En la historia política moderna de Guanajuato nunca se había visto una sucesión en el gobierno como la que ocurre en estos días. Ningún gobernador, ni del PRI ni del PAN, había osado colocar un anillo de hierro en torno a su sucesor, ni tampoco se había visto a un nuevo mandatario que lo permitiese.
Diego Sinhue Rodríguez no solo repitió a la mayor parte del gabinete de Miguel Márquez, si contamos su parte legal y la ampliada, sino que se apoya en algunos hombres y mujeres clave que constituyeron la guardia pretoriana del exgobernador.
La Secretaría Particular del titular del Ejecutivo está en las manos experimentadas y duras de Juanita de la Cruz Martínez Andrade, quien ha tenido que ver en el crecimiento o resurgimiento de carreras políticas como las de Carlos Zamarripa, Anabel Pulido, Gerardo Trujillo, Daniel Díaz Martínez, entre otros muchos.
Desde ese espacio y tomando en cuenta su profundo conocimiento de la estructura gubernamental labrado a lo largo de dos sexenios en cargos relevantes del Poder Ejecutivo y uno más desde el comité estatal panista, Martínez Andrade constituirá un bastión de poder que seguirá teniendo entre sus prioridades el cuidado de los intereses y pendientes de Miguel Márquez, como en su momento lo hizo con Juan Manuel Oliva.
Y el exgobernador no se limita a jugar dentro del Poder Ejecutivo, su larga mano alcanzará para colocar a Ricardo Narváez Martínez, su exsecretario particular, en el puesto operativo de mayor importancia del Legislativo: la Secretaría General, desde donde se administra a la mayoría panista y se negocia con las fracciones opositoras, llegando en ocasiones a acumular más poder que el eventual presidente del congreso y tanto como el del presidente de la Junta de Gobierno.
Narváez no tiene las habilidades de su sucesora en la Secretaría Particular del Ejecutivo, sin embargo, su presencia ahí le garantiza a Márquez información oportuna y relevante sobre cualquier revisión normal o extraordinaria que se realice a su gobierno.
Y las cosas no acaban ahí. La “casual” liberación de un primo de Miguel Márquez Márquez sentenciado a una pena de 27 años de prisión por secuestro, en los últimos días de su mandato, deja en claro su capacidad de maniobra frente a un Poder Judicial cuya titular le debe mucho por su cabildeo ante los magistrados para ser elegida.
Así que, si alguien piensa que Miguel Márquez solo demostró su poder al lograr la ratificación de Carlos Zamarripa y Alvar Cabeza de Vaca en las dependencias de seguridad, puede quedarse muy corto. Incluso puede pensarse que ese gesto de control pretendía ser lo suficientemente escandaloso solo para ocultar el resto de la “letra chiquita” del acuerdo sucesorio.
Porque faltan de mencionar personajes como Eusebio Vega, catafixiado de Educación a Innovación, lo que garantiza su silencio sobre asuntos tan escandalosos como las compras monopolizadas de tabletas y uniformes deportivos repartidas a cientos de miles de escolares guanajuatenses sin impacto alguna en las cifras negativas de los indicadores educativos.
O el flamante Secretario de Finanzas, Héctor Salgado Banda, parte de la pandilla irapuatense que llegó al gobierno de la mano del Gallo Barba, como también lo fue el director de Code, Isaac Piña; O Pedro Peredo, el cuestionado constructor de escuelas que tiene al borde de la quiebra a numerosos contratistas de la entidad, pero que siempre gozó de la protección de su amigo del seminario, el gobernador.
Qué decir de funcionarios tan inútiles como suertudos, como Juan Pablo Luna Mercado en la Procuraduría Ambiental, coautor del desastre ecológico de Guanajuato; o Alfonso Borja Pimentel el director del DIF que primero permitió y luego encubrió y garantizó la impunidad de los responsables de abusos en albergues infantiles privados, destacando el de la Ciudad de los Niños de Salamanca.
Por lo visto, Diego Sinhue no está iniciando un gobierno y tampoco se trata de respetar el tradicional Pacto de Impunidad entre políticos.
Esto va más allá, parece que el mandatario que acaba de protestar el cargo solamente está actuando como encargado del despacho, con la tolerancia y la complicidad de buena parte de la clase política y la opinión pública de Guanajuato, distraída por discutir golpes de timón que solo existen en la imaginación.