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DÍAS DE GUARDAR Domingo 3 de noviembre de 2019

In Análisis Político, POPLab, Videocolumna on noviembre 3, 2019 at 5:48 pm

* Se le acaban las cartas a Alvar Cabeza de Vaca

* Adiós al estadio: el ocultamiento de las responsabilidades

* Impunidad: municipio protege al amigo del gobernador

Ilustraciones: @PincheEinnar

1.- Elvira renuncia a gobernar y Alvar recicla director

No tiene remedio, la alcaldesa de Celaya Elvira Paniagua no aprende las lecciones y está decidida a eludir su principal responsabilidad: dar paz y tranquilidad a los ciudadanos que le confiaron la conducción del gobierno municipal.

Esta semana realizó unos cambios cosméticos y tardíos, quizá tratando de aprovechar el anuncio de Carlos Zamarripa sobre la captura del presunto asesino del estudiante Gabriel Luna, el crimen que derramó la paciencia de los celayenses, sobre todo los jóvenes, y los hizo salir a protestar masivamente como no se había visto.

Sin embargo, la solución parece absolutamente insuficiente. El cambiar a los titulares de Fiscalización y Comunicación Social no parece que vaya a solucionar nada. Al parecer la alcaldesa cree que parte de sus problemas son de imagen y no sustantivos, así que difícil tarea va a tener la periodista queretana Susana Altagracia Briseño si no mejora el desempeño de los funcionarios clave como el Secretario del Ayuntamiento, el veterano Roberto Hugo Arias o el Secretario de Seguridad, el ineficiente Juan José González.

Correr al director de la policía no constituye una decisión de la alcaldesa, sino que es otra maniobra de recambio del verdadero responsable de la seguridad de Celaya, quien hasta ahora solo puede presumir fracasos pese a su campa a tuitera, Alvar Cabeza de Vaca, quien simplemente mueve su tablero de recambios y coloca a otro de sus cuadros que ya había hecho crisis en León. Allí no pasará nada, por lo que no habrá mucho apoyo para superar la emergencia que vive el municipio.

En efecto, José Carlos Ramos Ramos debió dejar León en medio de un crecimiento espectacular de los robos a comercios y transeúntes. Nunca pudo superar las fracturas de la corporación y fue removido a la llegada del nuevo secretario de seguridad. Una de sus herencias parece ser la ola de violencia homicida que se presentó en los dos últimos meses en el municipio que acaba de dejar.

La verdadera fractura se produce por el hecho de que la alcaldesa no mande en Seguridad ni se haga responsable de la operación de su corporación policiaca, pero al mismo tiempo no puede eludir el reclamo ciudadano por la crisis en esa área. Esa discordancia es el mayor impedimento para que se produzca una recuperación de la paz en la sufrida ciudad cajetera.

Al final del día, las decisiones estratégicas para que continúe Elvira, pero al mismo tiempo para acotarla en una de las funciones sustantivas del municipio, son responsabilidad de Diego Sinhue Rodríguez Vallejo quien puede terminar pagando el costo de este Frankenstein que es la administración celayense, con una dolorosa derrota electoral, ante el hartazgo ciudadano.

Sin embargo, tampoco eso servirá para nada, sino que al contrario puede complicar aún más el panorama. La agudización de la crisis viene de un agotamiento de políticos carentes de imaginación, pero también de oficio.

2.- Pierde León un bien que hace mucho se había convertido en tierra de nadie

Hay muchos responsables de la pérdida del estadio a lo largo de los años, tantos que hoy nadie se atreve a lanzar responsabilidades porque buena parte de los liderazgos de la ciudad tienen parte de la historia y porque otros tantos responsables siguen vigentes en la política y los negocios en la localidad.

El estadio se comenzó a perder cuando los empresarios que llevaron al Club a su primer descenso, a fines de los años 80, evitaron formalizar la situación del estadio y el club, ansiosos por deshacerse de una institución que perdía dinero y fracasaba en lo deportivo principalmente a causa de la pésima gestión que ellos mismos realizaron. Hoy quieren presentarse como opción de rescate al frente de una hipotética A. C., que en su momento desfondaron.

En el origen del rescate del León por un grupo de empresarios del calzado de San Francisco del Rincón, estaba ya el inefable Roberto Zermeño, amado y odiado a lo largo de toda esta historia, pero siempre presente en los recovecos deportivos, jurídicos y corporativos del club de entonces a la fecha.

Parte de la responsabilidad la tienen funcionarios panistas del gobierno de Vicente Fox que permitieron la escrituración de una parte de los terrenos, la disolución del comodato original y la renuncia a la propiedad estatal del terreno, aprovechando la prisa para concretar el Poliforum y el Fórum Cultural. Ramón Martín Huerta, Secretario de Gobierno; y Daniel Cabeza de Vaca, registrador público en esos entonces, validaron maniobras de Valente Aguirre para capitalizar a favor de una nueva empresa los derechos sobre los terrenos.

Ahí se dio la primera pérdida de terreno en el espacio donde hoy hay un hotel y una tétrica plaza comercial, casi en el abandono.

Otra responsabilidad es la del ayuntamiento que quiso adornarse con el rescate de la franquicia del equipo, después del amago de Valente Aguirre de sacarlo de la ciudad y ante una manifestación de repudio popular. Ahí estuvieron Jorge Carlos Obregón Serrano y un político que se ha eternizado en cargos pese a su creciente ineficiencia, Felipe de Jesús López Gómez, como los autores del defectuoso fideicomiso que abrió los huecos legales que permitieron la debacle.

La disolución del fideicomiso, a cargo de Francisco García León, número 2 del ayuntamiento con Vicente Guerrero Reynoso, fue otro capítulo de esta historia de ineptitudes y complicidades. Por cierto, al paso del tiempo García León se convirtió en empleado de la empresa de Valente Aguirre lo que de ninguna manera es casualidad.

Hoy, Héctor López Santillana, con López Gómez a su lado, sale a anunciar que el equipo León seguirá jugando en el estadio algo que nadie ha puesto en duda, pues entre hombres de negocios sabrán ponerse de acuerdo con respecto a eso, sin que en ello le quepa mérito al municipio que ni siquiera es capaz de deslindar las responsabilidades de este costoso fracaso.

Los políticos han mostrado sobradamente que no son capaces de cuidar lo que tienen en custodia, por ejemplo, el estadio; por ejemplo, la tranquilidad de los ciudadanos; por ejemplo, el medio ambiente y la viabilidad de la ciudad.

Eso sí, disponen cada vez más de cuantiosos recursos para “comprar imagen” y hacernos creer que gobiernan, cuando en realidad están dedicados al disfrute del poder. A ver cuánto les dura.

3.- Luis Quiroz y Diego someten al alcalde de Silao

En ninguna ciudad que se precie de una mínima seriedad podría ocurrir lo que pasó hace un mes en el Puerto Interior sin que hubiera consecuencias.

El cuatro de octubre se desplomó una estructura metálica, enfrente de la fachada del que se quiere convertir en el emblema de ese desarrollo: el G100, edificio de oficinas privadas y gubernamentales al que pomposamente se le hace llamar “Business District”.

La loza colapsada hirió de gravedad a una persona, Martín Manuel Jiménez, el secretario particular del presidente municipal de Tarimoro Enrique Arreola Mandujano, quien estaba precisamente en acuerdo con el secretario de gobierno, según se divulgó en medios. El lesionado perdió una de sus extremidades inferiores.

El accidente, ocurrido en una construcción cuya regulación corresponde al municipio de Silao, por más que Luis Quiroz quiera convertir al GPI en una ínsula extraterritorial, debió dar lugar a una investigación para el deslinde de responsabilidades, por parte de Protección Civil y la dirección de Desarrollo Urbano del gobierno a cargo de Antonio Trejo Valdepeña, un panista que llegó al cargo saboteando a su antecesor de quien primero fue colaborador cercano.

No ha sido así y no se quiere informar nada. Se sabe que la estructura colapsada corresponde a espacios construidos por la misma empresa dueña del G100, propiedad del empresario Gabriel Padilla Cordero, quien presume por todas partes su amistad y cercanía con el gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.

Los hechos hablan, además. El gobernador despacha la mayor parte de sus citas y compromisos en una amplia oficina dentro del G100 de la que no se sabe si disfruta a título oneroso, como espacio rentado; en un comodato; o, sencillamente, como un favor personal.

Por lo pronto, las consideraciones de Padilla Cordero hacia Diego Sinhue ya están dando resultado: el alcalde de Silao, ansioso de congraciarse con el gobernador para echar tierra sobre su pasado torresgracianista, ya se convirtió en el principal ocultador de cualquier posible irregularidad en la construcción de la estructura colapsada, la cual además era relativamente nueva.

Ha dicho el gobernador que él será el restaurador del estado de derecho en Guanajuato, haciendo referencia al predominio del crimen organizado en ciertas regiones del estado lo que ocurrió con la complacencia de Miguel Márquez y sus funcionarios de seguridad, los mismos de ahora, por cierto.

Parece, sin embargo, que la consigna no es pareja y que habrá ámbitos donde seguirá privando el cuatachismo y la vista gorda. Nada nuevo bajo el sol.

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