En los años de abundancia, la obra pública del actual gobierno no despegó; los tiempos que vienen, con recortes y problemas económicos, complicarán más las cosas.
El tercer informe de Miguel Márquez, visto con lupa, reiteró los avances que ya se habían visto en años anteriores; sin embargo, siguió sin reconocer las numerosas carencias que padece este gobierno.
Reiterar que la atracción de inversiones, real en sus montos aunque limitada en su impacto social; y la apuesta por el turismo, exagerada en cifras y maquillada al extremo, son las dos locomotoras que arrastran los resultados de la administración, no deja sino ver que muchas otras áreas no están trabajando o lo hacen a medio gas.
Porque, tanto en materia de manufacturas, sobre todo de capital extranjero, como en atención a visitantes no se puede enviar que el mayor esfuerzo no es de la burocracia, sino de los propios inversionistas.
En tanto que las áreas que si serían responsabilidad exclusiva del gobierno, como la seguridad y el desarrollo social, apenas merecieron unas cuantas líneas en el mensaje central del gobernador, probablemente por que hay poco que decir a ese respecto.
Hay, en cambio, otro ámbito donde la gestión gubernamental es de la mayor relevancia, la obra pública, donde la gran cantidad de recursos asignados no pudo lucir debido a la ineficiencia que ha exhibido la dependencia responsable y su titular, Arturo Durán Miranda.
Aunque Miguel Márquez trató de ponerle imaginación al tema y planteó que la modernización de carreteras ha impactado una cantidad de kilómetros que llegarían de Guanajuato hasta Chicago, lo cierto es que el crecimiento de los emplazamientos industriales y de los asentamientos humanos continúa rebasando el aforo de los caminos estatales.
Basta el menor incidente para que el tráfico de las principales carreteras del estado colapse. Encima de todo, la burocracia de la SOP no ha podido imaginar un mecanismo eficiente, en esta época de comunicación instantánea y comunidades virtuales interactivas, para informar sobre el estado de las vías terrestres y las opciones alternativas cuando se producen alteraciones.
No estoy seguro si por las carreteras guanajuatenses se pueda llegar a Chicago, pero en cambio hay días que no se puede ni siquiera llegar a Silao o a Celaya.
Por si fuera poco, la falta de previsión de Durán Miranda, quien se supone que es experto carretero, tiene al borde del colapso el proyecto de la vía concesionada Guanajuato – San Miguel de Allende, todo por falta de una adecuada gestión social.
Pero ese es solo el principio. Hoy se sabe que los emblemáticos Centros de Gobierno, que funcionarán como espacios de atención ciudadana donde se reúna la oferta de servicios de las distintas dependencia públicas en ciudades como León e Irapuato, presentan sobreprecios y conceptos fuera de catálogo que los encarecerán en más de un 30 por ciento.
Se observa, además, que las mismas empresas se presentan una y otra vez en los distintos concursos, configurando el famoso “carrusel”, donde unas veces ganan unas mientras otras encarecen sus precios y luego cambian las posiciones. Hay obras para muchos (los que entran al carrusel), hay aparente transparencia, pero lo que no hay es equidad para todo el sector ni tampoco certeza de que se haya erradicado la corrupción a través del famoso diezmo.
Como además, la Secretaría de la Transparencia de la desaparecida Isabel Tinoco, de la que ni siquiera Márquez se acuerda ya, es el mayor cero a la izquierda de la historia reciente de la administración pública de Guanajuato, funcionarios como Arturo Durán organizan sus componendas a placer.
Y aunque el propio gobernador Márquez ha mostrado ya signos de impaciencia con los incumplimientos de plazos y el retraso de obras de Durán, lo cierto es que el funcionario es intocable a causa de dos poderosos padrinos, único caso en el gabinete de Miguel Márquez: Rafael el Gallo Barba, con quien inicio negocios en los años 90 del siglo pasado cuando era Director de Infraestructura Carretera del estado; y Carlos Medina Plascencia, su jefe en aquellos años.
En medio de esos protectores, que a su vez introducen a numerosas empresas para que reciban contratos, la de por sí menguada eficacia de Durán y su equipo termina por hacer crisis.
Así que los problemas de la obra pública en Guanajuato continuarán, más allá de la bilis que derrame el gobernador. El problema es que si en los tiempos de abundancia, como han sido los de estos dos primeros años del gobienro, las cosas han sido complicada, con la escasez y los recortes que se prevén para el futuro inmediato, el escenario se descompondrá aún más.
Ayer en León, Miguel Márquez anunció la construcción de un nuevo Hospital General, una obra de importancia primordial para la ciudad y un gran reto constructivo. Ese puede ser el Waterloo de Durán, aunque en el camino puede dejar la obra tremendamente comprometida. La pregunta es: ¿podrán más los padrinos o la realidad?