¿Cómo quiere gobernar Guanajuato el senador priista, si no logra sofocar un pleito de sus cuatro diputados al Congreso local en el que la sangre parece llegar al río?
Aunque fue dirigente nacional de la CNC, una compleja organización de productores agropecuarios surgida en el PRI y que hoy se maneja con cierta independencia, Gerardo Sánchez, senador por Guanajuato y precandidato a la gubernatura del estado, no parece dueño de grandes dotes políticas.
El tema se evidencia en la profunda crisis que afecta a su grupo político en Guanajuato, luego de haber ganado la presidencia del PRI mediante una elección interna en 2014.
Hoy, dos diputados impulsados por el grupo gerardista se enfrentan abierta y descarnadamente en el Congreso del Estado: el dirigente estatal del PRI, Santiago García López y el coordinador de la fracción, Jorge de la Cruz Nieto, llegando la confrontación a señalamientos como el de nepotismo en contra de la legisladora Luz Elena Govea, por el hecho de haber contratado un sobrino como “asesor” del grupo parlamentario.
La denuncia contra Govea es un ataque interno, pues ocurre solo después de que la legisladora pidió la remoción del coordinador parlamentario después de su choque con Santiago García López por las críticas a la decisión de respaldar la designación de dos magistrados al Tribunal Contencioso propuestos por el gobernador Márquez.
La contratación del sobrino, para más señas apellidado Figueroa Govea, ocurrió el mismo día que tomaron posesión los nuevos diputados, hace 4 meses. Que el hecho se filtre a los medios ahora solo pone en evidencia que se trata de fuego amigo que debe tener muy complacida a la mayoría panista que solo observa como se desintegran sus principales opositores.
Lo relevante en términos políticos es que la confrontación afecta a 4 de los siete diputados del Congreso, justo los que se identifican con Gerardo Sánchez y que le daban el control del grupo parlamentario al senador priista. Después de esa batalla, el coordinador Jorge de la Cruz ha tenido que apoyarse en los otros tres legisladores, más identificados con Francisco Arroyo Vieyra y Miguel Ángel Chico.
Debe resultar altamente preocupante para las intenciones de un político empoderado que ha convertido en una próspera industria la negociación de recursos federales para causas particulares, el que se le alborote la gallera sin que se registre ningún control de daños de su parte.
Lo peor de todo es que el pleito entre priistas gerardistas, como se ha mostrado hasta la saciedad, es por quedar bien con la mayoría panista, que son los grandes ganadores de todo este escándalo.
La pregunta que surge, de forma inevitable, es como piensa Gerardo Sánchez ofrecer un proyecto político alternativo a los guanajuatenses en 2018, si hoy por hoy sus hombres y mujeres de confianza se ahogan en un vaso de agua.