El gabinete será la primera prueba del gobernador electo de Guanajuato. Mientras la enfrenta, ha iniciado una nueva gira por Guanajuato, como si la campaña no hubiera terminado y como si hubiera necesidad, cuando lo urgente es pensar su gestión.
Las campañas y la elección quedaron atrás, pero con certeza puede decirse que el candidato panista a la gubernatura disfrutó esa etapa, tanto que hoy, ya con la constancia de mayoría en la mano, parece que sigue engolosinado con estrechar manos y decir discursos de mitin.
Sin embargo, aún esa euforia tiene que pasar, una vez que recorra de nuevo el estado en gira de agradecimiento, como lo hizo ayer en el mercado Hidalgo de Guanajuato, estrechando manos, dando abrazos y haciendo nuevas promesas.
Entonces, cuando baje del templete postelectoral y le de su enésima vuelta al estado, el próximo gobernador tendrá que hacerse cargo de un tema por demás delicado: la integración de su gabinete, el equipo con el que justamente deberá cumplir las promesas que ha hecho, entre ellas el multicitado “golpe de timón”, que puede correr el riesgo de convertirse en un “tirititito”.
Y quizá esa sea una de las cosas que obliga a Diego a un craso ejercicio de procrastinación, ante la existencia de los tres polos de poder que pretenden influir en la integración del nuevo gobierno, adicionales a la idea del propio gobernador electo.
En primerísimo lugar esta el gobernador Miguel Márquez, quien a todas luces tiene muchas ganas de dejar a personajes como Carlos Zamarripa y Fernando Olivera, además de ascender a algunos funcionarios de otros niveles, como Juana de la Cruz Martínez.
El objetivo de Márquez es la protección de su legado e incluso de su propia seguridad personal, ahí se explica lo de Zamarripa y lo de Martínez. Olivera sería un compromiso con el compadre incómodo, Rafael Barba Vargas.
En segundo lugar está el Yunque histórico, o lo que queda de él, representado por el patriarca Elías Villegas, a quien le interesaría sobre todo recuperar la Secretaría de Educación y lo que se pueda, a cambio del apoyo que le dio al candidato en momentos difíciles, sobre todo cuando Diego necesitaba apuntalarse frente a Fernando Torres Graciano.
Para ello, ya se encuentra Alberto Diosdado en el equipo que prepara plan y estrategia de gobierno. Podría ser él, podría ser un cuadro más joven pero leal.
En tercer lugar y muy importante, sería la participación de Carlos Medina Plascencia, el ex gobernador que es como los gases: ocupa todo el espacio que dejan a su disposición. Como ya se vio a su paso por la sindicatura, donde mostró que sigue siendo un todo terreno de la política, Medina pelea sus espacios y cuando tratan de bloquearlo o detenerlo, brinca con facilidad a los medios y a la disidencia política.
Si Diego Sinhue lo incorporó para neutralizarlo, cometió un error que se hará pronto evidente. Carlos Medina no tolera ser plato de segunda mesa y tratará de influir en políticas y posiciones. Además, en los próximos meses su presencia nacional puede crecer en el río revuelto en que amenaza convertirse el PAN a nivel nacional, de la mano de personajes como Fernando Canales Clariond, Ernesto Ruffo, Luis Felipe Bravo y otros históricos.
Con esos tiburones rondando, Diego Sinhue puede tener problemas para generar un equipo con sello propio, que le sea leal y que le permita dar el ansiado y anunciado golpe de timón que no es solo un planteamiento propagandístico, aunque corra el riesgo de quedar en eso, sino una verdadera necesidad para recuperar margen de maniobra en un régimen agotado.
La preocupación debe tener invadido al próximo gobernador de Guanajuato, pues ante a evidencia de que ni la campaña ni la elección han generado una verdadera expectativa de cambio que permita hacer surgir un sentimiento de esperanza, si no de renovación partidista por lo menos de carácter generacional.
Quizá por eso se regodea en las reuniones con su clientela panista y con baños de pueblo, las cuáles alimentan la necesidad de reconocimiento que anida en todos los políticos, pero que no resuelve problemas ni planea rutas para abordarlos. Llegará el momento de tocar el piso de nuevo y ahí se verá si Diego Sinhue está listo para el nuevo capítulo de su vida pública.