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¿Es real la apuesta contra la pobreza?

In Botepronto on abril 18, 2016 at 3:19 am

Para lanzarse a una batalla épica que equilibre ausencias de dos décadas en la política municipal, López Santillana debe alinear primero su administración.

El alcalde de León, Héctor López Santillana, parece real y genuinamente preocupado por el desequilibrio social que se vive en su municipio. Su retrato de la situación prevaleciente en los ocho polígonos de pobreza es crudo y más sus señalamientos nada velados a la falla que encuentra en las políticas de desarrollo de la ciudad.

La responsabilidad no atañe solo a Bárbara Botello, tres años son insuficientes para provocar un desastre así, aunque se trate de la administración Botello, sino a las gestiones de los panistas que han gobernado León desde 1988 a la fecha, incluyendo los dos síndicos del municipio.

En ese sentido, la autocrítica vale. Y valdría más si le siguieran acciones contundentes para reorientar la forma de administrar la ciudad, de gobernarla, de hacerla.

Sin embargo, hasta hoy, el diagnóstico del actual responsable de la política municipal parece la visión de un solo hombre, al que no acompaña ni su círculo cercano, ni su Cabildo y tampoco sus funcionarios.

Para poder impactar en algo el rezago de años en materia de desigualdad y marginación, que entre otras cosas ha producido la duplicación del número de pobres extremos en la ciudad, toda la administración debería reorientarse y el objetivo de combatir las condiciones de inequidad tendría que estar presente en todos los sectores y programas del gobierno.

Eso no se ve hasta ahora. Ni en las divisiones expuestas entre los mismos ediles panistas, que no se deben a un debate sano como quisieran verlo algunos optimistas, sino a descalificaciones, vanidades e intereses. Tampoco en áreas de la administración que están más preocupadas por subirse los sueldos que por empezar a trabajar en los objetivos del alcalde.

No se observó ese espíritu, que requiere capacidad de diálogo, apertura y herramientas de persuasión, en la (ausencia de) negociación con los vecinos afectados por las obras de ampliación del SIT.

Tampoco parece ser lo que late detrás de la designación de funcionarios como Daniel Campos Lango, activista del PAN y promotor electoral, como responsable de la cartera de Desarrollo Social.

Si en verdad el alcalde Héctor López Santillana quiere hacer un programa trascendente de combate a la pobreza y de integración, que convoque a los diferentes sectores de la sociedad leonesa y los alinee en el mismo sentido, podría empezar por enfilar a su propio equipo y mandar señales de que el combate a la pobreza no es un caballo de Troya que esconde afanes de dominio partidista.

Ahí está el ejemplo histórico de Las Joyas, donde el clientelismo del PRI y del PAN han logrado una completa perversión de la política social, en la que ya ni siquiera funciona el intercambio por votos.

Si algo quiere hacerse diferente, tendrían que ser diferentes los métodos y los personajes. Me queda claro que Héctor López está preocupado por la situación, como en general deberíamos estarlo todos, pero traducir la preocupación en acción pasa por una serie de decisiones que aún no parecen tomadas.

Digamos, a manera de resumen, que para enfrentar el reto de abatir, así sea mínimamente, los niveles de desigualdad en León, deberíamos de tener un gobierno que reuniera eficiencia, congruencia y compromiso; perfectamente coordinado, con líneas de mando claras y respetadas; y con un liderazgo firme.

Solo de esa manera se podrían eficientar al máximo recursos humanos y materiales que de entrada son insuficientes, pero que desorganizados no sirven de nada.

Con una administración que no cuaja, salir a dar la batalla a campo abierto puede ser suicida. Aquí también, como lo hacía cuando coordinaba la política de promoción económica de Guanajuato, López Santillana debe empezar por lo primero.

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