¿Sería Márquez un buen coordinador de relaciones empresariales para Ricardo Anaya? Podría ser, pero hay cadáveres en el clóset; y si no creen, que le pregunten al Gallo Barba.
Este miércoles se filtró la información de que el gobernador de Guanajuato, Miguel Márquez, está siendo considerado como el prospecto para hacerse cargo de las relaciones con empresarios en la campaña de Ricardo Anaya, aprovechando la mala racha que vive el puntero Andrés Manuel López Obrador con ese sector del país.
Una designación como esas le permitiría al gobernador de Guanajuato hacer lo que más anhela: abandonar las responsabilidades para las que fue electo en julio de 2012, heredar los conflictos de Guanajuato a un interino que solo nadará de muertito y quitar un lastre al candidato panista Diego Rodríguez que no obstante carecer de oposición consistente, enfrenta sus mayores retos en la herencia de Márquez.
Quizá para fortalecer ese perfil y hacer olvidar otros menos favorecedores, como el del catastrófico deterioro de la seguridad, Miguel Márquez inicia este viernes una gira de promoción de inversiones por Europa, sumándose a la que realiza el presidente Enrique Peña Nieto, de cuyo gobierno se queja constantemente el mandatario estatal precisamente a causa de la inseguridad.
Sin embargo, una decisión así, la invitación de Anaya y la aceptación de Márquez, puede constituir a la vuelta de las semanas un grave error. El gobernador guanajuatense deja en el estado demasiados cabos sueltos, muchos de ellos relacionados con temas de corrupción, precisamente uno de los lastres que más le han pesado a Anaya para despegar.
De poco serviría al candidato frentista que se destapan los oscuros manejos del Gallo Barba, el compadre de Miguel Márquez que dispuso a placer de grandes contrataciones de proveedores en este sexenio, así como del manejo de las compras de tierras para inversiones extranjeras y el propio programa Escudo, cuyo fracaso se liga directamente con la crisis en la paz y la seguridad del estado.
En esos temas, Ricardo Anaya ya no quiero queso, sino salir de la ratonera.
Pero esos mismos temas, al crecer a nivel nacional, tendrían una repercusión inmediata en Guanajuato, pues harían eco en la de por sí sosa campaña de Diego Sinhue Rodríguez y podrían trastornar a un interino descafeinado y timorato como podría ser eventualmente Gustavo Rodríguez Junquera.
Si Miguel Márquez tratara de imitar al Juan Manuel Oliva de 2012, que pretendió construir una cortina de humo con su apresurada huida de Guanajuato después de la visita papal por cierto para ir a ninguna parte y solo ser partícipe de la estrepitosa derrota de Josefina Vázquez Mota, podría correr la misma suerte y quizá peor.
Viajando por Alemania y los Países Bajos, de la mano del impopular Peña Nieto, Márquez tendrá tiempo para reflexionar sobre los pasos a dar en los próximos días. Lo cierto es que la fuga nunca ha sido la mejor elección para salir de un conflicto construido por los propios errores. Veremos que sucede.