la salud, peor sin hacer nada concreto para lograrlo más que las fotos en redes sociales, lo cierto es que Diego Sinhue y su equipo cero están tratando de gobernar como si atendieran un juego de mesa.
Y lo grave que es el asunto ya asoma por todas partes, incluso en los círculos de quienes se consideraban cercanos al equipo gobernante, que nomás no ven por donde pueden romperse las inercias.
La inseguridad no cede ante la propaganda y nadie en sus cabales podía esperar algo así. Ahora hemos pasado de que la vocera de seguridad del gobierno (invento de esta administración) pase de culpar al gobierno federal ya los alcaldes para responsabilizar a los propios ciudadanos de su suerte: si los roban en sus casa es porque dejan puerta y ventanas abiertas, dice la señora Huett.

Y mientras el gobernador no es capaz de mandar un mensaje solidario a los estudiantes que se conduelen de la muerte de uno de sus compañeros en Celaya; o de referirse a los deudos de los desaparecidos; o de atender a la madre de un joven victimizado por sus policías en San Miguel de Allende, vemos que si tendrá tiempo para acudir a un evento de bares y cantinas para cuya invitación abrió la agenda la poderosa secretaria particular Juana de la Cruz Martínez Andrade sin cuya anuencia no se mueve la agenda del gobernador.
No cabe duda, en Guanajuato, hay prioridades.