El veterinario Gerardo Morales Moncada, Secretario de Desarrollo Social y Humano del gobierno de Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, aparece muy poco en las noticias, no obstante que maneja uno de los presupuestos más importantes para impactar directo en la población: mil cuatrocientos millones de pesos de los que la mayor parte va a programas sociales.
Sin embargo, el pasado 3 de agosto, el funcionario que operó como relevo de su hoy jefe cuando este se separo para buscar la candidatura del PAN a la gubernatura, logró importantes espacios en los medios y en las redes sociales, al anunciar su afiliación a ese partido político del que se dijo “simpatizante de muchos años”.

No sería novedad que la política social esté en manos de un militante panista, así ocurre desde mediados del gobierno de Juan Carlos Romero Hicks, cuando Justino Arriaga relevó a Arturo Núñez Serrano, usando la posición para consolidar su poder en Salamanca a donde logró llevar a su hijo y al secretario particular del mismo como alcaldes, hasta que los sacó del juego la alternancia con una ex panista.
Por ahí pasó Juan Carlos López, destacado ideólogo del panismo de extrema derecha de Guanajuato y todavía vigente en la nómina a través del IECA, donde maneja un presupuesto de antología para subsidiar capacitaciones a las empresas, sobre todo extranjeras.
Hasta ahí llegó Miguel Márquez para construir su candidatura a gobernador con todo el presupuesto de la política social de Guanajuato. La fórmula la repitió él mismo preparando a un descafeinado Éctor Jaime Ramírez Barba que se perdió en vericuetos académicos, por lo que debió sustituirlo por Diego Sinhue Rodríguez con su Impulso Social que lo llevó hasta Palacio de Gobierno o quizá no tan lejos, nomás hasta el G100 que es donde verdaderamente intenta oficiar como gobernador.
Así, con la cancha libre por una oposición laxa y sin convicción, el panismo de Guanajuato ha usado sistemáticamente el recurso para combatir a la pobreza como parte de un proyecto político, quizá por ello su fracaso pues las cosas no mejoran o lo hacen tan lentamente que igual se rezagan frente al crecimiento de las necesidades.
Ahora la conversión del gris secretario Morales Moncada a la fe panista, de la que ya era simpatizante y desde luego no podía ser de otro modo, lo único a lo que puede apuntar es a la construcción de una candidatura a alcalde para el 2021 en el municipio donde está avecindado, Dolores Hidalgo; aunque hay quienes no descartan que pudiera ser una opción en Celaya, su lugar de origen, tan descompuesto en los últimos años.
Parece demasiado anticipado y, sobre todo, innecesario el PAN ya ha lanzado candidatos externos o simplemente empanizados, sin sufrir castigos del electorado e incluso puede que en los actuales tiempos eso sea más rentable.
Sin embargo, afiliar al encargado de la política social y anunciarlo con bombo y platillo pareciera un gesto neto de corporativismo y también de desdén a la sociedad de Guanajuato. Ya no digo que a la oposición, pues esa parece vulnerarse sola con su propia inacción.
Colorear de azul la gestión de la política social ni siquiera hace falta, pues ahí están como subsecretarios Gerardo Trujillo ex dirigente panista, y Aldo Márquez, operador político de Diego Sinhue. Haberlo festinado de esa manera parece más bien una inocentada de Román Cifuentes, el dirigente panista de más bajo perfil en lustros, que además no tiene muchos logros para presumir.
Parece un extravío como los que cometían los priistas a fines de la década de los 80 del siglo pasado, cuando entraron en su decadencia, tratando de apabullar con las siglas cuando estas ya no le decían nada a nadie.
Lo extraño no es que recurra a estas añagazas Román Cifuentes, lo verdaderamente notable es que se las permitan los milénial del cuarto de guerra de Sinhue. ¿O también andan con la brújula extraviada?
Ricardo Narváez: del poder al no poder
El que fuera un todopoderoso secretario particular de Miguel Márquez, que podía llenar las nóminas del gobierno con los panistas desempleados y que además aprovechaba su posición para conseguirle trabajo a toda su familia, hoy exhibe sus verdaderos alcances como Secretario General del Congreso.
Ricardo Narváez no tiene manera de impedir que los funcionarios del congreso se lleven los vehículos de fin de semana, con gasolina a cargo del erario, y de paso se vayan de parranda, con las consecuencias ya vistas.
Pareciera que no existen reglamentos ni ordenanzas. Pero también que no hay diputados que puedan llamarle la atención.
Como en los tiempos que mandaba sobre todo el gabinete simplemente por su cercanía con Miguel Márquez, hoy Narváez parece por encima de Jesús Oviedo y del resto de los diputados de la Junta de Coordinación Política del Congreso.
Ni siquiera el celular de 26 mil pesos le sirve al funcionario heredado por Márquez al Congreso para llamar a sus subordinados y jalarles las orejas. Pero eso sí, cómo disfruta su pequeño trono en el costoso edificio de más de 700 millones de pesos que resulta un envoltorio demasiado lujoso para tanta incompetencia.